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La obra filosófica de Swedenborg: ciencia y espiritualidad
Swedenborg estaba animado por los intereses filosóficos centrales: la cosmología y la naturaleza del alma humana. Aproximadamente entre 1720 y 1745, estudió estos dos temas y publicó varios escritos con sus conclusiones. Su primera obra filosófica significativa, que apareció bajo el título de Química (1720), acentuaba su concepto de que todo lo pertinente a la naturaleza puede explicarse en términos matemáticos. Rechazó el concepto newtoniano de la existencia de partículas permanentes e irreductibles de materia, proponiendo en cambio la idea de que todo era esencialmente movimiento ordenado según pautas geométricas.
Alrededor de 1720, desarrolló su teoría de la forma en que el Universo llegó a existir, subsiste y continuará existiendo en el futuro. Una obra de 600 páginas, titulada Principios menores (se publicó póstumamente), presenta el producto de esos esfuerzos. Pero su obra más importante de estudios filosóficos apareció en 1734. Contenía tres volúmenes bajo el título general de Obras filosóficas y mineralógicas. En el primer volumen, que se titulaba Principia, siguiendo la costumbre de los filósofos del siglo XVIII desarrolla los resultados de sus reflexiones cosmológicas. Fundaba sus explicaciones sobre "los principios de las cosas naturales" en la experiencia, la geometría y la razón, postulando la creación de "un primer punto natural de materia". Este punto inicial, movido a la acción por la voluntad divina, consistía de puro movimiento (vibración pura de frecuencia infinita, aplicando el argot actual de
La experimentación moderna, particularmente aquella que se conduce en el campo de la energía atómica, ha confirmado muchas de las especulaciones cosmológicas de Swedenborg. Svante Arrhenius, Premio Nobel de Química y fundador de la físicoquímica contemporánea, sostiene que Buffon, Kant, Laplace, Wright y Lambert propusieron sistemas de la creación que ya aparecen, con anterioridad, en los Principia de Swedenborg. El segundo volumen de sus Obras filosóficas y mineralógicas se ocupa del hierro y el acero, y el tercero, del cobre y el bronce. En éstos Swedenborg no se ocupa solamente de la tecnología que comprende el tratamiento de metales, sino que incluye además especulaciones filosóficas sobre la constitución y el funcionamiento del Universo.
No hay nada en las Obras filosóficas y mineralógicas que sirva como indicio para entender que a su autor le satisfacía las explicaciones puramente materiales del Universo. Sus escritos reposan sobre la afirmación fundamental de que la fuerza divina (Esencia, Espíritu, vibración pura) sustenta (subyace: Inmanencia de Dios) toda la materia.
Su pensamiento se dedicaría, a continuación, a especular sobre las relaciones entre lo finito y lo infinito. Su voluminoso ensayo sobre lo Infinito, que se publicó en el 1734, lleva título completo de Bosquejo de un razonamiento filosófico sobre lo infinito, y la causa final de la creación, y sobre el mecanismo de la operación del alma y el cuerpo. En éste y otros estudios similares, Swedenborg sostenía que aun cuando lo finito no puede comprender a lo infinito, la razón exigía que se concluyera que el individuo humano es el fin de
Swedenborg desarrolló sus investigaciones sobre el alma, de manera más comprensiva, en un estudio que tituló La economía del reino animal, que apareció publicado en dos extensos volúmenes en 1740 y 1741. Tal como el título sugiere, concebía el reino vital como una maravillosa unidad, estructurada de manera bien estrecha en torno a un gran diseño que puso como centro de
En un segundo libro, titulado El reino animal, continuó sus investigaciones en torno a las posibles explicaciones racionales de las operaciones del alma. Era su esperanza, "dispersar las nubes que oscurecen el sagrado templo de la mente" y abrir de ese modo el camino a la fe. Otros libros de este período, algunos publicados en vida del autor y otros que dejó en forma manuscrita, incluyen El cerebro, Los sentidos, Los órganos de la generación y Psicología racional.
La economía del reino animal fue muy bien recibida por los eruditos de su época. Sin embargo, los bibliógrafos ignoran, por lo general, sus otras obras sobre el tema del alma. Los manuscritos inéditos, por supuesto, eran desconocidos fuera del círculo de los amigos íntimos del autor.
Swedenborg llegó a avanzar tanto como estaba a su alcance en el intento de explicar las tardes cuestiones de la existencia humana, valiéndose exclusivamente de la fe en la que había sido criado, a cuyo auxilio acudieron sus extraordinarias capacidades intelectuales. Los resultados de esta búsqueda le dejaron insatisfecho, pero muy pronto se abriría una nueva etapa de su vida, que debe ser analizada desde una perspectiva bien distinta.
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