Y uno le
preguntó:
-¿Cómo sabremos
qué nos enseña el atardecer y cómo nos enseña la mañana y cómo nos trae
conocimientos cualquier circunstancia?
Y él le dijo:
—Mira que cada
cosa de fuera de ti es un espejo donde te contemplas. Si la nube de la angustia
llena el horizonte de tu corazón, verás una nube de angustia en cada corazón.
Si la calma viene a sentarse en medio de tu pecho, verás que cada uno también
lleva sentada la calma en su pecho. Si tu cabeza es la guarida donde se
esconden pensamientos de odio, de rencor o de envidia, cuando andes por las
calles de la vida solo verás pasar por ellas al odio, y sentado en las terrazas
verás al rencor, y parada en cada esquina a la envidia.
»Y dirás:
«¡Desearía volar más allá de estas calles porque están contaminadas y querría
ir más allá de los muros de esta casa para sentir el campo limpio de la
pureza!».
»De verdad te
digo: limpia tu mente, y todo se limpiará. Limpia tu corazón, y todo se
limpiará. Limpia tu cuerpo, y todo estará limpio. Ignorante es aquel que,
viendo lo de fuera sucio, no se da cuenta de su suciedad y dice: »Me adentraré
en mi corazón para limpiar mi templo, porque su altar está sucio y su luz
atenuada». Ignorantes son aquellos que desean limpiar su templo en el templo de
los demás, y todos los días y todas las noches de su existencia piensan que el
mal está fuera de ellos y no en su corazón.
»Mira los
jilgueros, y mira los ruiseñores y mira el chamariz: ¿quién les diría: «Tu
canto no es armónico?».
»Mira los
almendros, los nogales y los chopos: ¿quién les diría: «Tu crecimiento no es
armónico?». ¡Cómo, entonces, se diría esto del hombre!
»¿Cuánto
aprendería un espíritu crítico si supiera que se está criticando en voz alta a
sí mismo cuando critica a alguien?
»Cada cosa
tiene su lugar y cada uno tiene su camino. Solo aquel que no lo conoce está
siguiendo los caminos de otros hasta que encuentra el suyo.
»¡Bendito
aquel día en que lo encuentra, porque ha nacido de nuevo! Solo a partir de ese
día le dirán algo los atardeceres, le dirán algo las mañanas y le hablarán las
flores. Empezará a andar con la naturaleza, y su lengua será como la de los
pajarillos, y sus manos serán como los ríos, y sus ojos serán la vida que mira
a la vida.
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Autor: Cayetano Arroyo
Fuente: Diálogos con Abul Beka (Editorial Sirio)
Nota: En homenaje a la memoria de Cayetano Arroyo y Vicente Pérez Moreno,
un texto extraído de los Diálogos de Abul Beka se publica en el este blog todos los
miércoles desde el 4 de octubre de 2017.
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