La mente te ofrece multitud de
prestaciones y servicios: planificar, organizar y ejecutar acciones y actividades
de tu vida diaria; comunicarte, hablar, escuchar e interactuar con los demás; crear
intelectualmente y plasmar y poner en práctica tus dones, talentos, capacidades
y habilidades; y un amplio etcétera. Sin embargo, no sirve para comprender, ver
y vivir la vida. Cuando se le usa para esto, la mente todo lo ve torcido. Pero no
es verdad que tu vida, la vida de los demás, el mundo y las cosas estén
torcidos: se trata sólo de una percepción mental, del mismo modo que es sólo un
efecto óptico lo que hace ver que un lápiz se dobla cuando se le introduce en
un vaso de cristal lleno de agua. El lápiz no se dobla, es tan sólo un
efecto visual; y nada en la vida está torcido, es tan sólo una percepción
mental. La mente no sirve para entender, ver y vivir la vida y, cuando se le
utiliza para esto, lanza un no a la vida como consecuencia de tal incomprensión.
El mismo no que, para darse importancia y notoriedad, expresa el ego (el piloto
automático que la mente activa cuando el Conductor que eres se halla en el
olvido, dormido, aletargado, sin llevar el mando consciente de tu vida)
juzgando y opinando sobre la vida... Es momento en tu proceso consciencial y evolutivo que
pongas a la mente en su sitio, desactives el piloto automático del ego, rompas
con la absurda dinámica del no a la vida y la sustituyas por un rotundo sí a
todo y a todos. Simplemente, recuerda lo que eres –divino, infinito, eterno…-, recupera el mando consciente de tu vida y vive diciendo
sí a la realidad y a la vida de instante en instante. En el día a día, di sí a
todo lo que hay, a todo lo que es, a todo sin excepción, a la vida en su integridad y totalidad sin
querer ni pretender cambiar nada… Y tu vida se expandirá en una nueva dimensión: te darás cuenta de que no hay separación entre la realidad y tú –tú eres la realidad, la vida–;
comprobarás que la Creación se hace una contigo y tú con ella, desapareciendo
todos los conflictos, inquietudes y quejas; y verás a Dios en todas partes, porque el sí
penetra hasta en lo más denso y halla ahí lo divino, constando que Dios no es una creencia,
sino una experiencia: la Experiencia.
Emilio Carrillo
Sin
mente, sin lenguaje, sin tiempo (http://www.sinmente.com/)
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