Si uno pertenece a algo, es ese algo; luego,
no Es Él/Ella Mismamente.
La pertenencia en algo, el pertenecer a algo,
el hecho de que algo me pertenezca, limita la expresión libre de mi Ser.
¿De qué hay que ser sin dejar de Ser? Pues no
hay que ser de nada, para Ser Todo.
Cuando uno pertenece a una ideología, sea la
que sea, es la ideología, es la muestra en sus acciones, es la manifestación de
tal ideología, pero no Es Uno en Esencia, sino la sustancia de unas ideas que
no se califican de buenas o malas, sólo que son ideas no propias que uno adopta
y desde ese instante la paternidad de Uno es externa, dejando de ser Uno para
ser el hijo de una idea ajena.
Cuando se pertenece a un grupo, sea el que
sea, ha de ser como el grupo indica que se ha de ser, pero uno deja de Ser Uno
en Esencia, y se convierte en la sustancia de lo que ese grupo manifiesta.
Incluso el hecho de tener la idea de que algo
nos pertenece, es vivir por esa pertenencia, para esa pertenencia, y Uno no Es
como Es, sino en base al mantenimiento, cuidado o protección de esa
pertenencia.
Cuando no pertenezco a algo, ni nada me pertenecer, Soy Todo en la Impertenencia.
Nada me sujeta, ni sujeto a nada, y al mismo tiempo Todo lo Soy.
Si uno pertenecer a un grupo y/o una
ideología, termina haciendo el trayecto marcado por tal denominación. Por tanto,
uno no es más que lo que dictan dictados externos. Así, uno se pierde en
ideales no propios, en formas no diseñadas por Uno, entonces uno se ha perdido
del Todo; ha dejado de Ser Todo para ser algo en lo que se ha perdido.
Si uno no realiza en base a sus propias
marcaciones, otro u otros le marcan sus pasos. Así, uno no hace en base a Uno,
sino en base a los demás.
Si uno deja de Ser por aquello que cree que le
pertenece, se ha perdido en lo que cree que le pertenece, e incluso sufre
porque eso que cree que le pertenece lo puede perder, o lo que sería lo mismo:
le deja de pertenecer.
Justo cuando se entiende que no pertenezco a
nada ni nada me pertenece, puede ejecutar con total libertad mi Esencia.
Esencia que desde luego no gustará a quienes sólo creen en la pertenencia a
algo y que alguna cosa le pertenece.
Mira, observa, piensa: cuando naces lo primero
que haces es inhalar aire, empiezas a respirar, y lo último que haces es
expirar, dejas de respirar, así que de aquí no te llevas ni el aire. Así que ni
el aire te pertenece por mucho que lo uses. Por tanto, dime/dite ¿qué te
pertenece o a qué perteneces que te puedas llevar tras la muerte? La respuesta
es obvia: nada. Pues si nada te pertenece y a nada perteneces, muerto en vida
está viviendo la vida (cuando uno se da cuenta de esto, claro), Siendo la Vida,
lo único que te pertenece y a lo que puedes pertenecer: a tu Vida. Así, pues,
pertenécete en la Impertenencia, y podrás pertenecer en el lugar donde Uno es
Uno, sin pertenencias, sin que nada le pertenezca. Pertenécete a ti, sin
pertenencias, en la Impertenencia, y si eres la Impertinencia, Eres; Eres sin
pertenencias.
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Autor: Deéelij
Fuente: De su
libro Alas sin plumas (Ediciones Ende, 2016):
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