Considera inmóvil el
movimiento
y en movimiento lo
inmóvil,
y ambos, estado de
movimiento
y estado de reposo,
desaparecen.
Cuando tales dualidades
dejan de existir
la propia Unidad no puede
existir.
Ninguna ley o descripción
es aplicable a esta
finalidad suprema.
Para la mente unificada,
en armonía con el Camino,
cesan todos los esfuerzos
enfocados hacia uno mismo.
Las dudas y las
vacilaciones se desvanecen,
y vivir en la fe
verdadera se vuelve posible.
De un solo golpe somos
liberados del cautiverio;
nada se aferra a nosotros
y
nosotros no nos aferramos
a nada.
Todo está vacío, claro,
autoiluminado,
sin el empleo del poder
de la mente.
Aquí, el pensamiento, el
sentimiento,
el conocimiento y la
imaginación no tienen ningún valor.
La
verdad sólo puede ser el todo
La mente sólo
percibe un extremo, sólo puede ver un polo, mientras que la realidad es bipolar.
Lo cierto es que en ese extremo se esconde el otro, pero la mente no puede
penetrar en él. Y a no ser que veas ambos opuestos juntos, nunca te será
posible ver lo que es. Lo que sea que veas será falso, pues será la mitad. La
verdad sólo puede ser el todo. Conocer la verdad es conocer la totalidad en
todas las cosas.
El movimiento
es imposible sin algo inmóvil dentro de él. Siempre que amas, el odio, el polo
opuesto, está presente, porque el amor no puede existir sin el odio. No depende
de tu gusto: ¡es así. Pero la mente puede ver sólo uno de los polos: cuando ve
el amor, deja de ver el odio; cuando se aferra al odio, deja de ver el amor. Y
si quieres ir más allá de la mente, tienes que ver ambos extremos, los dos
opuestos. Es exactamente igual que el péndulo de un reloj: mientras va hacia la
derecha está ganando ya impulso para ir hacia la izquierda.
Mientras
estás vivo, almacenas energía para morir; y cuando estés muerto, energía para
renacer. Si sólo ves la vida, te estarás equivocando. ¡Ve la muerte oculta en
la vida por todas partes! Y si lo ves, también podrás ver su reverso: que en la
muerte se esconde la vida. Entonces ambas polaridades desaparecerán. Y cuando
las ves en su unidad, la mente desaparece.
En el momento
en que has elegido el amor, has elegido el odio. Y si te aferras a la vida, te
estás aferrando a la muerte… La mente existe en una parte de la polaridad y
trata de hacer que esa parte sea el todo. La mente dice: “¿Cómo voy a odiar a
esta mujer? Cuando yo amo, amo; el odio es imposible”. La mente parece lógica,
pero está equivocada. No se puede odiar a una persona sin amarla. Van juntos,
son dos aspectos de la misma moneda. Tú miras una cara, la otra está oculta
detrás (pero esta ahí, siempre esperando).
¿Qué
ocurriría si la mente pudiera ver a ambas juntas? Todo se volvería absurdo,
ilógico. La mente sólo puede vivir en un marco lógico, sencillo, negando lo
opuesto. Si permites que entren en concurso cosas ilógicas, la mente desaparece…
Cuando miras la forma en que la vida se mueve y vive, que es a través de los
opuestos, tienes que abandonar la mente. La mente necesita demarcaciones
claras, cosa que la vida no tiene. No puedes encontrar nada más absurdo que la
vida, que la existencia… Si te reúnes, tan sólo te reúnes para separarte; si te
gusta una persona, te gusta tan sólo para que te disguste; si eres feliz, tan
sólo eres feliz para plantar la semilla de la infelicidad.
¿Qué hacer? A
la mente no le queda nada que hacer. La mente simplemente desaparece. Y se
constata que la vida no es absurda –lo parece por la excesiva lógica de la
mente-, sino un Misterio y un Milagro… La vida siempre envuelve al opuesto...
Disfruta el momento e inmediatamente llorarás; ríe y justo tras la risa están
las lágrimas esperando brotar. No queda nada por hacer, así es como son las
cosas.
Considera
inmóvil el movimiento y en movimiento lo inmóvil
“Considera
inmóvil el movimiento...” Cuando veas algo que se está moviendo, recuerda,
hay algo dentro de ello que es inmóvil. Y todos los movimientos conducirán a lo
inmóvil. Estás corriendo, sencillamente, para descansar en alguna parte. Así
que correr lleva a descansar, el movimiento lleva al estado de inmovilidad.
Y esa
inmovilidad ya está ahí. Cuando estés corriendo, algo dentro de ti no está
corriendo. Tu consciencia permanece inmóvil. Puedes moverte por el mundo entero,
pero algo dentro de ti nunca se mueve, no puede moverse, y todo movimiento
depende de ese centro inamovible. Te involucras en toda clase de situaciones y
emociones, pero algo en ti permanece sin comprometerse, sin involucrarse. Y
toda esa vida de compromisos tan sólo es posible por ese elemento que no se
involucra.
Y “Considera inmóvil el movimiento y en
movimiento lo inmóvil”… Y cuando veas algo estacionario, no te dejes
engañar: es estacionario, pero ya se está moviendo. Nada es estático y nada
está en movimiento absoluto. Todo es ambas cosas: en parte está en movimiento y
en parte está estático. Y lo estático es la base de todo movimiento.
Cuando veas
algo estático, busca en su interior y verás que, en alguna parte, el movimiento
ya está ocurriendo. Si ves algo que se mueve, busca lo estacionario en ello. Lo
encontrarás siempre, con absoluta certeza, porque un extremo no puede existir
solo… Por ejemplo, un bastón tiene obligatoriamente dos extremos. Si tiene un
extremo entonces el otro tiene que estar ahí; puede que esté oculto, pero es
imposible que un bastón tenga sólo un extremo.
Todo lo que
ha nacido ha de morir, todo lo que ha sido hecho tiene que ser deshecho, todo
lo que se ha juntado tiene que separarse, toda reunión es una separación, toda
llegada es una salida… Mira a ambos simultáneamente e, inmediatamente, la mente
desaparecerá. Puede que te sientas un poco mareado, porque la mente ha vivido
con demarcaciones lógicas. Admite ese mareo, deja que ocurra. Pronto
desaparecerá y te afianzarás en una nueva sabiduría, en una nueva visión de la
realidad que es la totalidad. Y en esa totalidad tú estás vacío. No hay
opiniones acerca de esto; ahora sabes que todas las opiniones son falsas.
La
mente no puede ver la totalidad, sólo aspectos de ella
Mahavira vislumbró
siete posturas sobre todas las cosas. Primero dice sí, que no es la verdad, sino
un aspecto. Luego dice no, que no es la verdad, sino otro aspecto. En tercer
lugar dice sí y no, sí a ambos -si y no-, otro aspecto. Seguidamente dice sí y
no, no a ambos; cuarto aspecto. En quinto lugar dice sí más sí y no, ambos sí; otro
aspecto. A continuación, no más sí y no, ambos si, sexto aspecto. Y,
finalmente, no más sí y más ambos no; séptimo aspecto.
Siempre que
dices sí, es la mitad. En cierto sentido una cosa es, pero en otro ya está en
camino de ser no-existencial… “¿Este niño está vivo o muerto?”. En cierto
sentido este niño sí está vivo (primera postura) y en cierto sentido no
(segunda), porque este niño va a morir. Es más, no sólo va a morir, de hecho,
por estar vivo, ya está muerto (tercera postura: ambos, vivo y muerto, sí). La
muerte está ahí oculta, es parte de él… ¿Pero cómo puede un niño estar de ambas
formas, vivo y muerto?; porque la muerte niega la vida y la vida niega la
muerte. Por eso hay también una cuarta postura: él no está de ambas maneras,
ambos no.
La mente no
puede ver la totalidad, sólo aspectos de ella. Si yo te doy una piedrecita,
sólo ves una cara, la otra está oculta; si miras a la otra, entonces la
primera, de nuevo, estará oculta. Ni siquiera puedes ver en su totalidad una
piedrecita que puedes poner en la palma de tu mano… La mente no puede ver nada
completo, sólo la mitad; la otra mitad es una suposición.
Esta lógica
de siete pliegues es para la mente como una danza derviche: le produce mareo.
La danza derviche es un método físico para marear a la mente, mientras que este
es un método mental para provocar lo mismo. Si continúas haciéndolo, el mareo
seguirá apareciendo durante unos días; luego se calmará. En el momento en que
el mareo haya desaparecido te darás cuenta de que la mente ha desaparecido,
porque ya no hay nadie que se maree. Entonces llega una claridad, miras a las
cosas sin la mente. Sin la mente se revela el todo; y con el todo viene la
transformación.
La
palabra “unidad” es parte de la dualidad
“Cuando tales dualidades dejan de existir, la
propia Unidad no puede existir”… Usar la palabra “unidad” es también parte
de la dualidad. Si no hay dualidad, ¿cómo va a haber unidad? La naturaleza de
la existencia es no-dual, advaita, no dos. Nunca se puede decir “uno”, como
mucho “no dos”. Puedo decir lo que la realidad no es: no es dos.
Cuando no
puedes ver el amor separado del odio, ¿qué significado darás al amor? Si
alguien me pidiera que escriba un diccionario, ¿qué significado le daría a
amar? Los diccionarios sólo son posibles si el amor y el odio son diferentes,
opuestos… ¿Cómo podría definir el amor? (porque el amor también es odio); ¿cómo
la vida? (porque la vida también es muerte); ¿cómo a un niño? (porque un niño
también es un viejo); ¿cómo la beldad? (porque la beldad también es fealdad)…
Las fronteras desaparecen y entonces no puedes definir ninguna cosa porque
todas las definiciones dependen de los opuestos.
Todo hombre
es una mujer, toda mujer es un hombre. En esta existencia no puede existir nada
sin su opuesto. Tú has nacido de dos personas: una era hombre y la otra mujer.
Llevas a ambos en tu interior. Si una mujer se vuelve feroz, es más feroz que
cualquier hombre; si está enfadada, ningún hombre puede competir con ella. ¿Por
qué? Porque su mujer, en la superficie, está cansada y su hombre está siempre
descansando y más lleno de energía. Y cuando un hombre se entrega o se vuelve
muy amoroso es más femenino que cualquier mujer, porque surge la mujer que está
siempre descansando oculta…
Todo se funde
en lo opuesto. Cuando lo percibes, toda lógica parece inútil y la mente se
marea. Y cuando ves a través de todas las dualidades, dejan de existir; porque
el amor es odio. La palabra correcta sería “amorodio”; no dos palabras, sino
una. Lo correcto sería “vidamuerte”, “hombremujer” o “mujerhombre,…; no dos
palabras, sino una, juntas.
Pero entonces
también la unidad deja de existir. El dos desaparece; como consecuencia el uno
también. Es por esto que, cuando llegas a realizar la verdad, no es ni uno ni
dos: es vacío… Cuando el dos desaparece, también el uno se diluye y sólo queda
nada. Esta nada es la cima suprema de la iluminación, cuando lo ves todo vacío…
cuando todo se vuelve vacío.
Todos
los esfuerzos cesan
¿Qué vas a
tratar de conseguir en este vacío? No hay ninguna meta a la que llegar, nadie
para poder alcanzarla… Todos los esfuerzos cesan. “Ninguna ley o descripción es
aplicable a esta finalidad suprema. Para la mente unificada, en armonía con el
Camino, cesan todos los esfuerzos centrados hacia uno mismo”… Esta es la
paz de Buda, el silencio total; porque no hay nada que alcanzar, nadie para
alcanzarlo, ningún lugar donde ir, nadie que vaya. Todo es vacío. De repente,
todos los esfuerzos desaparecen. No vas a ninguna parte. Empiezas a reír,
empiezas a disfrutar de este vacío. Entonces no hay ningún límite para tu gozo,
van cayendo sobre ti bendiciones.
Si la
existencia es sentida como vacío, nadie puede perturbar tu felicidad, porque no
hay nadie para perturbarla. Eres tú; es tu dualidad lo que te perturba. Si
puedes ver que lo opuesto está oculto, de pronto no pides nada, no buscas nada,
porque sabes que pidas lo que pidas, vendrá lo opuesto, te será dado lo
opuesto. Entonces ¿para qué pedir nada?
“Cesan todos los esfuerzos enfocados hacia
uno mismo” cuando este vacío es visto como tal. La mente que quiere lograr cae,
desaparece entre el polvo… “Las dudas y
las vacilaciones se desvanecen y vivir en la fe verdadera es posible”… Normalmente
lo que se enseña en las iglesias y templos no es fe, sino credo: “¡Cree en
Dios!”. ¿Pero cómo vas a creer? Porque cada creencia alberga en sí su propia duda.
Por eso insistes en decir: “¡Yo creo plenamente!”. ¿Por qué este énfasis? Muestra
es que en algún lugar hay una duda oculta y la estás escondiendo con la palabra
“plenamente”. Por eso los creyentes no quieren oír nada que vaya en contra de
sus creencias: siempre tienen miedo de que pueda tocar la duda oculta y esa
duda se desarrolle.
Creyentes que
se vuelven incrédulos, incrédulos que se vuelven creyentes... ¡cuántos cambios!
¿Por qué? Porque lo otro está ahí oculto. La creencia alberga en sí la duda, al
igual que el amor alberga en sí el odio y la vida alberga en sí la muerte.
Entonces, ¿qué es la fe?
La fe ocurre
sólo cuando la dualidad ha caído; no es una creencia en contra de la duda.
Cuando ambas, creencia y duda, han desaparecido, ocurre algo que es fe, que es
confianza. No confianza en un Dios, porque no existe la dualidad, tú y Dios. No
se trata de que confíes, porque tú ya no estás; porque si tú estás entonces
habrá otros. Cuando todo es vacío, la confianza florece; el vacío se convierte
en el verdadero florecimiento de la confianza. La palabra budista shraddha (fe,
confianza) es muy diferente al de la palabra “creer”. No hay nadie para creer,
nadie en quien creer; todas las dualidades han caído. ¿Qué puedes hacer
entonces? Simplemente confías y fluyes con la corriente. Te mueves con la vida,
reposas con la vida… flotas en el Río de la Vida.
Si la vida
trae nacimiento, confías en el nacimiento; no te quejas. Si trae muerte,
confías en la muerte; no dices que eso no está bien. Si trae flores, de
acuerdo; si trae espinas, de acuerdo. Si la vida da, así es; si la vida quita,
así es. Esto es confianza. No hacer una elección por tu cuenta y dejarlo todo a
la vida, lo que sea... No desear ni hacer demandas e ir donde la vida te lleve,
pues ahora sabes que, en el momento que exijas, el resultado será lo opuesto.
Intenta
entender esto: todo lo que desees irá hacia su opuesto. Entendiendo esto, los
deseos desaparecen. ¡Cuando el desear desaparece llega la confianza! Confiar
significa ir por la vida sin ninguna expectativa, sin ningún deseo o demanda
por tu parte. No pedir, no quejarse. Aceptando lo que sea que ocurra. Y esto no
es algo que tú hagas. Si lo estás haciendo tú, entonces hay rechazo. Si dices:
“Sí, aceptaré”, has rechazado. Dices: “Aceptaré lo que sea que ocurra”, pero
detrás de esto hay un profundo rechazo.
La confianza
ocurre viendo la realidad de que lo opuesto está implicado en todas las cosas.
No es que digas: “Acepto”; no es que aceptes por impotencia. Es simplemente que
lo opuesto está implicado en la naturaleza de las cosas. Mirar los hechos, la
verdad, en el fondo de tu ser, te da confianza… Si me doy cuenta de que he
nacido, entonces es un hecho que voy a morir. Esto es sencillamente un hecho.
No lo acepto porque no hay rechazo; simplemente confío. Cuando confié en nacer,
la vida me dio el nacimiento; y yo confié. La vida me traerá la muerte; y yo
confío.
Lo
desconocido está siempre ahí. Confiar significa entrar en lo desconocido, sin
hacer ninguna demanda. Entonces no puedes ser desgraciado y la felicidad incausada
va inundándote. ¿Cómo puedes ser desgraciado si no demandas nada?; ¿quién te va
a hacer desgraciado si no demandas nada? La vida parece tan desgraciada porque,
pidas lo que pidas, la vida parece ir exactamente en el sentido contrario. Si
no demandas nada, la vida se convertirá en una bendición; cualquier cosa que
ocurra es divina.
Y cuando te
adaptas tan profundamente a la vida, las dudas, la incredulidad, desaparecen. Surge
una fe que no es una creencia, que no necesita de ningún Dios en el que creer. ¿Para
qué un Dios?; ¿no es suficiente con la existencia?; ¿para qué personificarla?...
¿Qué son tus dioses? Tus proyecciones. Y ¿por qué proyectas? Porque quieres
estar protegido. Sin un Dios te siente desamparado; sólo quieres que alguien te
ayude. Al pedir ayuda, tú mismo te estás creando sufrimiento, pues ocurrirá lo
contrario. Sentirás que Dios no te escucha a pesar de que has hecho todo por tu
parte.
Desconfianza
significa que tienes que imponer algunas ideas. Te crees más listo que la
propia vida. Eso es incredulidad. Quieres imponerte a ti mismo. Y confianza
significa: “Yo no soy nadie, voy donde la vida me lleve, donde sea (hacia lo
desconocido, luz o oscuridad, muerte o vida). Donde me lleve, estoy preparado.
Estoy siempre listo, me adapto”. ¿Pero cuándo te adaptas? Sólo cuando cesa la
dualidad; cuando puedes ver y el propio ver se convierte en el final… el final de
los deseos, de las demandas.
De
un solo golpe
“De un solo golpe somos liberados del
cautiverio”… No se trata de un asunto gradual, no es poco a poco. Cuando
ves la verdad, de un solo golpe eres liberado.
Y no es
cuestión de hacer esfuerzos, pues cualquier cosa que hagas lo harás con la
mente y la mente es la causa de todas las desgracias. De hecho, todo lo que
hagas con la mente supondrá un esfuerzo, la reforzará aún más y será una
elección desde dos polos opuestos. Así te irás liando cada vez más. Por tanto, no
es cuestión de qué hacer, sino de cómo ver sin mente, sin elegir. La cuestión
no tiene que ver con el hacer ni con la acción, sino con la cualidad de la
consciencia. Cómo estar más alerta y consciente, esta es la única cuestión.
Cómo ser tan consciente que puedas ver más allá de la mente, de modo que los
opuestos se conviertan en uno y las dualidades cesen.
En una aguda
penetración de consciencia desaparecen tanto los pecadores como los santos,
porque ambos pertenecen a la dualidad. Y Dios muere y el Diablo también, porque
ellos pertenecen igualmente a la dualidad, los ha creado la mente. Dices que
Dios es amor y el Diablo odio, que Dios es compasión y el Diablo violencia y
que Dios es luz y el Diablo oscuridad. ¡Qué idiotez!, porque la oscuridad y la
luz son dos aspectos de la misma energía. Al igual que bien y mal, correcto e incorrecto,
moral e inmoral… son polaridades de un solo fenómeno. Y ese fenómeno es la
existencia… Dios, Diablo… la existencia es ambos… El día y la noche, el cielo y
el infierno… todo, está junto. Y cuando ves esto, ¿dónde está la elección?, ¿qué
sentido tiene elegir algo o pedir algo? Todas las demandas cesan. Surge la fe,
aparece la confianza. En el vacío de la verdad, donde la dualidad cesa y ni
siquiera puedes ver que uno es, florece un fenómeno desconocido: la confianza.
Observa,
estate más alerta
“Nada se aferra a nosotros y nosotros no nos
aferramos a nada. Todo está vacío, claro, autoiluminado, sin el empleo del
poder de la mente. Aquí, el pensamiento, el sentimiento, el conocimiento y la
imaginación no tienen ningún valor”… Entonces uno vive… Uno, solamente, ¡vive!
Uno respira, solamente respira. Sin imaginación, sin pensamiento, sin mente.
Confías en la existencia y entonces la existencia confía en ti. Este encuentro
de confianzas es la bienaventuranza suprema, el éxtasis, el samadhi.
Tienes que
ver, tienes que observar la vida; hazte un observador, mira en todas las cosas.
Cuando estás en tal equilibrio y tranquilidad, cuando no demandas amor, cuando
no quieres estar lejos del odio, cuando no te aferras a nada y nada se aferra a
ti, de repente ni amas ni odias; de golpe, se acaba la dualidad… Estarás vacío…
No habrá ni amor ni odio, pues sólo puede haber uno cada vez. Ambos juntos, se
niegan entre sí. De repente, ninguno de los dos está ahí; solamente quedas tú,
en total soledad. No hay nada, ni rastro de nada. Este es el vacío, shunyata.
Y si puedes
verlo en una dualidad -por ejemplo, en vida-muerte o en amor-odio-, lo has
visto en todas las cosas, entrando en una cualidad completamente diferente de
la existencia y llenándote de Confianza. No es algo en lo que tengas que creer,
una doctrina; no tiene nada que ver con ningún Dios. Tiene que ver con tu
consciencia. Plenamente alerta, viendo a través, te vuelves libre; y de un solo
golpe.
No pienses en
ello, intenta verlo en la vida. Será doloroso porque cuando estás sintiendo
amor no quieres pensar en absoluto en el odio. En realidad tienes miedo de que,
si piensas en el odio, todo este éxtasis de amor desaparezca. Cuando estás vivo
no quieres pensar en absoluto en la muerte, pues tienes miedo de que, si
piensas demasiado en ella, no te sea posible disfrutar la vida… Sin embargo, en
algún sentido, el miedo es conveniente. Ciertamente, si te vuelves consciente
de la muerte no te será posible disfrutar de la vida en la forma en la que
hasta la viniste disfrutando. Pero, sé sincero, ¿esta forma ha sido realmente
dichosa?, ¿no es verdad que ha estado llena de sufrimiento?
Si piensas en
el odio mientras haces el amor no te será posible disfrutarlo de la forma que
lo has estado disfrutando hasta ahora. Pero en realidad, ¿es un gozo o una
obsesión?, ¿has disfrutado realmente del amor? Si lo hubieras disfrutado
hubieras florecido, tendrías una fragancia diferente y no la tienes; tendrías
una diferente iluminación del ser y no la tienes. Entonces ¿qué clase de gozo
ha sido este amor, esta vida y todo lo demás? No, simplemente has estado
engañándote.
Tu amor no es
otra cosa que un tóxico, una droga. Caes en él por unos momentos y lo olvidas.
Luego llega el odio y caes en la desdicha. Y de nuevo, porque estás infeliz,
buscas amor. Pero tu amor no es otra cosa que caer en un sueño profundo. Este
ha sido tu patrón. Todo lo que llamas felicidad no es otra cosa que caer en el
sueño… De nuevo vuelve el odio, de nuevo entra el mundo y las preocupaciones y
de nuevo vuelves a la rueda. Esto es lo que has estado haciendo durante innumerables
vidas.
Ahora, mientras
experimentas el amor, observa, no tengas miedo, cómo se va convirtiendo en
odio. Mientras estás vivo, observa cómo vas yendo hacia la muerte; observa cómo
tu juventud se va convirtiendo en vejez. ¡Mira lo opuesto!... Se necesita
valor, porque no reforzarás los viejos patrones. Por el contrario, los
destruirás… Y alcanzarás una tranquilidad que transciende los dos opuestos y de
un solo golpe: por primera vez serás un alma libre; tú eres la propia libertad.
Por esto a este estado supremo se le llama moksha, libertad.
No hay que
hacer nada. Sólo tienes que darte más cuenta de tus quehaceres, hacerte más
consciente. Esta es la única meditación: estate más alerta. En un momento de
aguda consciencia, la consciencia se convierte en un arma y de un solo golpe se
rompen todas las cadenas.
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Fuente: Extracto
del capítulo 8 de “El Libro de la
Nada ”, de Osho, realizado por Emilio Carrillo.
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