En un sin esperar, encontré
lo que no pensaba encontrar, jamás.
Un latido profundo,
una mirada escrutadora,
unos ojos atentos,
unas pestañas tendidas,
una voz susurrante,
un beso expandido.
¿Te encontré, Hermana?
Es un no sé, sabiendo que sé.
Es un, ven, abrázame.
Es un ¿eres tú, Hermana?
Quiero verte como me ves,
aunque sé que no me vas a decir lo
que me ves.
Quiero verte, pero tus ojos no me
dejan ver.
Déjame verte, déjame llegarte.
No sé hasta dónde, sólo quiero
llegarte.
Dijiste, prometiste, no sé qué,
sé qué dijiste, pero algo
dijiste,
aunque no sé aún, cómo me lo vas a
decir.
Temo un desnudarme en tus palabras,
un abrazo en tu acogida.
Lo que sé es que no quiere decirlo
hasta certeza tener,
incluso sé que no sabes cómo
decirlo.
Pero, ¡lo prometiste? ¡Acaso lo
aseguraste?
¿Eres tú, mi Hermana?
Dímelo, que quiero llegarte.
Sí te pido que no me des un
desdén.
El único y último abrazo, lo solté.
Agárrame, Hermana, dame un puntapié.
Dame algo, pero dámelo pronto.
He visto el Cielo esperado,
reclamado,
anhelado,
y nunca imaginado en un terrenal
suspiro.
Un partir sin ti no tiene ambición.
Al menos, Hermana, dame una
solución;
o si quieres y es presto, una
satisfacción.
Esas horas en Amor coincidimos y
respiramos;
tu partida no fue ahogadora,
pero sí incierta.
No sospecho lo que sabes,
No acierto sin desmanes.
Amor, bendita solución.
Hermana, acógeme.
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Autor: Deéelij
Autor: Deéelij
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