¿Te
imaginas que Dios decide encarnar? Habría que plantearse, al menos por
curiosidad ¿en qué lo haría, hombre o mujer? ¿En un cuerpo sano o no? ¿Con una
vida lujosa o llena de miserias? ¿En qué país? ¿A qué se dedicaría? ¿Con quién
querría formar una familia? ¿Sus hijos serían semidioses? ¿Moriría o viviría
eternamente? ¿Por qué no se dedica a la política y así arregla el mundo? Y así
podríamos plantearnos miles de opciones. Alguien diría que esto que planteo ya
lo hizo con Jesús de Nazaret, que no es novedoso lo que apunto. Ok, pongamos
que lo del Nazaret era el hijo de Dios, démosle validez; pero lo que planteo es
que no encarne como hijo de Dios, sino como el mismo Dios. ¿Cómo sería eso?
Incluso nos podemos plantear si eso es posible; e incluso el por qué lo haría.
Sea como fuere sigamos con la propuesta.
Imagina
que Dios ha decidido encarnar como tú, y que tú eres Dios encarnado. Si fuera
así podrías hacerte este montón de preguntas y ver cómo las resuelves, pues
podrías cuestionarte que si eres Dios encarnado por qué no te diste una vida
mejor, con más abundancia, con nada de sufrimiento. En serio, procura
responderte a estas cuestiones como si fueras Dios encarnado en ti…
Imagina
ahora que es tu pareja o uno de tus hijos ese Dios encarnado, ¿cómo le
tratarías sabiendo esto? Te doy tiempo, plantéatelo…
Imagínate
que no lo sabes y que de pronto, un día, tu pareja o uno de tus hijos te hace
la revelación de que es Dios encarnado, ¿cómo responderías a esto? Plantéatelo…
¿Desconfiarías, le llevarías al psiquiatra…?
Imagina
que Dios encarnado es un amigo, el más leal, el mejor de tus amigos, y de
pronto te enteras de su condición divina, y ya no te digo que te lo plantees o
cómo te quedarías, sino que Él te añade que está encarnado para ayudarte… ¿Qué
le pedirías? Y esto sí que puedes planteártelo…
Pues
imaginemos más. Imaginemos que Tú o quién sea se da cuenta que es Dios
encarnado en ese cuerpo que conoce como propio... y que cuando lo percibe… ¿qué
haría con el resto de su vida?... ¿Te lo imaginas? Pero es que no se trata de
que yo dé la respuesta, sino de que tú la alcances, o recurriendo a un poema de
Juan de Yepes, que dice: volé tan alto, tan alto, que le di a la caza alcance.
Imagina
ahora que llega el momento de la muerte, que Dios se desprende de ese cuerpo y
regresa a su Fuero Interno y Perfecto, para en ese instante darse cuenta que
todo lo que ha experimentado durante la encarnación, relaciones, seres humanos,
animales, meteorología… todo lo que ha experimentado y conocido lo ha creado Él
mismo para su encarnación, y sólo para Sí mismo. Entonces percibe, de nuevo,
que todo, absolutamente todo, Él lo ha creado para su propio disfrute y gozo,
para su propio experimentarse en un SER encarnado. ¿Te imaginas?
Pues
tú eres ese Dios encarnado, pero aún no lo sabes, aún no lo crees, aún andas
creyendo en un dios externo, aún vas por la vida como vas… Así que imagina
cuando te das cuenta de que eres la viva encarnación de Dios, y que tú eres
Dios encarnado. Sólo imagina, sin asustarte. Y por más que lo imagines, no
alcanzarás a darte caza hasta que tengas certeza de tu Deidad encarnada.
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Autor: Deéelij
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