El Silencio no es meditar,
es una forma de vivir.
Todo nace en el Silencio.
Lo mejor del Silencio es que te permite vivir
sin necesidad de defenderte de nada, pues el único secreto de la vida, es
vivirla.
Pareciera que vives en la
intemperie, como si andarás descalzo, a flor de piel… pero en realidad el Silencio te enraíza en los
adentros y te hace caminar por la vida como si cada instante, cada paso, fuese en
tierra sagrada. Nunca estas fuera de casa.
El Silencio convierte en
sagrado cada encuentro, cada respiración, cada palabra. Habitar en el Silencio
es habitar en lo trascendente, o sea,
nada es rutinario, todo lo que se vive está impregnado de lo eterno, de ese
instante que ya nunca más podrás vivir.
El Silencio hace que
todo sea intenso, y vives desde
el asombro, tal y como viven los niños, que viven jugando, sin defensa, solo
entregándose a la experiencia, de corazón a corazón, desde la total
vulnerabilidad.
Quizás lo más maravilloso
del Silencio, es que te abre la puerta que conduce a la presencia de Dios. Y no se trata del
Dios omnipotente que desciende de los cielos, sino de un Dios camuflado en cada
rostro, en cada suspiro. El Silencio se eleva por encima de las diferencias y
realza la dignidad de cada individuo.
Donde existe Dios, donde
existe el Silencio, no hay miedo. El Silencio todo lo acepta, todo lo acoge,
todo lo recibe y puedes vivirte, conocerte y mostrarte, sin maquillaje, sin
artificio.
El Silencio es la desnudez.
¿Cuál es el secreto?
Toda verdadera experiencia
se inaugura, sólo, desde la
vulnerabilidad del Silencio.
En el Silencio todo es abundancia:
es la matriz de la Vida, donde todo es posible.
En el plano de la física
cuántica el Silencio es el equivalente del vacío.
Por eso en el Silencio todo se transforma: la oscuridad en
Luz, el caos en Vida, la desesperanza en ilusión, las amenazas en
oportunidades.
En el Silencio vives
desprotegido, pues no necesitas la identidad de la mente, de una estructura,
método o sistema. Ningún pensamiento, creencia o certeza te define o
defiende. Te dejas romper, pues sabes
que en la ausencia de justicia y de luz, también está la Vida.
En el Silencio no necesitas huir ni reaccionar. Ni te ocultas, ni te
adaptas. El Silencio es la Verdad.
Solo ante la autenticidad de tu propia experiencia, de
tu presencia, eres libre.
En el Silencio las heridas
no son cicatrices, sino adornos. Un corazón remendado en doblemente hermoso, pues ha experimentado la alquimia del
dolor, transformado en oro.
Y contemplas la Vida como
una danza, adentrándote en el Silencio de las almas, y todas son perfectas, y
están en el lugar perfecto, en la danza del Vacío.
El verdadero Silencio
siempre habla del vacío, el que habita dentro de tus átomos y el del Cosmos que
te rodea. ¡La perfecta armonía!!!
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Autora: Lourdes Tornos (maricelisilencio@gmail.com)
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