Y llegó a un lugar donde había muchos enfermos. Y la fiebre se
acostaba entre ellos y comía de sus manos. Y el dolor era su almohada
colectiva.
Y él fue y se sentó en medio de todos ellos, y tomando paños los
ponía sobre sus frentes, y tomando su aliento lo ponía sobre sus almas. Y así
les decía con consuelo:
—Benditos sois, hermanos, porque la hermana enfermedad ha decidido
venir hasta vosotros a purificaros. Y sin deciros nada, ha entrado en vuestros
cuerpos y se ha enseñoreado de ellos.
»¿Acaso no considera el trigo una enfermedad la mano que lo corta y
lo zarandea y lo gramilla y lo muele? ¿Qué diría si tuviese boca para hablar?
»Mas vosotros, que veis su transformación, decís: "El trigo vale
por el pan que hacemos con él. Y él se eleva al hacerse nuestro alimento".
»No seáis ignorantes ni penséis que es castigo del cielo todo
cuanto os pasa; porque en verdad que nada ocurre bajo el cielo que no sea para
bien del hombre y su evolución. Pero también os digo que no siempre ocurre
aquello que deseamos, sino lo que es más conveniente en nuestro ascender. Que
no viene a nosotros lo que planeamos con nuestro egoísmo y nuestras
limitaciones, sino aquello que con el tiempo nos hará ser conscientes y
mensajeros de la luz.
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Autor: Cayetano
Arroyo
Fuente: Diálogos
con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En
homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente
Pérez Moreno,
un texto
extraído de los Diálogos de Abul Beka se
publica en el este blog todos los
miércoles
desde el 4 de octubre de 2017.
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