Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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19/10/20

Política 4.0 (Visión sistémica del mundo: 40)

 

1.-Pequeño modelo sistémico de la Política

En los asuntos de la ciudad (de la “polis”), lo que caracteriza a los seres humanos es que cada cual vaya a lo suyo, excepto yo, que por supuesto, voy a lo mío. Es decir, demuestra un sentido de honestidad y sacrificio encomiable aquel que antepone los asuntos del conjunto de la “polis”, de la sociedad a los suyos propios. Porque si la tendencia natural es a que cada cual cuide por sus bienes y su situación personal y de su familia, de su grupo, de su tribu, frente a “los otros”, el político debe ser aquella persona que se comprometa por trabajar para el beneficio del conjunto de la “polis”, de la ciudad, de la sociedad y la defienda frente a “los otros”, en su caso.

Igual que lo que caracteriza el “estado estable” en lo personal es, que cada cual tenga y posea lo necesario y suficiente para crecer, satisfacer sus necesidades básicas, de seguridad y también ostensibles en armonía con esas mismas necesidades de los demás, es decir, que nadie tenga más a costa de que otros tengan menos, el estado estable social consiste en que todos gocen de la satisfacción de esas mismas necesidades. Siendo esto un perfecto desiderátum, queda claro que la realidad es otra bien distinta. Y no voy a profundizar en las causas de la desigualdad, que no es el caso.

Sin embargo, y a propósito de esto, sí quiero mostrar, un sencillo enfoque sistémico, que se muestra en el siguiente diagrama causal.

Estos dos bucles representan las fuerzas antagónicas en la Sociedad, donde por el lado personal, todos sin excepción tenemos nuestro propio ánimo de lucro o ambición de tener y donde el político que se precie, ha de trabajar en pos de un objetivo social. El primero tiene un objetivo de 100 de desigualdad, lo que supone ambicionar lo mío y lo de los demás, y el segundo debe tener un objetivo de cero (0) de desigualdad, que se supone es que la esta tienda a cero. La competitividad del mercado supone una lucha por acumular, un ánimo de lucro que inevitablemente supone un incremento de la desigualdad. Las políticas sociales y económicas deberían tender a disminuir esa desigualdad.

Es el equilibrio que soñaba Adam Smith en su teoría sobre la riqueza de las naciones. Pero ese sueño se viene abajo si la misma persona que asume un cargo político para trabajar en disminuir el contraste social (niveles bajos de desigualdad), participa también y a veces en grado sumo (por el poder que ostenta), del bucle privado donde el objetivo es el incremento del contraste privado (niveles elevados de desigualdad). Este es el motor que hace del mundo lo que es, que el político resulta ser juez y parte en este juego, pues él dirá que “yo también quiero ir a lo mío y además puedo”. De ahí la famosa sentencia del político e historiador inglés Lord John Acton: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Este es el código genético del político, en todos los tiempos. No lo puede evitar.

2.-De la Política 1.0 a la Política 4.0

Podríamos decir que la política 1.0, la de toda la vida, ha sido la impartida por los regímenes monárquicos (viejo régimen), la 2.0 son los regímenes liberales o Nuevo régimen, surgidos de las revoluciones de finales del Siglo XVIII, que comenzaron a dar paso a las repúblicas, a la separación de poderes, etc., con más o menos éxito y que florecieron de modo irregular durante el Siglo XIX. Diríamos que el Siglo XX propició el advenimiento de los regímenes democráticos o sistemas políticos 3.0, alcanzados con sangre, sudor y muchas lágrimas, dado que tuvieron que abrirse paso contra las dictaduras extremas que propiciaron las dos guerras mundiales y las revoluciones comunistas.

Y la política 4.0 es la actual, la que comienza a emerger desde hace ya bastantes años, vaticinada por el sociólogo y economista Robert Heilbroner (1919-2005), quien advirtió que la democracia era el mejor de los sistemas políticos salvo por un pequeño detalle, que debía ser respetada por una mayoría de ciudadanos cercana al 100%; de otra forma, los focos de inestabilidad provocado por los “outlawers” (fuera de la ley), la haría imposible. Y en estas estamos.

3.-Ley, orden y, por supuesto, democracia

Con independencia de la ambición de cada político, su sueño, su paraíso, no es la justicia y la igualdad, sino que lo que gobierne esté bajo el imperio de la Ley y el orden, es decir, que los ciudadanos estén tranquilitos, quietecitos y no molesten o, “todo por el pueblo, pero sin el pueblo”, por mucho que se quiera llamar a esto “democracia”.

Y para esto, es necesario que la gente tenga el “pan y circo” de los romanos. Y para esto, hay que enseñarles a obedecer. Y para esto, deben “no pensar”. Y para esto deben “no saber”. Y para esto deben “no querer” y “no poder”.

Es decir, de alguna forma, la Ley y el orden parece que sólo se consigue una de dos, o bien con una sociedad de seres sabios y angelicales o bien con una sociedad de seres ignorantes, programados para obedecer. Como lo primero es imposible (al menos en esta quinta raza raíz), hay que ir a lo segundo. Y esto desemboca en lo que todos conocemos como “Nuevo Orden Mundial” o Sociedad, Política y Economía 4.0. No sé si es mucho suponer o imaginar, pero hasta que se produzca el paso definitivo hacia la Política 4.0, plenamente dictatorial, la Política, en su era ideológica 3.0, ha tenido a bien conceder al pueblo, razonablemente culto, una “apariencia democrática” al Estado de Derecho, por supuesto. Y puesto que tenemos diez decimales, esto nos permite ver diferentes regímenes políticos, desde el 3.0 al 3.9 o incluso desde el 3.00 al 3.99. Es decir, que en la era 3.0, podemos incluir todos los sistemas actuales que pretenden dar el aspecto democrático, no solo en los países de la UE y Norteamérica, sino hasta en las dictaduras africanas, asiáticas o exsoviéticas que, por supuesto, amañan elecciones para mantener eternamente al dictador de turno elegido “democráticamente” por el pueblo soberano. Hasta la Alemania comunista blindada con un telón de acero, acuñó para sí el curioso nombre de “República Democrática” Alemana (RDA).

4.-El mito del noble salvaje

En muy pocos Estados la Democracia ha conseguido ser realmente lo que expresa su etimología (demos–cracia) gobierno del pueblo. Para que ello sea posible, es absolutamente necesaria una Educación humanística, que refuerce el sentimiento ético, los valores fuertes y suaves de la convivencia humana y el sentido de la solidaridad. Pero que los sistemas educativos se esfuercen ahora, en desarrollar el componente eminentemente racional y científico, convirtiendo a nuestros hijos en fantásticos diseñadores de software, nos aleja de una sociedad que sepa vivir estos valores humanos. Lo referimos en la entrega 36 sobre la Educación 4.0. Todos los ingenieros de software de las redes sociales tipo Facebook, Twitter o Instagram, son chavales de veinte y tantos años, de prodigiosa inteligencia, pero con una moralidad casi igual a cero, e inconscientes de ello, al haber creado (y lo reconocen) la droga de la esclavitud digital que hemos referido en la entrega sobre Sociedad 4.0.

En 1755, Rousseau, decía algo así como que “algunos se han apresurado a concluir que el hombre (en su estado natural) es naturalmente cruel y que hay necesidad de organización y educación para civilizarlo, cuando nada hay tan dulce como él en su estado primitivo, cuando la naturaleza lo ha colocado a igual distancia de la estupidez de los brutos y de las luces funestas del hombre civilizado". Esta idea la expresa el mismo Rousseau en la frase “el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”.

Es decir, cuando en la escuela y en el seno del hogar, al niño (supuestamente) se le enseña las virtudes humanas y a reconocer los delitos y pecados como errores castigables, incluso religiosamente, cuando ese niño al crecer, ve que en la vida realmente lo que ocurre es al revés, que son los vicios y pecados los que prevalecen y se premian, mientras que ve como la gente de bien vive utilizada, sometida y castigada, ese niño, que fue formado como noble, se convertirá en un salvaje. Y si a ese niño, se le ocurre la genial idea de hacer política, tendremos, sin lugar a dudas, la casta de “nobles salvajes” políticos de la que disfrutamos en la actualidad.

Me contó un buen amigo mío que si uno, para luchar contra las desigualdades sociales, etc., decide meterse en política, ha de afiliarse a un partido, es decir, como en la religión, ponerse las orejas de burro y no ver nada más que por las ideas del partido, condenando a las demás como falsas y equivocadas (Primer error). Pero si pretende practicar el bien y la justicia y, sobre todo, mantenerse al margen de corrupciones (Segundo error) los demás compañeros de partido le mirarán mal, pues será como un punto blanco entre un cuadro gris, así que “o te mojas tú también o te vas”. Y si considera que, en el seno del partido, somos como los mosqueteros, “uno para todos y todos para uno” (Tercer error), pues te equivocas de punta a rabo, pues en política, “el adversario le tienes en frente, pero el auténtico enemigo, le tienes al lado”, tu compañero de partido, con el que tendrás que luchar con uñas y dientes para medrar y conseguir puestos de relevancia.

Así, todo político que se precie tiene que corregir sus tres errores y, sólo así, tiene alguna posibilidad de pasar de formar parte de las juventudes del partido.

Es decir, la Política, inevitablemente es lo que es, pragmatismo absoluto con apariencia democrática, progresista y de defensa del bien común. Y el político es (salvo honrosas excepciones) alguien bueno y noble que creía honestamente luchar por el bien de la sociedad, pero que para ello ha tenido que convertirse en un fanático etimológicamente maniqueo (primer principio), susceptible de ser corrompido (segundo principio) e individualmente egoísta (tercer principio). Tres principios que corrigen los anteriormente descritos tres errores del pardillo que pretende luchar por el bien común. Es decir, buenas personas totalmente prostituidas por el “Sistema”, con capacidad de manipular la vida y los bienes de la gente. Y por supuesto, “insistir en los errores del partido cueste lo que cueste”.

5.-El proceso de involución de la honestidad

Si bien la Política se ha regido siempre por estos tres principios, la intensidad con la que se ha expresado en la vida social, ha ido en aumento, desde la política 1.0, donde hasta se aceptaba que el Rey lo era por voluntad divina, hasta la 3.0, donde se ha ido pasando de las grandes figuras políticas, los grandes estadistas y grandes y afamados jefes de estado, con cierta integridad moral, a una jaula de grillos, gente, muchas de ellas sin oficio ni beneficio, que han visto en la Política una forma de forrarse o de al menos ganarse la vida. De oficio, albañil, fontanero, político, etc.

Hasta hace bien poco (veinte o treinta años, digamos que hasta el 2000), el político era habitualmente, una persona con carrera, con un medio de vida hecho, de mediana edad, acostumbrada a resolver los problemas de su puesto de trabajo, de su sección, de su departamento o de su empresa; es decir, había aprendido a resolver profesionalmente los problemas de su profesión, de su empresa y de su gente. Y sólo entonces, debido a su prestigio, accedía a la vida política durante un tiempo, hacer un buen trabajo, para luego, volver a sus cuarteles de invierno o, por la puerta giratoria, a un cómodo puesto preparado por alguna empresa beneficiada por sus gestiones.

Ahora no, un porcentaje cada vez mayor de políticos apenas desde que les salieron los dientes y, con cara aún de niños o jóvenes adolescentes, acceden a cargos de concejales, alcaldes, diputados, ministros y hasta de presidente. Es decir, no han sido educados en los valores humanos sino directamente en los referidos tres principios, maniqueísmo, corrupción y visión individualista de la vida, compensada con una increíble dosis de sagacidad, astucia e hipocresía para hacer ver a la gente que luchan por ideales que ocultan simplemente la necesidad de vivir desde que salen de la escuela primaria, de la Política, a ser posible, hasta que se jubilen, o hasta terminar de pagar la hipoteca del chalet y, con una sabrosa pensión vitalicia. Y en no pocos casos se agarran a la Política con uñas y dientes, para mantener el aforamiento y la inmunidad lo más posible, no sea que cuando la pierdan, la Ley caiga con todo su peso contra ellos, por los tremendos delitos cometidos durante sus mandatos.

En cualquier caso, los políticos son hijos de la sociedad que los ha amamantado, así que tampoco podemos quejarnos, porque sus virtudes y sus defectos son exactamente los nuestros; de ahí el dicho de que “tenemos los políticos que nos merecemos”, dado que cualquiera de nosotros, puestos ante la oportunidad, no sé si caeríamos también en la tentación.

6.-La mentira como herramienta imprescindible

Con aires de modernidad, los políticos han convertido la vida pública en un circo mediático basado en la mentira. “La Política es el arte de saber mentir”, que ya decía D. Julián Marías. La mentira es esencial en la política actual. Lo ha sido siempre, pero en la actualidad es imprescindible. Ante una realidad aceleradamente distópica en una sociedad también aceleradamente distópica, el control de todas las variables por las que el “sistema social” funciona es cada vez más difícil de mantener en niveles de estabilidad. De nuevo el concepto sistémico del tamaño y complejidad crecientes hace que, como en los dinosaurios, sea cada vez más complicado mantener la homeostasis social bajo control. Si a esto se le añaden las fortísimas tensiones que una vida política bronca como la actual generan entre los propios partidos, al político no le queda otra que mentir, primero para conseguir sus propios fines (en esta vida todo el mundo va a lo suyo, excepto yo, que voy a lo mío) y, segundo para sosegar a una sociedad cada vez más inquieta, consternada y casi aterrada ante un cada vez más incierto devenir.

La mentira es la herramienta fundamental del político, como el bisturí del cirujano. Sin la mentira, a veces flagrante mentira, el político no puede hacer nada, porque como diría Al Gore, “la verdad es incómoda” y al pueblo hay que decirle lo que desea oír. Por eso la ficción arrastra a las masas mucho más que la verdad. De modo que la credibilidad de un político es básicamente “cero”; sólo ratificable si alguna de sus obras y, por casualidad, coincide con lo que alguna vez dijo. Con lo cual, las sesiones parlamentarias son, en esencia una pérdida de tiempo o acaso, una forma de mantener entretenidos a los comentaristas y medios de comunicación y al personal que todavía los sigue por televisión. Las tertulias de la mañana son, como un partido de fútbol, a veces apasionantes y siempre entretenidas. Como pasatiempo no están mal.

7.-Políticos de barrios de aluvión

Con todo el poder que podemos ver que tienen nuestros presidentes y jefes de Estado, salvo excepciones, estos chavales, apenas si ostentan alguna capacidad de hacer algo que no sea los que les mandan los que ostentan el Poder Real, los que tienen el dinero, es decir, la Banca, las grandes entidades geopolíticas (UE) y corporaciones internacionales (la corporatocracia que John Perkins describe perfectamente en el libro “Confesiones de un gánster económico”) y, por encima de todas ellas, y la Oligarquía, la Élite mundial, que Martín González describe de un modo magistral en el capítulo V – Política, de nuestro libro “Consciencia y Sociedad distópica”, con esa configuración en ondas o círculos concéntricos en los que las grandes corporaciones y hombres auténticamente poderosos (como las familias judías de la Banca o el Club Bilderberg, pongo por caso) forman el tercer círculo y nuestros grandes políticos, un ridículo y bochornoso cuarto o quinto círculo, como perritos falderos o mocitos de café de los líderes del Tercer Círculo, dispuestos obedientemente a ser la voz de su Amo, los tontos útiles de sus oscuros intereses.

Como indica Martín, el segundo círculo lo forman esas sociedades secretas constituidas por los Masones, los Iluminatti y demás familias y entidades secretas de las que apenas sabemos nada, pero que están ahí, manejando los hilos del poder. Y nos queda el primer círculo, determinadas personas, completamente desconocidas que literalmente han vendido su alma al diablo y que son en esencia, los amos del mundo.

Y por último y fundamental, el Núcleo del Poder, una entidad no humana, demoníaca bajo la que está toda la Humanidad sometida.

8.-Lucifer ha caído

Lucifer ha caído sobre nosotros”, que como un mantra rezaba con sus compañeros de monasterio, el hermano Francis de Utha, de la orden de la Memorabiblia, en la novela “Cántico a San Leibowitz” de Walter Miller, allá por 2100, tras la Guerra nuclear. Pues sí, Lucifer ha caído sobre nosotros, es la Élite bajo su mando, dispuesta a sumergir la Humanidad en la única forma posible de régimen político capaz, eso sí, de mantener una nueva estabilidad social.

Visto desde un enfoque y visión sistémica, sin apasionamiento, el NOM es la única baza que le queda al diablo para mantener su obra en pie, antes de que las leyes sistémicas de la Naturaleza tiren todo por tierra. NOM y Política 4.0 y Sociedad 4.0, son en esencia lo mismo. La propia idea de la Globalización es una iniciativa perversa que ha facilitado los flujos transnacionales de materia, energía, información y, sobre todo, dinero, para que puedan ser gestionados de modo centralizado; y con ello, de paso dejar en el ostracismo a las soberanías nacionales. Recuerdo la tabarra que se dio a comienzos de siglo con los beneficios de la Globalización, pero desde Manos Unidas, con quienes yo colaboraba, por aquel entonces, veíamos todo el proceso con un más que razonable escepticismo, porque ya entonces, en sus comienzos, veíamos que “nadie da puntada sin hilo” y mucho menos los grandes poderes del mundo. Para los países en vías de desarrollo ha sido la puntilla, que garantiza que jamás saldrán de la pobreza, aunque para que no se note demasiado, las estadísticas de Naciones Unidas traten de mostrar ligeros avances, maquillando las cifras.

Finalmente, con la Globalización, el inmenso poder mundial ha ascendido a donde la Élite quería tenerlo. En el otro extremo están los nacionalismos, acaso como respuesta a aquello, a veces ridículamente provincianos, que pretenden exacerbar el maniqueísmo supremacista de una determinada tribu, por encima del resto del mundo, tanto que, llegados al extremo, siempre han terminado en la escisión social y finalmente en guerras, entre ellas, las dos guerras mundiales y otras tantas múltiples guerras regionales.

Así que, bien por un lado, bien por el otro, el panorama pinta mal, muy mal para la Humanidad, eso sí, para honor y gloria de la Élite, en último extremo, del diablo.

9.-Política 4.0

En cualquiera de los casos, tanto en el globalismo como en el nacionalismo, lo que ha muerto definitivamente en la Política 4.0 es la libertad individual y de expresión. De alguna forma, todo apunta hacia un control cada vez más férreo de la población, no sólo de lo que hace, sino de lo que dice y piensa. Uno pensaría que la Élite, tradicionalmente asociada al libre mercado, al liberalismo económico, no consentiría el florecimiento de regímenes dictatoriales. Y, sin embargo, lo está permitiendo o, eso parece, al no hacerle ascos (aparentemente) a gobiernos de extrema izquierda, como el actual de España. Y la verdad es que tiene sentido, porque la cuestión consiste en ir eliminando la competencia, la pequeña empresa, que es lo mismo que eliminar la propiedad privada, para centralizar la capacidad económica en empresas cada vez más grandes, más descomunales, con Estados cada vez más colaboracionistas del NOM, poniendo todo su país en venta al mejor postor.

Por otra parte, a nivel de la libre expresión, si nos damos cuenta, en todo el mundo se está asentando lo que se denomina el lenguaje “políticamente correcto”, de modo que, si uno se expresa de una forma diferente, puede que sea marcado como antisocial. Este, no es sino el primer paso para la imposición, a riesgo de cárcel o exclusión social, del pensamiento único. Por ejemplo, la imposición del pensamiento inclusivo, que obliga incluso a destrozar la propia lengua con frases de género redundantes, no es sino una forma, por cierto bastante grosera, de imponer al conjunto de la ciudadanía, una forma concreta de pensar, por supuesto en aras de un supuesto bien social. Todo ello oculta ideologías maniqueas, feminismo frente a machismo, homofilia frente a homofobia, oficialistas frente a negacionistas, antirracismo frente a racismo, progresistas frente a fascistas. Y nos obligan a ser plenamente lo uno frente a plenamente lo otro. Es imposible ser ecléctico, está prohibido buscar la verdad, porque la verdad la tienen ellos, los que mandan e imponen por la vía prácticamente legal, pensar de una determinada y diferente manera.

Y a todo esto, la Élite y sus fieles servidores, los políticos, cuentan con el inestimable apoyo de un poder legislativo que elabora leyes que rompen el sentido común, que llegan a ser la expresión viva de esa imposición de pensamiento y de algo sorprendente, la defensa explícita del delincuente frente a la víctima. Pongo el caso de cómo la Justicia española aborda de forma abracadabrante el problema de los okupas. O cómo el feminismo exacerbado condena al varón por lo que sea, por el simple hecho de serlo y sin respetar la presunción de inocencia.

Por último, el globalismo está provocando una progresiva pérdida de identidad nacional. En el extremo, el discurso político, tiende a convertirnos en apátridas de lo que han sido nuestras identidades nacionales, para transformarnos o bien en fanáticos defensores de nuestra comarca (la república independiente de mi casa) o simplemente en gente sin patria y sin bandera. No son de extrañar, con todo, movimientos del tipo Brexit, en una nación como el Reino Unido, nostálgica de su viejo imperio, que trata de mantener en la memoria con su vieja Commonwealth. Es otra forma de expresión de los nacionalismos a ultranza.

Todo esto, no es más que un botón de muestra de hacia dónde se dirige la actual política mundial, 4.0, que se mueve bajo extremadamente poderosas fuerzas antagónicas, que están poniendo en riesgo, no ya la estabilidad (que se perdió hace mucho tiempo), sino la propia supervivencia de este MODELO 1 de mundo, que hemos conocido.

Los dinosaurios no tuvieron tanta capacidad de resistencia.

10.-Sin noticias de Dios

Al referirme al inexorable proceso de pérdida de honestidad política, decía que “tenemos los políticos que nos merecemos”, porque ellos salen de una sociedad que ha perdido cualquier tipo de valor moral y ético de los que siempre han adornado a la condición humana. Gandhi decía, no obstante que, “en el mundo prevalece mucho más el amor que el odio; de no ser así, el mundo se habría destruido hace mucho tiempo”. Esto lo decía en tiempos duros, como la Segunda Guerra Mundial. Con todo, y tras la época de bonanza que nuestra generación (la mía en concreto) ha vivido desde los años cincuenta hasta finales del Siglo XX, sin guerras (en el Occidente desarrollado), en una situación de distopía total como la que vivimos, no sé si Gandhi se mantendría en su aserto. Es cierto que hay muchas más personas de buena voluntad que infames, pero el despliegue de caos que desatan estas, sólo es compensado con esa sobreabundancia de amor que despliegan aquellas. Es como los Curris y los Fraggle, los encantadores personajes de la serie infantil Fraggle Rock. Mientras los Curris levantabas inútiles construcciones de caramelo, los Fraggle se las comían. Pues eso, la gente de buena voluntad, construye una sociedad de amor y los Fraggle la destruyen. Pero hasta ahora parecía haber una estabilidad entre los Curris y los Fraggle. Ahora, parece que la balanza se está decantando del lado de los Fraggle, de los infames, encarnados en la clase política, financiera y económica, toda ella controlada cada vez más por la Oligarquía, por la Élite.

Pero el tío Matt, el anciano sabio de Fraggle Rock, no parece hacer nada para evitar ni el desorden ni el desastre. No tenemos noticias de Dios. Y todo parece que la tendencia social es a que no interesa tener noticias de un Dios que ya Nietzsche dio por muerto hace mucho tiempo. El transhumanismo, que es el tránsito al posthumanismo, tiene un sueño húmedo que es un ser humano híbrido, inmortal, biónico y con una inteligencia elevada a la enésima potencia gracias a la Inteligencia Artificial; una fusión hombre máquina, como medio de gobernar este mundo, con muy pocos alphas biónicos y una inmensidad de épsilons.

En este “escenario 2050-2100”, Dios habrá quedado completamente excluido de la ecuación.

Viendo la actual película desde fuera, como si fuéramos extraterrestres, uno ve cómo el mundo en general va inexorablemente en una dirección absolutamente caótica, donde la Élite trabaja con la imprescindible ayuda de toda la Tecnología 4.0, por conseguir un descomunal salto de escala que le permita superar el agotamiento de los rendimientos decrecientes de la actual sociedad, mientras la gente llana, se aferra, en su caso, a sus creencias en un mundo mejor, cada cual en su paraíso religioso, los cristianos por un lado, los católicos por otro, los musulmanes, judíos, budistas y sintoístas, cada uno por el suyo, con una importante dosis de un supremacismo maniqueo que les mantiene separados por un mismo Dios. Las organizaciones religiosas NO PUEDEN tirar la primera piedra.

Por supuesto, en una situación tan ridícula como esta, Dios debe estar hecho un lío, ¿a quiénes va a hacer caso, si cada cual se considera en posesión de la verdad (y esta vez de la verdad absoluta)? Como diría, de nuevo, Nietzsche

El convencimiento absoluto es más peligroso para la verdad que la propia mentira”

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Autor: José Alfonso Delgado (Doctor en Medicina especializado en Gestión Sanitaria y

en Teoría de Sistemas) (joseadelgado54@gmail.com)

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La publicación de las diferentes entregas de Visión sistémica del mundo se realiza en

este blog, en el contexto del Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica, todos los lunes

desde el 20 de enero de 2020.

Se puede tener información detallada sobre los objetivos y contenidos de tal Proyecto

por medio de su web: http://sociedaddistopica.com/

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