Desde el silencio de nuestras esencias percibimos lo que no podemos nombrar.
Desde la quietud de
la consciencia nos percatamos de aquello que ni tiene nombre ni lo puede tener.
No nombrar es fluir
en el No-Nombre hasta llegar allá donde todo ser se transforma en no-ser.
No nombrar no es no
decir, no es no proclamar; es dejar existir, es dejar ser.
Dejar ser: perfecta
conjugación de verbos eternos divinizados infinitesimalmente.
Dejar ser: vida,
muerte y renacer… Ciclo eterno de impermanencia constante y transformación de
instante en instante.
Ambos percibimos en
la distancia cercana el encuentro de corazones que se encontraron en un
encuentro que no nombramos y que, sin embargo, atisbamos al acecho, sin
posibilidad absoluta de equivocación en lo que su decisiones concluyan;
concluyeron, siendo.
Sabemos de qué
hablamos, aunque nadie entiéndanos.
Éxtasis de Alta
Contemplación a través del cual se entra donde no se sabe y se permanece en el
no sabiendo, hasta que el Corazón estalla en Locura de Amor.
Te vi en ella, como
me viste en él; y el silencio mudo y enquistado nos obliga a mantener el
secreto esparcido.
Ese secreto perpetuo
que sella el camino seguido por los que finalmente han salido de la mente.
Ese secreto lacrado
que protege la senda andada por los que finalmente han salido del lenguaje.
Ese secreto bien
guardado que esconde de toda vista el sendero recorrido por lo que finalmente
han salido del tiempo.
Nos hemos encontrado
a través de ell@s. Estamos siendo sin querer… tocamos el velo del manto
esparcido… Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo…
Queremos en un sin
querer, querer; en un sin querer les tocamos, les bendecimos, les proclamamos.
Les amamos, amándonos.
Tú y yo sabemos de
qué hablamos, de amores encontrados, acariciados.
Mantenemos en la
distancia, apagando y encendiendo el instante de otr@s, que nosotr@s somos.
En la profundidad de
un terciopelo sedoso, ido aunque no olvidado, olvidamos lo que vemos, lo que
sentimos.
Nos percibimos a
través de ell@s, cuando ell@s no nos sienten aún. Ni siquiera nos atisban.
Clamamos por sus
versos que son los nuestros sin dejar de ser de ell@s.
Amansando la caricia
de un tormento que deja de ser tormenta para transformarse en suave viento, en
suavidad al tacto álmico.
Y el tifón estalla y
crece y crece para que los que giran en su torbellino atisben por fin la Paz
inamovible del ojo del huracán.
Ese lugar cálido y
de cielos limpios donde tú y yo permanecemos gozosos oteando el carrusel
galáctico desde la dicha de nuestra felicidad incausada.
Almas ardiendo,
revoloteando, rabiando por no olvidar, por no desesperar en el recuerdo de
otr@s.
Almas... Almas al
viento volando sin alas visibles, sin alas bramadas.
Almas pariendo...
Partiéndose... Clamándose... Encontrándose...
¿Quién nos entiende
si no se entienden?
En el momento en que
se perciben nos perciben. Aclaman, chillan de amor, de luz estallada. Aman.
Amamos.
Tú y yo, lo sabemos
y nada podemos proclamar a los miles de tientos.
Conocemos del qué
sucedió en ese momento y, sin embargo, pese a lo pasado, pasamos sin tormento.
Esas dos almas un
encuentro alcanzaron... En seguridad se abrazaron y durmieron en ell@s.
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Autor: Deéelij&E.Carrillo
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