Es la
mente, al funcionar con base en los contrastes y al usarla para lo que no le
corresponde ni está preparada, la que divide y distorsiona la realidad
inventando un mundo ficticio lleno de opuestos, de extremos… Salta
conscientemente por encima de ellos y no te etiquetes ni aprisiones con
ninguno…
No seas mundano… ni seas espiritual. La vida es la
totalidad, vive toda ella sin rechazar nada porque la vida nada rechaza: ¿cómo
iba a hacerlo si todo forma parte de ella misma y en ella existe y se integra?
Lo mundano y lo espiritual tienen su sitio exacto en la vida, pero no como
vivencias separadas y confrontadas, sino conectadas e interrelacionadas,
interactuando y retroalimentándose siempre entre sí… En la existencia, lo
mundano se encuentra con lo espiritual y lo espiritual con lo mundano…
No te
clasifiques, no te autolimites, no optes por lo exterior ni por lo interior.
Esas divisiones pertenecen a la mente. El interior y el exterior son uno: el
exterior es solo la prolongación del interior; el interior, la penetración del
exterior. Si optas por lo exterior, notarás que te falta algo, que tu vida no
es completa porque te has volcado excesivamente en lo externo y no captas ni
disfrutas experiencias interiores. Y si eliges lo interior, percibirás esa
misma carencia de algo en tu vida porque le has prestado demasiada atención a
lo interno y eso te ha lastrado y coartado para vivenciar el mundo exterior.
Ni mundano, ni
espiritual; ni lo exterior, ni lo interior… Ni activo, ni pasivo… Recuerda lo
ya compartido: la cristalización de la consciencia es la acción. No una acción
al rebufo del lío de los pensamientos y el barullo de las emociones, sino una
acción despierta y consecuente con lo eres y es… Y lo que hagas como fruto de
esa acción, hazlo totalmente, con toda tu atención, con todo tu ser… ¿Qué
sucederá? Que, tras la actividad, la pasividad llegará a ti: la pasividad te
envolverá como consecuencia de la actividad desarrollada. Será una pasividad
tan potente como la actividad desplegada. Vívela plenamente y... ¿qué pasará?
La pasividad consciente dará paso de manera natural a la actividad, a la acción
que es plasmación de la consciencia… Actividad y pasividad no son opuestos,
sino que configuran el fluir de idéntica energía, solo se diferencian en el
ritmo. No elijas ni la una ni la otra. Si haces algo centrado en ello
enteramente, disfrutando de la actividad con toda tu energía y sin que nada de
ti se mantenga alejado de lo que estás haciendo, entonces el descanso vendrá a
continuación automáticamente. Y al gozar el descanso completamente, sin que
ninguna parte de ti sea ajeno a él, la actividad le seguirá de modo
consustancial y espontáneo porque, al reposar, recuperas energía y emanará de
ti el compartirla de nuevo.
Evita los
extremos. No hagas ninguna distinción entre lo mundano y lo espiritual, lo
exterior y lo interior, la pasividad y la actividad… Fluye, sé equilibrado.
Esos hipotéticos opuestos son igual que los dos ojos: si elijes uno serás capaz
de ver, pero tu visión perderá hondura. No dividas. La vida es una, tú eres
uno. No te vayas a los extremos. Entonces los dos extremos se encontrarán, se
equilibrarán. Y en ese equilibrio entre ambos, tú trascenderás los dos y ya no
serás ni esto ni aquello: ni mundano, ni espiritual; ni exterior ni interior;
ni activo, ni pasivo…
Te habrás
transformado en una tercera fuerza: el observador, el testigo… consciencia que
refleja la vida y vida que es el reflejo de la consciencia… Te habrás
transformado en Amor; te habrás transformado en Dios, habrás realizado en tu
vida “el más perfecto grado de perfección a que en esta vida se puede llegar,
que es la transformación en Dios” (carta de San Juan de la Cruz a Ana de
Pañalosa y Mercado fechada en 1584). Amada en el Amado transformada… Lo que
siempre has sido y eres, lo que todo es, lo que en todo acontece… La Paz, por
fin, estará contigo; y tú con ella. Dejarás tu cuidado, la preocupación por tu
pequeño yo, la obsesión del ego, entre las azucenas olvidado. Y cesarás de
dominar…
Viejo
hábito
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Nuevo
hábito
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Etiquetarte a
ti mismo, al mundo y a los demás en función de los opuestos, de los extremos,
prefiriendo uno frente a otro y autodefiniéndote en función de ellos como
esto o aquello.
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Fluir y ser
equilibrado evitando caer en los extremos. Los hipotéticos opuestos son igual
que los dos ojos: si elijes uno serás capaz de ver, pero tu visión perderá
hondura. No dividas: la vida es una, tú eres uno. Entonces los dos extremos
se encontrarán. Y en ese equilibrio entre ambos, tú trascenderás los dos y ya
no serás ni esto ni aquello: ni mundano, ni espiritual; ni exterior, ni
interior; ni activo, ni pasivo… Te habrás transformado en una tercera fuerza:
el observador, el testigo… consciencia que refleja la vida y vida que es el reflejo
de la consciencia…
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Texto extraído del libro Sin mente, sin
lenguaje, sin tiempo, del que es autor Emilio Carrillo.
Puedes acceder a él a través
de esta web:
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