Hoy la tristeza me embarga.
Cuantos sueños rotos, cuantos
silencios que hablan de su ausencia.
La ausencia de aquel que todo lo
completaba.
¿Se acaba el amor o algo peor?
Porque peor que su pérdida
es tenerlo y no ejercerlo;
es tenerlo y desperdiciarlo;
es tenerlo y, por miedo y cobardía,
malograrlo.
Querido amigo, compañero del alma,
¿qué pasó para que alrededor de tu
corazón
hayas levantado bestial barricada?;
¿qué cruel dolor te infligió el
primigenio amor
para caminar por la Vida con tanto temor
y desprecio de tu propia mirada?
Es tanto el miedo a mirar y
regocijarte en tu alma
que no podés reflejarte en el
espejo que es tu amada.
¿A qué terrible mentira
sometieron tu alma
para mantenerla prisionera en tu
interior,
sin permitir que con esplendor
brille como cien soles en tu
mirada?
Tus ojos hablan de tu bondad.
Y tu corazón, embargado por el
dolor,
del llanto de tu niño interior.
Tuerce tus actos cargándolos de
crueldad.
Mi corazón te ama,
compañero del alma,
maestro en esta Vida
y en Vidas pasadas.
Y aunque el dolor me hizo
desear el tuyo propio,
mi alma añora una sonrisa de
genuina felicidad
que ilumine tu amado rostro.
Ojalá algún día pueda, compañero
de ruta,
abrazarte con libertad absoluta.
Liberados por fin de miedos y
temores,
Hinchados del amor que alberga
nuestros eternos corazones.
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Autora: Ángeles Fernández (angeles.fefonteboa69@gmail.com)
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