El enorme caudal de
sufrimiento que padece el ser humano ha sido desde el inicio de su creación
como tal, el mismo con diversas ópticas; ¡vamos!, lo de siempre. El cargo de tal cuestión ha sido confundido
desde un mismo término que engloban dos conceptos distintos que pueden llegar a
ser opuestos, o parecerlos.
Las batallas, las
guerras, los conflictos, las peleas, las discusiones, los distanciamientos…
fueron, y siguen siendo, la disputa ante la falta de comprensión. Sí, dicho
está, es la falta de comprensión, la no compresión, el no comprender a la otra
parte, contra la que se entra en liza, lo que ha supuesto, y se mantiene como
tal, en la mayor parte de la humanidad como el sufrimiento extremo con el que
parece no se sabe o acierta a lidiar.
Cuando no se puede
comprender, incluso cuando no se quiere comprender, otra realidad distinta a
la propia, es cuando el sufrimiento entra en acción devorando las entrañas
humanas llevándole a cotas extremas que pueden conducir a la demencia sin fin.
Esta, la mencionada, es
una forma de sufrimiento. Pero hay otras tres más que inflingen irracionalidad
en miles de relaciones humanas, sean entre dos partes individuales o entre
partes grupales.
No obstante, hay que
diferenciar entre lo que es el dolor y el sufrimiento; sencillamente porque
puede confundirse ambos términos. Es muy sencillo, el dolor es lo que se
experimenta en el cuerpo mediante una acción externa; sea el ejemplo de un
bofetón, una patada, un corte... En cambio, el sufrimiento es lo que se experimenta,
de igual modo en el cuerpo, cuando es un producto derivado de la saturación
mental; y sirva de ejemplo que un@ sufra porque creerse en menoscabo de algo
externo, como es el hecho de no posee recursos suficientes, como creerse que no
es atractiv@, el pensar que no sirve para algo concreto en contraposición con
otra realidad, o la simple alteración que se puede producir cuando un@ se
siente insultado por lo que sea… y así muchos más ejemplos.
Vista la diferencia, ya
expuesta, pasemos a los otros tres sufrimientos causados por eso de la cuestión
de la comprensión. (1) Existe una ola de nervios e intranquilidad, como mínimo,
cuando un@ no comprende la razón de su existencia, ni el sinsentido del
maltrato a otras personas, ni la poca lógica de la perversidad, el asesinato,
el hurto, las injusticias, la tiranía… Pero este sufrimiento se agudiza cuando
no se puede comprender la muerte de su propia prole, o la de sus ancestros, ni
la enfermedad en los seres queridos, ni la ruptura sentimental… y así muchos más
ejemplos.
Otro (2), sería el no
comprenderse a sí mism@. Este es duro, y mucho, pues le hace arrastrarse en una
supervivencia a costa de lo que sea con tal de alcanzar algo de esa posibilidad
que se antoja lejana, escurridiza y hasta oculta.
La peor (3), la más
desagradable es la de ser un Ser incomprendido por los demás pese a
comprenderse a Sí mism@. Pese a ello, cuando un@ llega al entendimiento de la
globalidad expuesta –en lo interno y lo externo-, ni sufre ni padece, pues
nada importa que un@ no sea comprendido si Un@ se ha entendido.
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Autor: Deéelij
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