La elección es solamente
tuya
La evolución del sistema
socioeconómico ha transformado al esclavo tradicional en “esclavo integral” y
ha convertido en esto a la mayoría de la gente. La identificación histórica de
los seres humanos con el yo físico, mental y emocional (el coche que usan para
vivenciar la experiencia humana), olvidando lo que realmente son (Conductor
divino, infinito y eterno) y auto-percibiéndose y encorsetándose como
individuos y sujetos, ha introducido a la vida humana, tanto personal como
colectiva, en una maraña de miedos, autolimitaciones mentales y comportamientos
egocéntricos. Y sobre estos pilares se ha fraguado y construido el sistema
social y económico vigente, que toma forma hoy de capitalismo global,
especulativo y cortoplacista. Y, frente a fases anteriores de su discurrir,
presenta ahora la novedad del esclavo integral: personas que se explotan a sí
mismas de manera voluntaria y sin ni siquiera percatarse de tal autoexploración
y de la esclavitud que marca y caracteriza su vida. Para el sistema, ha
dejado de ser eficiente explotar a alguien contra su voluntad. Y sus mecanismos
de dominio y manipulación se han perfeccionado hasta la transformación de los
individuos-sujetos, da igual su situación socioeconómica, pues afecta a todos
los estratos y clases sociales, en esclavos integrales que, en su
inconsciencia, creen y piensan que viven en libertad…
Pero todo
ostenta su sentido profundo y también esto, que tiene su porqué y para qué en
el devenir consciencial de la Humanidad, en su conjunto, y en el tuyo, en
particular. En concreto, todo lo descrito te sitúa aquí-ahora ante la gran
oportunidad de entender desde el Corazón que la elección es solamente tuya y
actuar en consecuencia y con coherencia: en tu mano está recordar tu naturaleza
inefable y vivir como un ser humano libre y consciente que despliega su acción
cotidiana desde su divinidad intrínseca y esencial, con base en sus dones y
talentos y por el gozo mismo de acometerla; o, por supuesto, puedes continuar
experienciando el plano humano como esclavo integral y, en lugar de vivir,
sobrevivir y trabajar.
Sobrevivir o Vivir
“Sobrevivir”
se basa: en el utilitarismo –para sobrevivir se necesitan ineludiblemente
personas y cosas y los demás, la Naturaleza y hasta el planeta pasan a tener un
carácter “utilitario” e instrumental (el mismo amor se convierte en una mera
emoción derivada de esa necesidad instrumental del otro)-; en el valor de
cambio -conlleva una contrapartida o precio y suele ser valorable en términos
pecuniarios, en euros-; requiere de esfuerzo y trabajo; y se sustenta en la
ilusa creencia de que el tiempo existe, moviéndose entre el pasado y el futuro
y desatendiendo e ignorando el aquí-ahora, que es donde exclusivamente está y
fluye la vida. En cambio, “vivir”: no necesita de nada ni de nadie -sobra con
la propia vida-; es totalmente ajeno a lo pecuniario y al esfuerzo -sus
componentes y manifestaciones carecen de contrapartida o precio y fluyen en la
vida, en la de cada uno, sin trabajo y con naturalidad-; y pertenece a la
esfera del aquí-ahora, sin tiempo alguno que procesar. No en balde, vivir es
gozar la vida. De hecho, la única razón de la existencia en cualquier plano y
Dimensión es esa: ¡gozar la vida! ¿Te imaginas al Dios que es tú encarnándose
en su propia Creación para algo distinto? ¿Tanta es tu amnesia consciencial
encarnado en el plano humano que lo has olvidado? Recupera la Memoria y fluye y
flota en la vida con Confianza plena en ella y, fruto de esto, con Aceptación,
que no es resignación o impotencia, sino el hondo discernimiento de que todo
tiene un sentido profundo y un porqué y un para qué ligado a lo que realmente
eres y es y, aquí-ahora, a la evolución en consciencia para que lo recuerdes…
Ya no hay inquietudes, ni quejas… Vivir es ser un “Vividor”. ¿Estás listo para
experienciarlo?
Claro
que, igualmente, puedes seguir actuando como un esclavo integral, que no vive,
sino que sobrevive, De hecho, el esclavo integral ha olvidado completamente lo
que significa vivir y lo confunde con sobrevivir. Ha transformado la vivencia
en supervivencia y pasa sus días sumido en el miedo a la vida y la desconfianza
hacia a ella. A partir de ahí, el sistema socioeconómico imperante se presenta
cual salvador que le proporciona los medios para protegerse y obtener
seguridad. Pero tales medios son, en realidad, los barrotes de la prisión en la
que la gente se auto-encarcela: los instrumentos y mecanismos a través de los
cuales el sistema y cada persona alimenta y retroalimenta continuamente ese
miedo a la vida, esa desconfianza hacia ella y, desde luego, la inseguridad,
que el propio sistema fomenta de forma permanente y subrepticia organizando y
financiando los conflictos, guerras, atentados, disputas y demás
acontecimientos y situaciones que contribuyen a potenciarla.
Tu auténtico derecho no
es al trabajo, sino a la pereza
El
sistema socioeconómico, por su visión egocéntrica, economicista y materialista
de la existencia, persigue y consigue atar la vida de las personas al trabajo,
es decir, a una actividad cotidiana ajena y desvinculada de los dones y talentos
de quien lo realiza. ¿Cómo lo logra? Muy sencillo: debido a las reglas y
creencias que el sistema implanta y a la usurpación por unos cuantos de la
riqueza social y los recursos colectivos, se hace depender del desempeño de un
puesto de trabajo la obtención de los ingresos precisos para cubrir tanto las
pocas necesidades vitales básicas como las muchas creadas artificialmente por
el propio sistema. Es así como, finalmente, se encadena al ser humano al
ejercicio cotidiano de unas actividades laborales (físicas y/o intelectuales)
alienantes y alejadas de sus dones y talentos innatos. Sin embargo, por efecto
también del citado sistema de creencias, la mayoría de las personas, lejos de
ver el trabajo como la obligación impuesta que obviamente es, lo conciben como
un derecho y como tal se proclama solemnemente desde las instituciones que el
sistema genera, gobierna y gestiona. A partir de ahí, quedan convertidas en
esclavos integrales que, desde el disparatado convencimiento de que trabajar es
un derecho y no una imposición, se auto-explotan voluntariamente a sí mismos y
caen en un doble desatino: reclamar (a los políticos, a esas instituciones…)
que alguien cree un puesto de trabajo para ellos y sus seres queridos (el
esclavo pidiendo que alguien, por favor, le esclavice); y hacer depender su
vida (desarrollarla, organizarla…) no de ellos mismos (sus sentires, sus
capacidades creativas, sus prioridades vitales…), sino de ese trabajo, con su
consiguiente dedicación horaria, que otro le proporciona y de la retribución
que este estima oportuno abonarle… ¡Uuuffff!... Para un momento y respira: ¿tan
ciego estás como para no ver lo tremendamente absurdo de todo esto?
Abre tu
consciencia… Lo real es que nadie ha encarnado en el plano humano para venderse
como fuerza de trabajo. Y lo real es que a lo que el ser humano tiene
verdaderamente derecho no es al trabajo, sino a la pereza, sabiendo que esta no
es vagancia ni indolencia, sino el libre ejercicio y el compartir libre y con
entusiasmo de los dones y talentos que cada uno atesora para gozarlos y
ponerlos en común con los demás… Con estas bases, el quid de la cuestión no
radica en trabajar o no (hazlo si así lo consideras necesario), sino en ser
consciente de que no naciste para ello y evitar que la actividad laboral te
lleve al olvido de tus dones, talentos y auténticas capacidades.
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Artículo de Emilio Carrillo publicado en el número 2
(febrero 2016) de la Revista Digital Amma Elah.
Puedes acceder a la revista
a través de este enlace:
http://issuu.com/ammaelah/docs/revista_ammaelah_febrero_2016
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