Y así hablaba Abul Beka:
—Hoy me he sentado a los pies de una higuera vieja como todo un
siglo. El cansancio me ha vencido y he dormido bajo sus ramas. Entre las
cortinas del sueño he visto al espíritu de la higuera, que, sin hablar, me
decía:
»Hermano, sensibiliza los corazones de tus
otros hermanos para que nos comprendan. Ellos creen que no sentimos sus
hachazos ni sentimos cuando una mano corta nuestros tallos aún no maduros por
el tiempo. Piensan que no vemos con dolor cómo los padres mal aconsejan a sus
hijos desde pequeños y los dejan hacernos atrocidades.
»¿Qué daño puede hacer un árbol?
»¿Qué daño os puede hacer una flor para que la cortéis en su vida?
»Tenemos entendido que esto es muestra de cortesía y de amor entre
muchos de vosotros; mas, ¿acaso no comprendéis que esta muestra de amor la
realizáis a través de la muerte de una vida que no os pertenece?
»No fuisteis puestos sobre la Tierra para
destruirla, poco a poco, con vuestro egoísmo, sino para transformarla con el
amor.
»Habéis conseguido que casi todo en la
naturaleza os tenga miedo, y sin embargo aún os seguimos manteniendo y os
devolvemos bien por mal.
»Los pajarillos huyen de vosotros y no desean vuestra amistad. Para
mantenerlos a vuestro lado es necesario que construyáis jaulas y los encerréis
tras sus barrotes.
»Las flores se marchitan en vuestras casas porque creéis que tan
solo las alimenta el agua y la tierra, y no comprendéis que necesitan vuestro
amor.
»Cortáis terrenos y los valláis; y separáis a
un árbol hermano de otro árbol hermano. Levantáis las tierras a vuestro antojo,
solo para vuestro beneficio. Tomáis lo que no es de nadie y decís: «Esto es mío
y por ello su vida y su muerte me pertenecen». Creéis que por sembrar una
semilla ya habéis creado el fruto, y decís: «Es mío, haré de él lo que crea
conveniente».
»Pensad que muchos hermanos míos se sentirían gustosos de morir
para contribuir a vuestro bienestar, mas no para contribuir a vuestra ceguera
devastadora y sin sentido. Muchos hermanos míos del aire se matarían a sí
mismos para ofrecerse a una boca que tiene hambre; más no a una boca que tiene
gula.
«Tan solo os pedimos, hermanos, un poco de amor».
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul
Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria
de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en el este blog todos
los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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