Que algo sea
frecuente es una cosa y otra bien distinta que sea normal. Tu día a día está
repleto de hábitos (conductas, comportamientos, convicciones, actitudes…) que
son frecuentes –en tu vida, en la de los demás, en la sociedad…-, pero esencialmente anormales. No confundas lo frecuente con lo normal. Lo frecuente suele responder a
sistemas de creencias que el sistema vigente –familia, la mal llamada educación
(colegio, instituto, universidad…), amigos, medios de comunicación, religiones, ideologias…- ha instalado en tu
cabeza, en tu mente, como si fueran programas informáticos, que te llevan a
actuar en la suposición que eres tú quien lo hace, cuando en realidad se trata
de respuestas automáticas de tu mente derivadas de esos programas y creencias
que otros han colocado en ella. Lo normal, en cambio, deriva de ser coherente
con lo que genuinamente eres y llevar a cabo lo que indica el Corazón. Recordar
la diferencia entre lo frecuente y lo normal abre directamente las puertas de
la Iluminación, pues esta radica precisamente en ser normal: sencillez,
naturalidad, simplicidad, espontaneidad, jovialidad, libertad, confianza en la vida, entusiasmo,
aceptación, sin quejas, sin dualidades... gozo y relajación en tu propia divinidad.
Emilio Carrillo
Sin
mente, sin lenguaje, sin tiempo (http://www.sinmente.com/)
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