Y señalando al cielo, así decía:
—Mirad que cuando aprendáis a ver vuestro cielo interior, este
que veis hacia fuera os parecerá oscuro y dormido. Y os parecerán mortecinas
las estrellas y los soles serán como llamas de linternas.
»Porque la Luz del Espíritu es la vida y nunca se podrá ver con
los ojos de la materia, ni sentir con el corazón de la materia, ni hablar con
la voz de la materia.
»Solo mirando con el ojo del espíritu se puede ver cara a cara
el Espíritu, y solo sintiendo con el corazón del espíritu se puede llenar uno
del espíritu, y solo cuando habla en uno la voz del espíritu se puede hablar al
espíritu en cada uno.
»¿Cómo podría hablar la raíz de la rama? Y ¿cómo podría hablar
la tierra del aire o el fuego del agua? Y sin embargo se complementan y al
unirse dan la vida.
»Mirad cómo las raíces, en su silencio, alimentan a los tallos y
a las hojas que nacen en la luz. Mirad cómo el agua en silencio las alimenta, y
cómo el aire en silencio las alimenta, y el fuego y la tierra. Y ¿acaso piden
algo? ¿Acaso en el darse ya no se están dando a ellos mismos, y en el
desprenderse no se están llenando?
Preguntaos qué os eleva y a qué eleváis, y más tarde hacedlo
bien; porque como culmina una manzana en la boca del hombre integrándose en él,
así culmina el hombre en la boca de Dios integrándose en Él.
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Autor: Cayetano
Arroyo
Fuente: Diálogos
con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En
homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente
Pérez Moreno,
un texto
extraído de los Diálogos de Abul Beka se
publica en el este blog todos los
miércoles
desde el 4 de octubre de 2017.
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