Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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18/4/19

El puente de los monos (Los cuentos de Noor Inavat Khan. Alias: Madeline) (1) Presentado por Deéelij



Introducción

Deéelij os presenta el primero de veinte cuentos que Noor Inavat Khan escribió en vida. En este Blog se la conoce, en su actual reencarnación (como ella asegura) como Noor Madeleine, aunque le gusta firmar sus mails como Madeleine. En cualquier caso, Teresa (sin apellidos que no quiere más identificación) ha encontrado en Internet el libro con tales cuentos y amablemente los ha traducido. Mi aportación es convencer a Emilio de que los publique en su Blog por dos motivos, (1) el contenido de los cuentos reflejan siempre una enseñanza, normalmente es una enseñanza de amor, de entrega por los demás, de lucha por los demás, de servicio a los demás, y podemos aprender de tales cuentos, muy breves, por cierto. (2), Es un tributo a aquella mujer que siendo espía de inteligencia para los aliados en la segunda guerra mundial demostró muchas virtudes en su lucha contra la barbarie nazi, fue capturada y finalmente fusilada.
Finalmente, espero que a Madeleine le guste recordar los cuentos que nos dejó escritos en aquellos duros tiempos. Empecemos.


El puente de los monos

Una vez, un mono gigante gobernó ochenta mil monos en las montañas del Himalaya.  Y, a través de las rocas donde vivían, corría el rio Ganges antes de alcanzar el valle donde estaban construidas las ciudades.  Y allí donde caía el agua burbujeante de roca en roca estaba un magnifico árbol. En la primavera brotaban tiernas flores blancas  y más tarde se cargaba de frutos tan maravillosos que ningún otro fruto podía comparárseles, y los dulces vientos de la montaña  les dieron la dulzura de la miel.
¡Qué felices eran los monos! Comían los frutos y Vivian a la sombra del maravilloso árbol. De un lado del árbol las ramas se extendían sobre el agua. Por esto cuando aparecían las flores en esas ramas, los monos las comían o destruían  para que la fruta no creciera en ellas, y si algún fruto crecía lo arrancaban. El jefe, que veía el peligro,  les había advertido  diciendo: "Tened cuidado, no dejéis que un fruto caiga en el agua no sea que el rio lo lleve a la ciudad, donde al ver los hombres la belleza del fruto podrían buscar el árbol, siguiendo rio arriba en las colinas, y encontrarlo; ellos, entonces, cogerían todos los frutos y nosotros tendríamos que huir de aquí"  Así que los monos obedecieron y durante largo tiempo ningún fruto cayó dentro del rio.  Pero llego un día en que una fruta madura escondida por un nido de hormigas, invisible entre las hojas, cayó  al agua  y fue llevado por la corriente rio abajo, más allá de las colinas rocosas hacia el valle donde la gran ciudad de Benares se encuentra en la orilla del Ganges.  Y este día, mientras el fruto pasaba por Benares empujado a lo largo por las pequeñas olas del rio, el rey Brahmadtta se estaba bañando en el agua entre dos redes que sostenía algún pescador,  mientras él se sumergía, nadaba y jugaba con los pequeños rayos de sol atrapados en el agua. Y el fruto flotó dentro de una de estas redes.
¡"Maravilloso"! exclamó el pescador que lo vio primero. ¿“Dónde en esta tierra crece un fruto como este?" y cogiéndolo con ojos brillantes lo mostró al rey.
Brahmadatta contempló el fruto y quedo maravillado por su belleza.  "Donde está el árbol que lleva este fruto para ser encontrado" se preguntaba. Luego, llamando algunos leñadores de cerca de la orilla, les preguntó si conocían el fruto y donde podría  ser hallado. Señor, ellos dijeron, esto es un mango, un maravilloso mango. Un fruto como este no crece en nuestro valle, sino arriba en las colinas del Himalaya, donde el aire es puro y los rayos solares no son perturbados. Sin duda el árbol está en la orilla del rio y un fruto que cayó en el agua fue traído  hasta aquí.
El rey pidió entonces al hombre que lo probara, y cuando lo hubo hecho, también él lo probó y lo dio a sus ministros y asistentes. En efecto, dijeron, este fruto es divino, nunca podrá otro comparársele.
Lentamente pasaron los días y las noches y  Brahmadatta se sentía más y más inquieto. El anhelo de sentir el gusto del fruto una vez más, se volvió más fuerte  a medida que pasaban los días. Por las noches, veía en sus sueños el árbol encantado, llevando en sus ramas cientos de copas de oro de miel y néctar.
Ciertamente debe ser encontrado, dijo un día el rey, y dio órdenes  de preparar un bote y navegar Ganges arriba hacia las rocas del Himalaya donde quizás se encontraría el árbol. Y el mismo Brahmadatta fue con ellos.
Verdaderamente fue un largo viaje, pasaron por los caminos de flores y arroz, pero al fin el rey y sus seguidores alcanzaron las colinas del Himalaya, y mirando en la distancia, ¿qué fue lo que vieron?... Allá bajo la luz de la luna, estaba el ansiado árbol, sus frutos dorados brillaban a través de las hojas.
¿Pero que se movía en cada rama? ¿Qué extrañas pequeñas sombras se deslizaban  entre las hojas?
Mire, dijo uno de los hombres, "es una tropa de monos"
¡Monos! exclamó el rey, comiendo la fruta. Rodeen el árbol que no puedan escapar. Al alba les dispararemos para comer su carne y los mangos.
Estas palabras llegaron a los oídos de los monos, y temblando, dijeron a su líder. Nos advertiste amado jefe, pero algún fruto debe haber caído en la corriente por lo que han venido los hombre; han rodeado nuestro árbol y no podemos escapar, ya que la distancia entre este árbol y el siguiente es demasiada para que podamos saltar. Hemos escuchado palabras provenientes de un hombre  que decía "Al alba les dispararemos y comeremos su carne y los mangos"
"Os salvaré, pequeños míos", dijo el jefe, "no temáis, pero haced  lo que os digo."  Esto les consoló. El poderoso jefe trepó hasta la rama más alta del árbol. Y rápido como el viento, saltó cien longitudes de arco a través del espacio aterrizando en un árbol cerca de la orilla opuesta. Allí a la entrada del agua cogió una larga caña desde su raíz y pensó. "Voy a atar un extremo de esta caña a este árbol y el otro a mi pié. Luego saltaré de nuevo hacia el árbol del mango, así crearé un puente por el cual ellos podrán huir. He saltado cien longitudes de arco.  La caña es más larga que cien longitudes de arco, entonces  puedo atar un extremo a este árbol
Pero  ¡Ay! la caña era demasiado corta y sólo fue capaz  de utilizar el final de una rama. No se le había ocurrido que la caña debería haber sido lo suficientemente larga como para permitir la sujeción al pié del árbol. Con un gran esfuerzo se aferró a la rama y llamó a sus ocho mil seguidores "Corred sobre mi espalda hacia la caña y os salvareis".
Uno tras otro los monos corrieron sobre el hacia la caña. Pero uno de entre ellos llamado Davadatta saltó pesadamente sobre su espalda. ¡AY! un dolor agobiante se apoderó de él, su espalda estaba rota. Y el despiadado Devadatta siguió su camino dejando a su jefe sufrir sólo.
Brahmadatta vio todo lo que pasó y  le brotaron lágrimas mientras miraba al líder de los monos herido. Ordenó que lo bajaran del árbol en el cual seguía colgado, que le bañaran  con los más dulces perfumes,  le vistieran con ropas amarillas y le dieran agua dulce a beber. Y cuando el jefe estuvo bañado y vestido yaciendo debajo del árbol, el rey se sentó a su lado  y habló con él. Le dijo, tú hiciste de tu cuerpo un puente para que otros cruzaran. ¿No sabias que tu vida terminaría haciéndolo? Tú has dado tu vida para salvar a tus seguidores. ¿Quién eres tu bendecido y quienes son ellos?
OH rey, contestó el mono. Yo soy su jefe y su guía. Ellos Vivian conmigo en el árbol, y yo era su padre y los amaba. No sufro dejar este mundo por haber ganado su libertad. Y en mi muerte puede que haya una lección para ti, así que estoy más que feliz. No es tu espalda la que te hace rey, es solamente el amor.  No olvides que la vida es poco para dar si dándola aseguras la felicidad de tu gente. No los gobiernes a través del poder porque sean tus súbditos, no, gobiérnalos a través del amor porque ellos son tus hijos. Sólo de ésta manera tú serás rey. Cuando ya no esté más aquí, no olvides mis palabras, oh Brahmadatta!  Y cerrando sus ojos  murió.
El rey y su gente le lloraron y el rey construyó para él un templo puro y blanco para que sus palabras no pudieran nunca ser olvidadas.
Brahmadatta gobernó con amor a su gente y fueron felices para siempre.


Ya sabéis, os puedo ir mandando estos cuentos de Noor Inavat Khan en PDF, así como todo lo que he escrito en este blog. Escribir a deeelij@gmail.com

Finalmente aprovecho por si alguien quiere lo publicado, anteriormente, por Deéelij en este Blog sólo ha de decirlo en el mail antes indicado

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