Expiré profundamente y me encontré con el Ser, con mi ser.
Sin juicios, sin miedos, sin mochilas propias y ajenas, sin
apegos...
Absorbí el agua pura y, sin comprender el misterio de la vida, me
uní a él y lo amé...
Sentí que era cuidada como los pajarillos y lirios del campo...
Recordé a Juan de Yepes: "Quedeme y olvideme".
Padre Nuestro que has dado expresión
a los árboles, en el movimiento de sus ramas y hojas;
a los pájaros, en su piar y vuelo;
a los hombres, en sus palabras, risas y lágrimas...
Santificado sea tu Nombre...
Danos tu mirada para ver todo perfecto.
Amén
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Autora: Concha Redondo
Tarodo (concharedondo@gmail.com)
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