Estaban reunidos en torno al
hogar en una casa, y llegó a ellos. Y tomando la palabra, dijo:
—Hermanos de Medina Runda, sea la
armonía, la dicha y la paz en vuestros corazones.
Se sentó entre ellos. Y Jaida,
que estaba allí, vino y le dijo:
—Maestro, ¿por qué te has ido de
nosotros y nos has dejado solos?
Te fuiste y contigo se fue el canto de los pájaros y la Luz de los días en nuestras almas.
Quédate con nosotros para siempre, porque tú eres la luz que enciende nuestros corazones.
Te fuiste y contigo se fue el canto de los pájaros y la Luz de los días en nuestras almas.
Quédate con nosotros para siempre, porque tú eres la luz que enciende nuestros corazones.
Y Abul Beka la sentó a su lado y,
tomándole las manos, le dijo:
—No dependas de nada que esté
fuera de ti.
En todo momento estuve contigo y
no te abandoné; eres tú la que no se ha dado cuenta y me ha buscado fuera por
las calles, en las plazas y los campos, sin encontrarme. Mientras, yo te
esperaba en tu interior.
Y, dirigiéndose a todos, les dijo:
—No seáis como el ignorante que
busca la aguja en la calle y la perdió en su casa.
Ni
como aquellos que necesitan imágenes para vestir a la Luz y poderla adorar.
Porque la Luz está en todas las cosas y de todas ellas se viste, pero muchos son los que la confunden con sus vestiduras y las toman, mas ella se les escapa.
Porque la Luz está en todas las cosas y de todas ellas se viste, pero muchos son los que la confunden con sus vestiduras y las toman, mas ella se les escapa.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y de Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en el este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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