Ansia de vivir

Muchos días… deseando esto y lo otro.

Un día cualquiera se calló el deseo.

Me limité a observar

todo lo que ya tenía.

Vi –con claridad meridiana-

lo que la vida había estimado traerme.

Sin petición previa.

Sin ningún tipo de mérito por mi parte.

Todo me venía bien.

Yo no había pedido nada; y todo era bien recibido.

Lo que venía como ganancia, porque lo era.

Lo que venía como pérdida,

porque entendí que era una ganancia disfrazada.

No era asunto mío decidir

qué cosa debía venir;

o si aquello estaba bien o mal.

Solo fluía en la incertidumbre

de no saber,

de no querer

La única ansia que tenía: vivir.

Vivir cada pequeña cosa

que me era dada.

Como si fuera lo último que hiciera en esta existencia.

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Autora: María Ferrer (mariafconciencia2@gmail.com)

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