Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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21/6/17

Transmutación mental para una vida desprejuiciada


Apenas notamos la presencia de las personas a nuestro alrededor, las consideramos en relación a las creencias que tenemos, así solemos anticiparnos a juzgar si los otros nos van a ser útiles o nos van a perjudicar. Esta forma de andar por la vida “pre” viniendo todo, en un estéril intento de controlarlo todo, nos expone a frecuentes errores que entristecen nuestra existencia y nos alejan de lo que realmente somos.

Ahora bien, es momento de comprender que los que nos causa atracción o rechazo no necesariamente se corresponde con lo que es. En este sentido es posible reconocer que con los prejuicios se crea un segundo mundo que no solamente constituye una quimera sino que además resulta tóxico dado que envenena nuestros pensamientos, acciones y palabras.

Lo dicho pone en evidencia la fuerza que tienen las creencias para operar sobre nuestra consciencia paralizando su desarrollo dado que terminamos usando el pensamiento para hallar justificaciones a prejuicios que germinaron sin poder identificar con claridad su momento preciso de siembra. Es que resulta muy espinosa la búsqueda del origen de nuestros prejuicios en medio de tanta hipocresía institucionalizada sostenida en la mediocridad de una sumisión intermitente que se enciende para complacer a la autoridad de turno.

Igualmente, más allá de lo espinoso que resulte, debemos buscar incesantemente el huevo de serpiente que nos hace vivir cegados por múltiples cortinas en forma de prejuicios que conforman un sentido común marcado por la sospecha de todo lo que no se ajuste a nuestro sistema de creencias. Pero las cosas pueden y deben ser de otro modo, asumamos un compromiso con la sinceridad transmutando, cambiando la esencia de nuestros pensamientos con el fin de alejarnos de la venenosa autopreocupación.

Se trata de desacostumbrar el pensamiento de su hacer cotidiano para disciplinarlo con nuevas preguntas que no solamente consideren el “cómo y porqué es” sino que conjuntamente, y fundamentalmente, impliquen el “qué me enseña eso que es”. Para lograrlo se requiere previamente enfrentar el primer momento de cada nuevo acontecimiento desde una quietud que detenga la primera tendencia a actuar. Actuar en consciencia involucra interrumpir, por un rato, lo primero que intenta movernos para abrirnos al acontecimiento.

Dejar que el acontecimiento nos penetre, hasta que consideremos que lo estamos habitando, nos pondrá en mejores condiciones de actuar para transformar todo lo que resulte necesario. Esto nos conduce a la posibilidad de registrar sin prejuicios aquello que las personas hacen, quizás nos demos cuenta de que lo que ahora nos molesta de los otros fue parte de nuestra personalidad, o todavía lo es, aunque en un estado de negación. Dicha posibilidad se hace más cercana si, a esa información desprejuiciada, la usamos como materia prima para el proceso de construcción de conocimientos vigilando cada relación y contextualización desde un pensamiento hologramático, recursivo y dialógico.

Llevar al plano de la acción lo expuesto hasta aquí abre camino para alcanzar la caída de un pensamiento ensombrecido de creencias con el propósito de hacer nacer un pensar sensible al afuera pero también a las palpitaciones del alma sin miedo a que se cierren puertas, vale recordar que cada puerta cerrada es una oportunidad para la consciencia plena. En este terreno desprejuiciado, el pensar se vuelve energía que se materializa en acciones que aguijonean nuevos pensamientos. Y es en este movimiento dialéctico, entre acción y reflexión, donde encontraremos la clave para esquivar la perversa pretensión dominante de enajenarnos de nuestra propia vida. En consecuencia viviremos sin miedo compartiendo con los demás aventuras que, nos pueden besar o pegar, pero siempre dejarán una enseñanza.

Por último, resulta oportuno dejar en claro que una vida desprejuiciada supone de un pensamiento que no sea cómplice del maquillaje tranquilizador de la realidad, esconder bajo la venda una herida adormece la consciencia de la lastimadura pero no la cura. Se trata de un nuevo pensar que reconoce al acontecimiento como la irrupción de lo no esperado, de lo no sospechado, de aquello que no se deja atrapar por las creencias de las que disponemos.

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Autor: Diego Clementín (diegoemilioclementin@yahoo.com.ar)
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