¿Aún no lo has
recordado?... Te has encarnado en este plano para gozar de la experiencia
humana. Tras tantas vidas encarnado, es momento de que te des cuenta. Y para
ello no tienes que hacer nada. ¡Nada! Tu empeño por hacer es lo que impide que
te percates de algo tan simple. Basta con que dejes de hacer y te muevas en el
aquí-ahora no para lograr nada, sino para vivir la vida misma desde tu paz y
disfrutarla en su integridad y totalidad desde tu divinidad... Saborea todo lo
que el restaurante de la vida pone a tu disposición: lo dulce y lo amargo, lo
picante y lo suave, lo blando y lo duro… De hecho, no hagas distinciones, no
discrimines, no etiquetes… Muévete siguiendo la energía que emana de tu
interior y ejerce y comparte tus dones, tus talentos, tus capacidades, tu
creatividad… con entusiasmo y sin pretender ningún objetivo ni resultado. Y
obsérvate y mira a tu alrededor con los ojos de la consciencia. Verás a Dios en
todas partes, sin excepción, y las lágrimas brotarán imparables ante tanta plenitud...
Contempla extasiado cómo la existencia es infinitamente amorosa y generosa con
todo el mundo… Florece el árbol y lo hace igualmente el musgo que cubre parte
de su corteza; y las luciérnagas emiten la misma luz que las estrellas. Y tú,
libre ya de la identificación con el “yo”, eres cada árbol, cada musgo, cada
luciérnaga, cada estrella… La felicidad no es cuestión de tamaño ni de
cantidad. Es la cualidad de tu ser.
¿Aún no lo has
recordado?... Todos los seres humanos sois como ríos, todos desembocáis en el
océano: es cuestión de lo que denomináis tiempo, que realmente no existe. Pero
no lo convirtáis en una meta. Cuanto más rápido quieras ir, más lento te
moverás… Date cuenta de que cuanto más desees llegar, más estancado estarás,
porque tendrás miedo: el temor a no llegar te agarrotará… En tu proceso
consciencial has evolucionado hasta convertirte en un buscador. Sin embargo, ya
es hora de que dejes de buscar. Entiende que todas las búsquedas surgen de la
mente, de sus deseos; la consciencia nunca busca ni persigue nada. La
consciencia simplemente es: es ser, no un deseo. Has pasado muchas vidas
físicas buscando fuera la riqueza, el poder, el éxito, el prestigio, el
reconocimiento… y solo has obtenido sufrimiento. Ahora buscas a Dios y la
verdad, pero continúas buscando. ¡Ya está bien!
¿Aún no lo has
recordado?... Cesa toda búsqueda y la verdad llamará a tu puerta; abandona toda
meta y el Dios que es tú y todo se desvelará en su inmensidad y grandeza…
Cuando dejas todas tus quejas y todos tus anhelos, cuando ya no tienes ningún
motivo para ir a ninguna parte, de repente descubres que estás iluminado. Y
esto no conllevará nada extraordinario: simplemente te llenará la verdad, es
decir, aquello que hasta entonces te era desconocido. ¿No lo entiendes? Es
fácil: la mente es lo conocido; la verdad, lo desconocido. Cuando ya no hay
mente, hay verdad; cuando cesa lo conocido, lo desconocido llega a ti y te
envuelve cálidamente, amorosamente, divinamente.
¿Aún no lo has
recordado?... Una vez más: ¡pon a la mente en su sitio! Deja atrás todos los
conceptos y esquemas mentales; todas las creencias y teorías; todos los
paradigmas, pautas y valores generados por la mente y una sociedad
egocéntrica... Y abandona sobre todo la idea del bien y el mal que ciega a la Humanidad
desde que, metafóricamente expresado, Adán y Eva comieron el fruto del árbol
ubicado en medio del Paraíso –Libro del
Génesis (3,5)–. Ellos lo hicieron con el objetivo de ser como Dios. Pero tú
ya sabes que eso no es necesario, porque Dios es yo (y tú); y yo, para ser
Dios, no necesito hacer nada, sino, simplemente, cesar de ser “yo” (dejar de
identificarme con el “yo” físico, mental y emocional).
¿Aún no lo has
recordado?... Vive más allá del bien y
del mal; no hagas ninguna distinción entre bueno y malo; no efectúes dualidades
y acepta el todo tal como es. Solo tienes que decir: “Así es”… La suave brisa
está ahí y tú dices: “Así es”. El vendaval huracanado está ahí y tú dices: “Así
es”. La paloma está ahí y tú dices: “Así es”. El halcón está ahí y tú dices:
“Así es”. El santo está ahí y tú dices. “Así es”. El pecador está ahí y tú
dices: “Así es”… El todo deja que exista la brisa y el huracán; el todo deja
que nazcan palomas y halcones, santos y pecadores… Solo el todo sabe el porqué.
Desde luego, hay una razón, pero es un misterio del que se tiene que ocupar el
todo, no es para que te preocupes tú… Entra en el todo y no hagas ninguna
distinción, ninguna discriminación. Tú también sabrás por qué, el misterio se
desvelará ante tus ojos. Pero esto solo acontecerá cuando te hayas transformado
en el todo.
Viejo
hábito
|
Nuevo
hábito
|
Hacer,
querer, perseguir, buscar, desear llegar a algún sitio, tener metas, ir
rápido, quejarse cuando las cosas no son como tu pretendes, agarrarse a lo
conocido, discriminar, etiquetar, creer en el “bien” y el “mal”…
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Gozar de la
experiencia humana en su integridad y plenitud, sin necesidad de hacer nada
ni lograr nada, vivir más allá del bien y del mal y aceptar el todo tal como
es diciendo “Así es”… Un santo está ahí y tú dices: “Así es”. Un pecador está
ahí y tú dices: “Así es”.
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Texto extraído del libro Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo, del que es autor Emilio Carrillo.
Puedes acceder a él a través de esta web:
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