Soñé que ya nada existía.
Que todo, era ya nada.
Y una paz con melancolía
me afligía.
Soñé que la nada era ya
todo.
Que el tiempo no quería.
Que el momento se
expandía.
Abrace la nada cual
naufrago a una guía.
Descubrí en el sueño, que
todo concluía.
Diluido mi patrimonio.
Acabose la tristeza,
comenzaba otro día,
fulguroso como el que
nunca percibí.
Abrazándome a la nada la
acogí con vida.
Ya todo era nada...
Y sin embargo...
La nada lo era todo en mi
vida de acogida.
Era adoptado por la madre
que siempre pedía.
Transportado al molino
como la espiga,
sembrado en el surco
igual que las semillas.
Elevado a lo alto cuando
el Sol insistía.
Pensando... pensando...
Pensé que el dolor...
Jamás complacería,
ni volvería.
Decidí que de este sueño
desprenderme,
nunca más querría.
Y de un salto en chapuzón
penetré en la nada.
Y nadé cuanto supe,
sin aliento,
sin descanso,
en la nada encontrada,
en la nada buscada.
Y en la nada pacía.
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Autor: Deéelij
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