Números y
colores: el carácter sagrado de los números
En las tribus primitivas del Amazonas se sabe que, mientras su
lenguaje tiene muchas voces para referirse a los colores, apenas hay tres para
referirse a cantidades y son uno, dos y más de dos:
+Si un grupo va a
cazar y divisan una presa, su caza puede solucionar el alimento de varios días;
si son dos, será más fácil la caza; y si son más de dos, es casi seguro que
tendrán éxito. El resto no les importa.
+Si lo que divisa
el grupo es un enemigo, no hay cuidado; si son dos peligro; y si son más de
dos, hay que salir corriendo.
Respecto de los colores es diferente. En el Amazonas hay colores
verdes que alimentan, verdes que curan y verdes que matan (envenenan). Es
imprescindible saberlos identificar y tener una palabra para cada tonalidad.
Es de suponer que en las sociedades primitivas ocurriera algo
parecido y, así, los números apenas existían y no se les daba importancia.
Por eso, probablemente, los números no surgieron de la observación de
la naturaleza, sino más bien para interpretar y ordenar las cosas espirituales:
las que no se veían, ni se palpaban con los sentidos físicos. De ahí que, que
los números sean sagrados en el sentido que tienen carácter divino y se
relacionan con las fuerzas sobrenaturales o espirituales.
Sistema de
Numeración y Leyes de Composición
Con el tiempo, cuando el ser humano se volvió recolector y
sedentario y hubo intercambios, los números pasaron a la vida cotidiana. Para
medir cantidades se utilizaron los dedos de una mano; si era mayor la cantidad
se contaba por el número de manos, que se contaban con los dedos de la otra
mano.
Cuando aparecieron los sistemas de escritura, aparecieron los
números escritos. Estos sistemas carecían de alfabeto y algo parecido les
ocurría a los números: se creaban según se necesitaban y carecían de ciertas
reglas que es imprescindible conocer.
Se llama Sistema de Numeración a un conjunto de símbolos y reglas
que permiten construir los números. Y la base de un sistema de numeración es el
número mínimo de números que, combinados entre si, se obtienen todos los demás.
La base es la cantidad de símbolos presentes. Estos símbolos se llaman dígitos.
Y a los dígitos de un número los llamamos cifras.
Leyes de Composición son las reglas que permiten construir los
números. Son, pues, las operaciones que se hacen con ellos: suma, resta,
multiplicación, división… Según el sistema de numeración, estas reglas pueden
ser simples o muy complicadas.
El sistema decimal es el que más conocemos y más usamos. Por eso,
en cierto sentido, creemos que es el único. Pero existen y se utilizan muchos
más:
+Sistema Binario:
se cuenta de dos en dos y la base tiene solamente el 0 y el 1 (0,1)
+Sistema Octal: se
cuenta de ocho el ocho y su base es 0,1,2,3,4,5,6,7. Este sistema y el anterior
se usan mucho en computación.
+Sistema
Sexagesimal: se cuenta de sesenta en sesenta y se utiliza para medir ángulos y
tiempos, horas minutos, segundos…
En general, los sistemas de numeración se dividen en dos clases
importantes
+Sistemas de
numeración no posicionales: en los que el valor de un número depende del
símbolo que lo representa, independiente del lugar que ocupa en una expresión. Así
son los números egipcios y los números romanos. Son los más antiguos y difíciles
de manejar.
+Sistemas de
numeración posicional: en los que en un número, que se compone de varias
cifras, el valor de cada cifra depende de dos cosas. Por un lado, del lugar que
ocupa. Por otro, del valor del guarismo que la representa. Son los sistemas
actuales y tienen la ventaja que facilitan mucho la escritura de los números y
las operaciones que utilizamos para su cálculo. Así, en el número de tres
cifras 235 en el sistema decimal, el valor de la primera cifra el 2, son
doscientas unidades (200); el valor de la segunda cifra, el 3, son treinta
unidades (30); y el valor de la tercera cifra, el 5, son cinco unidades (5). Y
el número 235 es la suma del número doscientos (200) el número treinta (30) y
el número cinco (5). 235=200+30+5
Esto que parece fácil y sencillo, no lo es tanto. De hecho, si le
pedimos a un niño de seis años que nos escriba el número doscientos treinta y
cinco es posible que lo escriba así: 200305. Tal es así que en Europa tardamos
muchos años en comprenderlo…
Fue Leonardo de Pisa (Fibonacci), quien con su obra Liber Abaci, publicada en año 1202,
introdujo el sistema de numeración decimal, la notación posicional y un dígito
de valor nulo, el 0, que es el sistema de numeración arábigo, desarrollado por
los matemáticos indios y persas que llevaban ya más de 500 años utilizándolo.
El cero
Fueron los matemáticos indios, muy amantes de los grandes números,
quizás porque a través de ellos trataban de comprender la inmensidad de la Creación,
quienes desarrollaron la trigonometría, que servía para medir distancias donde
no se llegaba con la mano, y el álgebra, que servía para resolver ecuaciones
donde no todas las cantidades eran conocidas (incógnitas) y que, además,
conocían los números negativos de los chinos. Fueron ellos quienes llegaron al
concepto de algo que no contaba nada: el cero.
El cero nos da la posibilidad de crear números enormes. Basta con
colocar el uno seguido por muchos ceros. De este modo,
1.000.000.000.000.000.000.000.000 representa un millón de millones de millones
de millones o un billón de billones.
Fue Bramaghupta, astrónomo de Bhinmal, ciudad del centro de la
India, quién en el año 628, en su obra Brahmasphutasiddhanta,
nos dio a conocer la idea del 0. Fue capaz de ver la nada, el vacío, como algo;
y a ese algo le dio el valor 0. Es quizá la mayor innovación de las
matemáticas. A partir de aquí el desarrollo fue enorme.
En este tratado, nos enseñó que 6 + 0 = 6; que 6 – 0 = 6; que 6 – 6
= 0; y que 6 x 0 = 0. No obstante se equivocó al indicar que 0 dividido entre 0
es 0. Actualmente, en aritmética y álgebra, esa división es considerada una
«indefinición» o «indeterminación» que puede ser cualquier valor desde cero hasta infinito y
originar paradojas matemáticas, pero para comprender esta indeterminación tuvieron
que pasar mil trescientos años.
Por otra parte, en los números naturales, enteros y reales, la
división entre cero no posee un valor definido debido a que, para todo número
“n”, el producto de multiplicar “n” por 0 es igual a 0 (n x 0 = 0), por lo que
el 0 no tiene inverso multiplicativo. Y aunque en otros cuerpos matemáticos
–distintos de los números naturales, enteros y reales- pueden existir divisores
de cero, estos aparecen solo cuando el 0 es el dividendo, no el divisor.
En cualquier caso, el 0 tiene la cualidad de contener todos los
números, sin excepción, siempre que estén presentes a la vez consigo positivo y
negativo. Asi:
0 = 1– 1
0 = 2 – 2
…
0 = 1.000 – 1.000
….
0 = 1.000.000 –
1.000.000
… Y así sucesivamente
hasta el infinito. Por lo que el 0, siendo nada (vacío) contiene en potencia la
totalidad.
================================
Autor: Manuel Pajón (manuel@tallerimagen.net)
================================
Autor: Manuel Pajón (manuel@tallerimagen.net)
================================
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.