Volver a las raíces es
encontrar el significado,
pero perseguir
apariencias es alejarse del origen.
En el momento de la
iluminación interior
se transcienden las
apariencias y el vacío.
A los cambios que parecen
ocurrir en el mundo vacío
los llamamos reales
solamente debido
a nuestra ignorancia.
No busques la verdad;
tan sólo deja de mantener
opiniones.
No permanezcas en el
estado de dualidad;
evita cuidadosamente esas
búsquedas.
Si queda rastro de esto o
aquello,
de lo correcto o lo
incorrecto,
la esencia de la Mente se perderá en la
confusión.
Aunque todas las
dualidades proceden del Uno,
no te apegues ni siquiera
a este Uno.
Cuando la mente existe
imperturbable en el Camino,
nada en el mundo puede
ofender;
y cuando ya nada puede
ofender,
deja de existir tal como
era antes.
Cuando no surgen
pensamientos discriminatorios,
la mente de antaño deja
de existir.
La naturaleza de la consciencia
La naturaleza
de la consciencia consiste en ser solamente un espejo. El espejo no tiene
elecciones propias. Refleja lo que aparece delante de él, no tiene
preferencias, no juzga, no condena. En el momento en el que entra la
interpretación, el espejo pierde la propiedad de reflejar. Entonces ya no es
puro… Se llena de opiniones y queda trastornado, dividido, fragmentado,
esquizofrénico. Cuando la consciencia se divide y deja de reflejar, se
convierte en la mente. La mente es un espejo roto.
La mente, en
su raíz, es consciencia. Si dejas de discriminar y de hacer divisiones
dualistas (eligiendo esto en oposición a aquello, gustándote esto y
disgustándote aquello), la mente se convierte de nuevo en un espejo, en pura
consciencia. Así que abandona todas las opiniones, las filosofías, las
preferencias, los juicios, las elecciones. Y esto no debería convertirse de
nuevo en otra elección; ese es el problema.
Puedes hacer
de esto una elección. “No voy a elegir, a partir de ahora ya no voy a elegir
más”. Y de nuevo vuelves a estar en la misma situación; has vuelto a elegir.
Ahora estás en contra de elegir y a favor de no elegir. Entonces ¿qué hacer?
Sólo se necesita entender, no hay que hacer nada. Ningún esfuerzo te conducirá
hasta ello, porque el esfuerzo siempre es parte de la mente dualista. Entonces
rechazarás el mundo y elegirás a Dios, perseguirás la liberación suprema. Pero
de nuevo habrá entrado la mente… No puedes hacer nada; simplemente estar atento
a toda situación. Si lo estás, la mente se evapora en una repentina
iluminación. De pronto eres uno con esa consciencia que es como un espejo; has
descendido a tu base, a tus raíces. Y cuando esto acontece, toda la existencia
desciende a las raíces.
La existencia
se muestra ante ti de la forma que tú seas. Todo lo que ves depende de cómo lo
veas. Si tienes una mente dividida, todo el mundo aparecerá dividido. Y no es
así, porque los opuestos, en el fondo, son uno. La vida y la muerte aparecen
como opuestos porque tú estás dividido. De otra forma la vida se vuelve muerte
y la muerte se vuelve vida. El mismo día que naces has empezado a morir. Y en
el momento en que mueres aparece una nueva vida. Es un círculo: el círculo
chino del yin y el yang. Hay que recordar este círculo una y otra vez.
Todos los
opuestos están unidos en la existencia. Cuando vuelves a tu origen y te haces
uno, de repente toda la existencia se alinea y se hace una. Cuando eres uno,
aparece Brahma, aparece lo supremo, porque al uno sólo se le puede aparecer el
uno; al dos el dos, a lo múltiple lo múltiple. Tu ser está profundamente
dormido. De ahí la insistencia de todos los Cristos, los Krishnas y los Budas:
“¡Despierta!”. La verdadera cuestión no es luchar contra la ira, los celos o el
odio, sino despertar. Una vez que estás consciente, cada cosa se pone en su
lugar. Pero esta consciencia sólo es posible si regresas al origen.
La
naturaleza de la mente
La mente está
destinada a permanecer dividida, no puede volverse una; la propia naturaleza de
la mente es así: mirar las cosas de tal manera que siempre van con su opuesto, porque
la mente sólo es capaz de ver a través del contraste. Por ejemplo, ¿cómo vas a
saber lo que es la salud si nunca has conocido la enfermedad? Puede que estés
sano, pero no te darás cuenta.
Para la mente
cualquier cosa es comprensible si trae consigo su opuesto. Pero en el momento
en que traes el opuesto falsificas la existencia, porque en la existencia no existe
tal cosa como “el opuesto”. La existencia es unitaria, advaita, no-dual. La vida
es una; la mente es dualista. Así que si continúas eligiendo, nunca llegarás al
origen. Te aferrarás a la vida y tendrás miedo a la muerte; te aferrarás al
amor y tendrás miedo al odio; te aferrarás a lo bueno y tendrás miedo a lo malo;
te aferrarás a Dios y tendrás miedo al Diablo.
Para la mente
todo es un conflicto. Si eliges, entonces eres parte del juego. Y todo el arte consiste
en cómo no elegir, cómo entrar en ese estado en el que no hay elección. Pero
recuerda, ¡tampoco elijas no elegir! La mente dice: “Está bien, así que elegiré
ese estado de no-elección”. Y vuelves a caer en la misma trampa.
El
significado de la existencia y la vida
¿Cuál es el
propósito de todo este juego de la existencia? ¿Cuál es el significado de todos
esos árboles creciendo, de los seres humanos, de los animales? ¿Cuál es el
significado de esta tierra y este cielo? ¿Cuál es el significado de todo esto?
Para la
mente, el significado debe de estar al final, en el lugar hacia donde se mueve
esta existencia, en su destino, hacia donde vamos. Sin embargo, “volver a las raíces es encontrar el
significado, pero perseguir apariencias es alejarse del origen”… El
significado de la existencia y la vida no se halla en el futuro, ni en el deseo,
ni en el destino, ni en ningún otro lugar… Se encuentra en sus raíces, en la
semilla… Quizá oculto, no visible, pero está en la semilla, porque no puede
surgir nada que no esté en ella.
Incluso si
existe un destino, la de hallarse oculto en la semilla, como la flor lo está en
la semilla. El final tiene que estar en el principio; el omega en el alfa.
Jesús dice: “Yo soy el principio y el fin. Soy el alfa y el omega”. El
principio es el fin, porque puede que el fin no esté patente en este momento,
pero tiene que estar aquí, no necesitas esperar. La semilla siempre está aquí y
ahora, en el presente, porque todo el pasado está en el presente. Y, por
supuesto, también todo el futuro, aunque el futuro no ha ocurrido, mientras que
el pasado ya ha ocurrido, el principio ya ha ocurrido. Penetra en el principio,
ve a las raíces, al origen, y el significado te será revelado.
Y ahora
llevas en tu interior la semilla; la semilla de todo significado, de toda
posibilidad, de todas las puertas que pueden abrirse y de todos los misterios
que pueden ocurrir. ¡Llevas la semilla en ti! Pero si esperas al futuro puede
que nunca jamás ocurra, porque el futuro es infinito y esperar será perder
vida, tiempo y energía y, finalmente, se convertirá en un hábito, Y entonces puede
que la flor florezca y tú no la veas, porque el ver no depende de la flor, sino
de la capacidad de penetración de tus ojos. Y tus ojos no son tan penetrantes.
Si lo fueran, verías que el principio está siempre ahí, que la semilla está
siempre ahí.
Si miras
hacia el futuro y esperas a que, en algún lugar, se revele el significado,
entonces tarde o temprano sentirás que la vida no tiene significado. Eso es lo
que está ocurriendo en Occidente, porque la filosofía ha estado pensando
siempre que el destino estaba en algún lugar del futuro.
Parece
absurdo pensar que el destino está en el principio. Así que la mente dice que
el destino tiene que estar en algún lugar hacia adelante, porque ella se mueve
a través del deseo. Y ahora que siempre se ha estado pensando en términos de
futuro, la mente occidental piensa que no existe ningún significado porque el
futuro nunca ha llegado. De hecho, ¡nunca llega! No puede debido a su propia
naturaleza. Siempre está llegando, pero nunca llega. Entonces, esperando y
esperando, sientes que nada tiene ningún sentido… ¿para qué seguir
arrastrándose?, ¿para qué vivir? Si no tiene ningún significado y te mueves en
la misma rutina: levantarse cada día, ir al trabajo, ganar algo de dinero,
dormir por la noche, soñar y otra vez la mañana...; la rueda sigue girando y no
llegas a ninguna parte. Al final está la muerte. ¿Así que para qué esperar?
¿Por qué no suicidarse? ¿Por qué no acabar con todo este sinsentido? ¿Por qué
preocuparse tanto y vivir con una carga tan pesada y con tanta ansiedad y
angustia por algo que no tiene sentido? Es una conclusión lógica.
Sin embargo,
si realmente quieres encontrar un significado, la única forma es mirando en el
interior de la semilla, que está aquí y ahora. Pero la mente prefiere mirar al
futuro. Es más fácil. Mirar dentro de la semilla es difícil. Esta es la única
sadhana, este es el único esfuerzo arduo: mirar en el interior de la semilla.
Porque si quieres indagar en la semilla, necesitarás una cualidad de visión
diferente, otros ojos que sean capaces de penetrar en la semilla y ver ahora lo
que lleva consigo.
Si de verdad
quieres mirar en el interior de la semilla, mira hacia adentro porque tú
también eres una semilla en el interior. Perteneces a esta existencia, has
surgido de ella. Esta existencia ha puesto su sello en ti. Esto es la
meditación: mirar en el interior de la semilla, dentro de uno mismo. Allí el
significado florece inmediatamente. Siempre ha estado allí; sólo necesitaba de
tu atención. Pero lo habías descartado, te había sido indiferente. Habías
estado ocupado, liado con otras cosas; has estado dándote la espalda a ti
mismo. Y el significado espera y todo el propósito de la vida permanece oculto;
y toda su gracia y sus bendiciones sólo esperan y esperan a que te des la
vuelta.
Afuera
sólo hay apariencias
Afuera sólo
hay apariencias. No puedes conocer lo que hay afuera, porque a través de los
sentidos sólo puedes tocar la apariencia… Yo no puedo verte. Sólo puedo ver tu
cuerpo, ni siquiera el cuerpo entero, tan sólo la superficie de la piel. ¿Cómo
saber quién hay adentro? No puedes penetrar, sólo puedes moverte alrededor, tocar
la superficie… Solamente tú puedes entrar en ti mismo. Solamente ahí puedes
estar seguro de la consciencia; en ningún otro lugar.
Este mundo puede
ser sólo un sueño. ¿Quién sabe? Ha habido muchas filosofías y teorías que han
intentado demostrarlo. Pocos creen en ellas, pero tampoco nadie ha sido capaz
de refutarlas… Puede que todo sea un sueño, no hay forma de refutarlo.
Coloquialmente, como mucho, podemos decir que son apariencias, pero en el fondo
no hay forma de saberlo.
Hay sólo una
realidad de la cual puedes estar absolutamente seguro y es tu realidad interior:
sólo puedes estar seguro de ti mismo, de nada más… Recuerda, hasta en sueños tú
eres… Para que pueda existir un sueño por lo menos tú eres necesario. Todo lo
demás puede ser un sueño pero tú no, porque sin ti ni siquiera el sueño puede
existir. Hasta para soñar se necesita la consciencia. Puedes demostrar que todo
es un sueño, pero no puedes demostrar que el que sueña es un sueño, porque el
que sueña tiene que ser real, de otra forma los sueños no pueden existir.
Sólo una cosa
es absolutamente cierta y esa es tu realidad interior. Conversión quiere decir
ir de un mundo incierto, el mundo de las apariencias, al mundo de la realidad.
Y una vez que tienes esta certeza interior y se solidifica, una vez que sabes
que eres, entonces desde esta certeza la visión cambia y la cualidad cambia:
miras el mundo exterior y se abre ante ti un mundo diferente. Este mundo es
Dios.
Ahora puedes
mirar... y el mundo entero cambia. Ya no son apariencias, sino la realidad, lo
auténticamente real, que no son las formas externas, pues estas cambian, sino lo
que se mueve a través de las formas, que es inmutable. Primero fuiste niño,
luego joven y ahora te has hecho viejo: la forma ha estado cambiando
constantemente. Tu cuerpo cambia a cada momento, la forma cambia; pero si te
fijas, en tu interior siempre has sido el mismo.
La
consciencia nunca cambia, no tiene edad. Tu realidad no tiene edad; nunca ha
nacido y nunca morirá. Una vez que te centras en esta eternidad, inmutable,
entonces tu cualidad cambia, puedes ver, te conviertes en un espejo. En ese
espejo se refleja la realidad. La mente distorsiona la realidad y la
consciencia la revela.
Si continúas
persiguiendo apariencias te alejarás del origen, porque las apariencias
pertenecen al exterior. Unas veces persigues riqueza, otras una mujer o un hombre,
otras prestigio y poder... y sigues persiguiendo apariencias. Y todo ese tiempo
te alejas de ti mismo, vives en un sueño. Si te alejas del origen te lo pierdes
todo. Puede que en el mundo exterior consigas muchas cosas, pero al final
descubrirás que no has conseguido nada. Te has perdido al que lleva consigo
todo el significado.
Sólo aquello
que transciende la muerte es poderoso; todo lo demás es impotencia. Puede que
durante algún tiempo te lo creas, pero la muerte te mostrará la verdad. Recuerda
siempre que la muerte llegará y ella es el criterio: lo que sea que pueda
transcender la muerte, lo que sea más poderoso que ella, será la realidad. Lo
real no puede morir y lo irreal muere una y mil veces.
Sólo
cuando la iluminación interior ocurre…
“En el momento de la iluminación interior se
transcienden las apariencias y el vacío”… La luz está ahí pero tú la echas
fuera. Se mueve con tu deseo. Ves lo que deseas. Tu deseo es tu visión, tu luz
siempre se enfoca en tu deseo. Cuando esta luz se gira, se invierte, se mueve
hacia adentro, es la iluminación. Y de repente vas más allá de las apariencias
y del vacío. Ya nada es sólo la apariencia y nada está vacío, todo está lleno
de divinidad, cada árbol, cada río, cada océano… Entonces Dios está en todas
partes. Puedes llamarlo la verdad, o lo que quieras, pero lo real está en todas
partes. Cuando tú eres real, el mundo es real; cuando estás viviendo en deseos
irreales creas un mundo de apariencias. Tu mundo es lo que tú eres. Y hay
tantos mundos como personas, porque toda la gente crea su propio mundo a su
alrededor. Esa es tu proyección, tu creación.
“A los cambios que parecen ocurrir en el
mundo vacío los llamamos reales solamente debido a nuestra ignorancia”… Nadie
es joven y nadie es viejo. El interior no tiene edad, sólo cambia la forma
exterior. El cuerpo no es más que un vestido. ¿Se puede decir que alguien sea
viejo o joven basándose en el cuerpo? ¿Por la forma, que está cambiando
constantemente? La realidad es inmutable, no cambia. Lo que va cambiando son
los vestidos. Por ejemplo, si el médico te dice que tienes cáncer, ten en
cuenta que en lo que a ti concierne no tienes ningún cáncer. El cáncer es algo
que concierne a las ropas. Así que acuérdate. Y cuando te digan que alguien ha
muerto, no olvides que es mentira, que sigue muy vivo… Parecerá una locura en
este mundo de locos donde se cree que las ropas son lo real.
¿Cómo
puedes tú buscar la verdad?
¿Cómo vas a
buscar lo Divino?, ¿cómo vas a buscar la verdad?, ¿qué vas a hacer? Todas las búsquedas
surgen de la mente. La consciencia nunca busca, nunca persigue nada; la
consciencia simplemente es. Es ser, no es un deseo. Y la búsqueda es un deseo.
Has buscado la riqueza en el mundo, el poder y el prestigio… y has fracasado.
Ahora buscas a Dios y la verdad, pero tú eres el mismo. Nada ha cambiado, sólo
las palabras. Antes era “poder” o “riqueza”, ahora es “Dios”; pero eres el
mismo buscador.
La verdad no
se puede buscar. Por el contrario, cuando toda búsqueda cesa es cuando la
verdad llama a tu puerta; cuando el buscar ya no existe, la verdad te llega.
Cuando dejas todos los deseos, cuando ya no tienes ningún motivo para ir a
ninguna parte, de repente descubres que estás iluminado… De repente llegas a darte
cuenta de que tú eres Krishna, de que tú eres Jesús. No te llega ninguna
visión; eres el origen de todo, eres la propia realidad.
“No busques la verdad; tan sólo deja de
mantener opiniones”… La opinión es de la mente y la verdad no viene de la
mente; la verdad ocurre cuando ya no hay mente. La opinión es lo conocido y la
verdad es lo desconocido. Cuando cesa lo conocido, lo desconocido llega a ti.
Con la mente no puedes alcanzar la verdad. Esto es lo único a lo que hay que
renunciar: la mente, la opinión, el ser esto o aquello…
Observa la
diferencia. La consciencia es como un espejo: lo que sea que se ponga ante él
es reflejado, sin ningún prejuicio. Otra cosa es una placa fotográfica. También
refleja, pero sólo una vez y luego el reflejo se queda adherido. La mente es
como una placa fotográfica: refleja y se aferra al reflejo. Entonces lleva esa
información muerta, siempre la misma información. Un espejo refleja y de nuevo
se vacía... está siempre dispuesto a recibir porque nunca se queda apegado a nada.
El espejo no opina. La mente tiene muchas opiniones y debido a ello nunca será
capaz de llegar a la verdad.
Más
allá del bien y del mal
“No permanezcas en el estado de dualidad; evita
cuidadosamente esas búsquedas. Si queda rastro de esto o aquello, de lo
correcto o lo incorrecto, la esencia de la Mente se perderá en la confusión”… Hasta
puedes entender que hay que abandonar toda información, pero tu conciencia de
lo bueno y lo malo está en un nivel aún más profundo que la información
ordinaria. Puedes pensar: “Está bien, ya no soy ni esto ni aquello”, pero ¿la
moralidad, el bien y el mal...?... Tienes que abandonar todos los conceptos,
incluidos el bien y el mal.
Lo sabes por
experiencia... Si piensas demasiado en ser bueno, ¿qué harás? Lo malo seguirá
ahí, lo reprimirás. En la superficie lo pulirás, pero en el fondo habrá
inquietud. La diferencia sólo radica en qué es lo que está en la superficie y
qué es lo que está oculto. Pero la división permanece; si estás dividido no
puedes entrar en la fuente original.
Es como un
árbol, un gran árbol con miles de ramas. Si te aferras a las ramas ¿cómo vas a
llegar a las raíces? Cuanto más profundo vayas, menos ramas habrá, las ramas
irán desapareciendo y llegarás al tronco único, sin ramificaciones; con todas
las ramas en él, pero sin divisiones en sí mismo. Todo sale de él. Lo múltiple
sale del uno, pero el uno sigue siendo uno. Tienes que regresar al uno. Y esta
es la raíz, el origen.
No
hagas de esto una teoría
“Aunque todas las dualidades proceden del
Uno, no te apegues ni siquiera a este Uno”… Por tanto, no hagas de esto una
teoría a la que aferrarte, dispuesto a pelearte si alguien te lleva la
contraria. La verdad está ahí. No es una teoría, es una realidad; tiene que ser
experimentada; no puedes pensar acerca de ella, no puedes filosofar sobre ella.
Cuanto más filosofas, más te alejas.
Los que están
a favor de la dualidad dicen que la existencia no es posible sólo con el uno; y
aquellos que dicen que es uno, no-dual, también luchan contra los que están a
favor de la dualidad… Si realmente has entendido que todo procede del uno, ni
siquiera te identificas con ello, porque el identificarte muestra que estás a
favor de algo y en contra de algo. Si dices: “Soy no-dualista”, no has
entendido nada; porque si sólo existe el uno, ¿cómo puedes ser dualista o
no-dualista? ¡Quédate en silencio! Un verdadero no-dualista no puede afirmar,
no puede decir: “Yo creo en esto”, porque el creer siempre implica el opuesto.
Si digo: “Creo esto”, entonces queda implicado que no creo en lo otro, entonces
se crea el dos.
Si
alguien te insulta
“Cuando la mente existe imperturbable en el
Camino, nada en el mundo puede ofender”… Si realmente vives imperturbable,
no se te puede insultar; pueden intentarlo, pero tú no te sentirás insultado.
Pueden hacer lo que sea para insultarte, pero no te afectará. Y a no ser que a
ti te afecte, fracasarán. Si alguien se enfada, es su problema; si insulta a
alguien, es su problema; si abusa de alguien, es su problema. Si tú estas
tranquilo, estás tranquilo. Pero inmediatamente te inquietas; eso quiere decir
que la ira y el insulto del otro son sólo una excusa. Tú estabas dispuesto,
hirviendo por dentro, sólo a la espera de cruzarte con cualquier excusa.
“Y cuando ya nada puede ofender, deja de
existir tal como era antes”… La cualidad cambia con la actitud. Si alguien
te insulta, es un insulto porque a ti te lo parece, porque te sientes
insultado. ¿Cómo te iba a parecer un insulto si no te sientes insultado? Si
alguien te odia y lo sientes como odio es porque te molesta. Pero si alguien te
odia y a ti no te molesta, ¿lo llamarás odio? Ese nombre ya no será el
adecuado, porque ya no tienes la misma actitud y cualidad.
Puede que
hasta sientas compasión, porque cuando alguien está enfadado está envenenando
su propio cuerpo, su propio ser; está enfermo. Si alguien tiene cáncer no te
peleas con él. Le llevas al hospital. Y si el mundo se iluminara un poco más,
siempre que alguien se enfadara, toda su familia, sus amigos, le llevarían al
hospital. Lo que necesita es una buena cura. Es estúpido pelearse y enfadarse
con él. Es absolutamente absurdo: está enfermo y, para colmo, todos se ponen en
su contra. Con las enfermedades físicas tienes compasión, pero con las mentales
no tienes ninguna porque tú también sufres esa misma enfermedad mental, de ahí
esa actitud.
Una vez que eres
imperturbable, todo cambia porque tu actitud cambia. Eres diferente, el mundo
entero es distinto, deja de existir tal como era antes.
La
no discriminación
“Cuando no surgen pensamientos
discriminatorios, la mente de antaño deja de existir”… La discriminación -eso
es bueno y esto es malo, esto me gusta y esto no me gusta…- es la mismísima
base de tu mente. Si desaparece, la mente cae en un abismo y llegarás al
origen. Y este origen lleva consigo todo el significado, todo el sentido, todo
el éxtasis, todas las bendiciones.
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Fuente: Extracto del capítulo 4 de “El Libro de la Nada”, de
Osho, realizado por Emilio Carrillo.
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