Vacío
acá, vacío allá,
y
sin embargo, el Universo infinito está
siempre
delante de tus ojos.
Infinitamente
grande e infinitamente pequeño;
no
hay diferencia, porque las definiciones han desaparecido
y
no se ven límites.
Lo
mismo pasa con el Ser y el no-Ser.
No
malgastes el tiempo con dudas y argumentos
que
no tienen nada que ver con esto.
Una
cosa, todas las cosas:
van
juntas y entremezcladas,
sin
distinción.
Vivir
en esta comprensión
es
no estar inquieto a causa de la no perfección.
Vivir
en esta fe es el camino hacia la no-dualidad,
porque
lo no-dual es uno
con
la mente que confía.
¡Palabras!
El
Camino está más allá del lenguaje,
porque
en él no hay
ni
ayer,
ni
mañana,
ni
hoy.
Di
sí a todo lo que hay
La realidad
es una experiencia existencial; no es una teoría, ni una especulación. Para
conocerla tienes que vivirla… Sin embargo, a la mente le encanta soñar y pensar
sobre cosas que no ha experimentado. ¿Por qué? Debido a que se trata de un
sustituto. Y esto ocurre tanto en sueños como cuando estás despierto, porque la
mente sigue siendo igual despierto o dormido. Todos los sueños son sustitutos y
todos los pensamientos también: pensar es soñar mientras se está despierto; y
soñar es pensar mientras se está dormido. Son el mismo proceso: si puedes
entender el soñar, te será posible comprender el pensar. Soñar es más
primitivo, por eso es más simple. Pensar es más complicado, más evolucionado,
por eso es más difícil de penetrar.
Si no has
comido el día anterior, por la noche soñarás con alimentos; si tienes una gran
necesidad de sexo, tendrás un sueño sexual; si anhelas poder y prestigio,
tendrás un sueño que lo sustituya… El sueño siempre es acerca de lo que te
falta mientras estás despierto. Si no echaras de menos nada durante el día, los
sueños desaparecerían. Los deseos nunca pueden ser culminados, van creciendo y creciendo…
Hagas lo que hagas, siempre falta algo. Soñar te da una falsa solución y
satisface ficticiamente una profunda necesidad.
Cuanto más
creces menos sueñas, porque hay menos problemas que resolver. Si creces
totalmente en consciencia dejas de soñar, porque no quieres cambiar la realidad.
Además, serás consciente de que lo real no se puede mutar; lo único que es posible
cambiar es tu aferramiento a la mente. Normalmente intentamos cambiar la
realidad para que se ajuste a nosotros. Es una tontería: el todo no puede caber
en la parte, ni puede seguirla; la parte cabe en el todo y lo sigue. ¿Quién
eres tú para adaptar a ti esta vasta realidad? Pero el ego insiste: “Sigue
esforzándote y algún día la realidad se adaptará a ti”. ¡Una gota intentando
cambiar el océano! Tan sólo conseguirás dañarte. Les pasa a todos los egos: siempre
acaban heridos, frustrados, preocupados.
Cuando se
asienta la comprensión, cesas de hacer estupideces y, poco a poco, dejas de
soñar. Te ajustas al Universo, te haces uno con él, no tienes ningún conflicto o
argumentación en relación a la existencia. Dices sí a todo lo que hay y tu vida
empieza a florecer en una nueva dimensión. Un místico fluye con el río, no lo
fuerza. No nada contracorriente; ni siquiera nada a favor de la corriente,
porque nadar siempre es una lucha. Simplemente flota. Sin ninguna meta que
alcanzar... El río se mueve; tú te mueves con él. Tu meta es la del río. Ni
siquiera te preocupa dónde está; si es que la hay. De hecho, no es cuestión de
llegar a alguna parte: donde sea que estés, estarás en la meta, porque el sí es
la meta… Has aprendido el gran secreto de decir sí.
Por el
contrario, cuando eres adicto al no, donde sea que llegues nunca será la meta… Aunque
te topases con la fuerza suprema, dirías no porque estás muy acostumbrado a eso
y le encontrarías muchas faltas, pues para la mente que niega nada vale. Y para
la mente que afirma, hasta la imperfección tiene su propia perfección; hasta en
la materia penetra el sí y encuentra lo Divino. Dios está en todas partes, pero
el que dice no, no lo encontrará en ninguna.
Tu mente dice
no porque el ego se refuerza a través del no. Cuanto más digas no, más poderoso
se sentirá; cuanto más digas sí, más se diluirá. Por eso es tan difícil decir sí
a cualquier cosa, incluso a cosas muy normales… El no te da un sentimiento
falso de poder; es una dolencia, una enfermedad. Di sí y ocurrirá una
transformación. Y no hay necesidad de ir a la iglesia o a la mezquita… La vida ya
es un templo bastante grande…. Empieza a decir sí y en todas partes sentirás tu
divinidad porque en todas partes el ego estará ausente. Y cuando el ego no está
presente, el todo, de repente, fluye en ti.
Más
allá del lenguaje
La mente
sustituye la realidad con el pensamiento y el sueño, pero jamás puede
convertirse en lo real… Estás sediento y te digo: “El agua es H2O. Repite H2O, H2O... Conviértelo en un mantra y la sed se irá”… ¿Qué la pasará a tu
sed? No se dará por enterada… La mente sustituyendo a la realidad. Y lo real está
ahí: no hay necesidad de repetir nada, ni de pensar en nada. Simplemente
observa, abre los ojos y ve: ¡está en todas partes! Conseguirlo no es extraño; lo
raro es que no te hayas dado cuenta. La realidad está delante de ti, ¿por qué
decir que verla es un gran acontecimiento? ¡Es tan sencillo!... Debes de haber
desarrollado una gran técnica para que durante vidas sigas sin darte cuenta. Y
la realidad no puede hacer nada, está justo delante de ti y continúas sin darte
cuenta. ¿Cómo consigues hacer este truco de magia?
La magia está
en que la palabra se vuelve más importante que lo real, el símbolo se hace más
importante que aquello que simboliza… ¿Qué es Alá?: una palabra; ¿qué es
Brahma?: una palabra; ¿qué es Dios?: una palabra. Y los hindúes, los cristianos
y los mahometanos continúan luchando por la palabra y a nadie le preocupa que las
tres simbolicen lo mismo… Lo simbolizado es menos importante que el símbolo.
La gente anda
perdida a causa de las palabras, los símbolos, el lenguaje… La realidad está
siempre delante de ti pero tú estás siempre en otro lugar bajo la abducción de
la mente. El ser humano se ha hecho tan adicto al lenguaje y sus símbolos que
las palabras pueden producir reacción. Alguien menciona un manjar, el que sea,
y se te llena la boca de saliva. Ni siquiera el propio manjar puede ser tan
efectivo: puede que esté sobre la mesa y tú no salives… La palabra se ha vuelto
más importante que lo real. Ahí está el truco. Y a no ser que abandones esta
adición a las palabras nunca te será posible encontrar la realidad. No hay
ninguna otra barrera… Mantente absolutamente sin lenguaje y de repente ahí
está, siempre ha estado ahí. Y todo se ilumina: un estado de consciencia donde
el lenguaje no existe.
Tú naciste
sin lenguaje. Te ha sido dado, no lo has traído por naturaleza, es una
consecuencia social. Y ahí radica la posibilidad de salirse de él. Porque si lo
hubieras traído al nacer, no habría forma de salirse de él. Pero entonces tampoco
habría ninguna necesidad, porque sería una parte del Tao. Sin embargo, no forma
parte del Tao; es algo que ha hecho el ser humano. Es útil, tiene una función;
la sociedad no puede existir sin el lenguaje… Pero el individuo no necesita
formar parte de la sociedad todas las horas del día.
Si dejas de
formar parte de la sociedad, aunque sólo sea por unos minutos, de pronto te
fundes con el todo y te conviertes en una parte del Tao. Deberías ser flexible:
cuando precises moverte en la sociedad, usa el lenguaje; cuando no, deja de
utilizar el lenguaje. El lenguaje ha de ser usado como una función, como un
mecanismo. No te obsesiones con él, eso es todo… Por ejemplo, yo estoy
utilizando el lenguaje porque quiero comunicaros algo. Sin embargo, cuando no
estoy con vosotros no estoy en el lenguaje, no hay ninguna palabra moviéndose
en mi interior. Cuando me comunico, me vuelvo parte de la sociedad; cuando no,
me vuelvo parte del Tao, del Universo, de la Naturaleza , de Dios; lo
puedes llamar como quieras… Con Dios, el silencio es comunicación; con la gente,
la comunicación es el lenguaje.
Si estás con un
amigo y permaneces en silencio te sentirás extraño y él pensará que algo va mal;
si el marido se sienta en silencio, la mujer inmediatamente empezará a pensar
que hay problemas. ¿Por qué esta necesidad de hablar? Porque si no hablas
significa que estás solo, que no aceptas que estás con alguien, el otro no
existe para ti. Y el otro se da cuenta, te siente indiferente. Así que la gente
sigue hablando. Y cuando no hay de qué, se habla del tiempo o de lo que haga
falta. Todo vale, la cuestión es hablar. Además, es de mala educación estar en
silencio cuando hay alguien presente.
Sin embargo,
con Dios o la Naturaleza
ocurre justo lo contrario: hablar significa que eres indiferente a esa realidad
que está delante de ti. Ahí sólo se necesita silencio. Cuando naces traes
silencio al mundo. El lenguaje es algo que se te da; una enseñanza de la
sociedad. Es útil; una herramienta. Pero tú traes contigo silencio al mundo. Encuentra
ese silencio de nuevo. Todo el asunto se reduce a volver a ser parte de la Naturaleza
e ir más allá de la sociedad, no en su contra… Renacer, volver a ser como un
niño, quiere decir ser natural.
Cuando
realmente estás en silencio ni siquiera estás en silencio, porque silencio es
justamente lo opuesto al ruido. Si no hay ruido, ¿cómo puede haber silencio?
Cuando desaparece el ruido también desaparece su opuesto y ni siquiera puedes
decir: “Estoy en silencio”. Si lo dices, lo pierdes. Y cuando te vuelves
silencioso no sabes qué es qué. Todas las cosas se diluyen en todas las demás
cosas porque no estás aquí. Tú solamente eres parte del ruido; el yo es la cosa
más ruidosa del mundo, el mayor perturbador, todo lo demás es solamente un
subproducto suyo… Cuando estás vacío, no puedes sentir: “estoy vacío”; si fuera
así, querría decir que todavía estás tú ahí para sentir y entonces la casa está
llena, no vacía. Cuando estás realmente vacío, estás vacío de ti mismo. Cuando
cesa el ruido, también tú cesas. Entonces la realidad está delante de ti… Dentro
y fuera, en todas partes.
“Vacío acá, vacío allá, y sin embargo, el
Universo infinito está siempre delante de tus ojos”… Vacío dentro, vacío
fuera… ¿Puede haber dos vacíos? No, por su propia naturaleza se convertirán en
uno. Dentro y fuera, acá y allá, interior y exterior son sólo divisiones de la
mente… Las palabras están condenadas a decir la mitad, no pueden expresar algo
completo. Si dices: “La vida existe”, ¿qué pasa con la muerte? Y una verdad a
medias es más peligrosa que una mentira, pues lleva algo de fragancia de verdad
y te puede engañar… Todos los cultos y credos se fundamentan en palabras y están
basados en verdades a medias. Si se intenta expresar el todo, no se dice nada.
Si afirmas: “La vida es ambas: vida y muerte”, la gente pensará que te has
vuelto loco.
Cuando
desaparecen límites, definiciones, dudas y argumentos
“Infinitamente grande e infinitamente
pequeño; no hay diferencia”... Si vas hacia abajo, analizando, llegarás a
lo infinitamente pequeño. La ciencia lo ha hecho y nos habla de las partículas
más microinfinitesimales (similares a puntos de información y de naturaleza
vibracional), aunque no haya podido verlas. Entonces, ¿por qué asegurar que existen?
La física casi se ha convertido en metafísica. No es capaz de verlas, solamente
puede observar las consecuencias: ve los efectos, pero no la causa. Es lo que
los místicos siempre han sostenido: “No podemos ver a Dios, pero si la Creación.
Dios es la causa; la Creación, el efecto”… Si oyes mi voz y no puedes verme,
tendrás que deducir que estoy en algún sitio. Y tampoco puede verse lo infinitamente
grande, también se vuelve invisible por envergadura. Ambos –lo infinitamente
pequeño y lo infinitamente grande- son iguales porque son infinitos. Y en lo
infinito, el que sea grande o pequeño no supone diferencia.
“…Porque las definiciones han desaparecido y no se ven límites. Lo
mismo pasa con el Ser y el no-Ser”… Cuando estás
completamente vacío, sin ningún ego, ¿estás siendo o no-siendo?... No se puede
decir nada… La gente hace cantidad de preguntas acerca de los llamados temas
conscienciales y espirituales… No preguntes sobre esas cuestiones: transfórmate
en un buda y ve por ti mismo, porque lo que sea que te digan no será correcto.
“No malgastes el tiempo con dudas y
argumentos que no tienen nada que ver con esto”... La realidad no depende
de tus argumentos. Que demuestres esta o aquella teoría es irrelevante; la
realidad está ahí. Estaba ahí antes que tú, estará ahí después de ti, siempre
ha estado y siempre estará. No depende de tu mente; al contrario, tu mente
depende de ella. No necesita ninguna prueba que la demuestre o la rebata.
Existe por sí misma. La verdad quiere decir: aquello que es… Al argumentar
malgastas energía y tiempo. Mejor disfruta de la realidad, fúndete con ella, ¡vívela!
Si vives, empiezas a emanar a tu alrededor el aroma de la realidad. Y algo de
la inmensidad, de lo infinito, empieza a ser expresado a través de tu existencia
finita. Poco a poco se disuelven tus fronteras y te vas disolviendo: la gota se
transforma en el océano.
La vida
consiste en pequeñas cosas. Los grandes problemas están sólo en la mente, no en
la vida. Que tú decidas si Dios existe o no, no importa en absoluto. Tienes que
respirar, comer, dormir, abrigarte… Y por eso mismo, las cosas pequeñas no lo son tanto, porque si
la vida consiste en ellas son vitales.
El
todo es una unidad orgánica
“Una cosa, todas las cosas: van juntas y
entremezcladas”... La vida es una unidad orgánica: nada está dividido, todo
es uno, las divisiones son inventos de la mente. Más allá de la mente todas las
cosas se entremezclan, se funden, se disuelven entre sí. Está ocurriendo todo
el tiempo. No te das cuenta porque te has vuelto completamente ciego a causa de
la abducción de la mente.
Observa
cualquier fenómeno... Por ejemplo, comes una fruta… El árbol que la ha dado se
mezcla contigo, la frontera ha desaparecido. La fruta en el árbol ha
transformando la tierra, los rayos del Sol, el agua… Porque tú no puedes comerte
la tierra, ni los rayos solares directamente, pero la fruta hace un milagro al
mutar todo y hacer posible que puedas absorberlo hasta convertirse en tu propia
sangre. Y tu sangre está constantemente produciendo y crea semen. Nace una
semilla y esta semilla se convierte en un bebe. Ahora la fruta está en el niño.
¿Dónde están las fronteras? El Sol se integra en el árbol; el árbol en ti; tú en
el niño; y así sigue y sigue...
Esta energía
que es la fruta siempre ha estado ahí, en la existencia; fundiéndose,
disolviéndose, emergiendo, yendo de esto a lo otro, cruzando las fronteras. Y la
totalidad de la energía permanece igual, no puede aumentar ni disminuir, porque
no hay ningún otro lugar adonde ir. Al Universo no se le puede añadir ni restar
nada. ¿Dónde lo vas a llevar? El todo permanece igual. mientras las cosas están
en constante movimiento. El aliento que está en ti, estará después en mí. Tu
corazón y mi corazón laten en el mismo océano de vitalidad. Lo que llamas tu
vida no es tu vida: no es de nadie; o es de todos.
El Sol está
trabajando para ti Y las estrellas; y todas las personas del mundo. Y tú estás
trabajando para ellas. Te morirás y los gusanos se comerán tu cuerpo, serás su
comida… Tiene que ser así: tú has hecho de muchas cosas tu comida y, finalmente,
te has convertido en comida. Es una cadena... y tú quieres aferrarte a la vida.
Pero entonces la vida cesaría.
Todo se
funde, se encuentra, se disuelve. ¿Por qué preocuparse? Sólo existe el todo, las
individualidades son falsas. Cuando ves la realidad justo delante de sus ojos,
comprendes que no hay nada por lo que inquietarse, pues el todo sigue viviendo
independientemente de que lo que llamas tú viva o no. Tu muerte no es un
problema: vivirás en el todo de millones de formas. A veces has sido un animal,
otras un insecto, un árbol o una piedra; y la vida sigue. Así que, en cierto
sentido, tú no eres nadie, pero en otro sentido eres el mundo. En un sentido no
eres y en otro eres el todo, porque no estás separado.
La separación
produce ansiedad. Si estás angustiado significa que piensas que estás separado.
Te estás creando problemas a ti mismo innecesariamente. No hay necesidad, porque
el todo sigue viviendo; el todo no puede morir. Sólo las partes mueren, pero la
muerte no es realmente una muerte, es un renacimiento. Mueres aquí y naces
allí.
Totalidad
y perfección
“… Sin distinción. Vivir en esta comprensión es
no estar inquieto a causa de la no perfección”… La perfección es otra meta
egóica. La gente religiosa trata de ser perfecta, pero ¿quién eres tú para ser
perfecto? Sólo el todo es perfecto, tú nunca podrás serlo. Hasta un buda tiene
que caer enfermo y morir. La idea de la perfección es una locura del ego. El
todo ya es perfecto, no necesitas preocuparte por él. Y es en el todo donde tú
también eres perfecto, pero sólo en el todo, no el tú separado. Entiende estas
dos palabras: totalidad y perfección. A un místico, le interesa la totalidad,
nunca la perfección; y a una persona religiosa le interesa la perfección, nunca
la totalidad… Totalidad significa: “Yo no soy, el todo es”. Y es perfecta, ¿cómo
podría ser de otra forma?: no hay comparación, no hay nada ni nadie más. Sin
embargo, si piensas en términos de tu propia perfección (moralidad, ideales,
carácter…), te volverás loco porque, como unidad separada, continuarás siendo
imperfecto.
En el mundo
de las religiones se halla la gente más egoísta, porque están intentando ser
perfectos en todas las cosas. No pueden estar relajados, siempre estarán
tensos. Y siempre habrá algo que esté mal y que ellos tengan que arreglar;
siempre estarán preocupados. En cambio, una persona de entendimiento permanece
relajada. Eso no significa que no le importe nada. Le importa, pero sabe que es
sólo una parte. Nunca piensa de sí mismo que es el todo, así que nunca está
preocupado. Disfruta de lo que sea que esté haciendo sabiendo que quedará imperfecto.
No obstante, disfruta al hacerlo; y al disfrutarlo, la perfección que sea
posible ocurrirá sin causarle preocupaciones. Le gusta aun sabiendo que no será
lo absoluto. No puede serlo; algo se quedará incompleto, tal es la naturaleza
de las cosas.
Hasta Buda
permaneció imperfecto hasta el último momento de su vida, pero sin inquietarse
por ello. Esa es la razón por la que los budistas tienen dos términos para
nirvana. A la iluminación le llaman “nirvana”; y a la iluminación suprema, “mahaparinírvana”.
Nirvana significa que un buda, aun habiendo alcanzado la iluminación, continúa
en el cuerpo -en el cuerpo imperfecto, en el mundo de las partes imperfectas-. Luego,
cuando deja el cuerpo y desaparece en el vacío supremo, es mahaparinirvana: la
imperfección desaparece, no hay individualidad, él es el todo… Sólo el todo
puede ser perfecto.
Todo
perfeccionismo es un esfuerzo egoísta. Intenta hacerlo lo mejor que puedas,
pero no te vuelvas loco por ello… Una persona de entendimiento acepta lo que es
posible; se relaja y disfruta de lo posible. Y cuanto más disfruta, más
perfección llega a su vida. Pero ya no es una preocupación, es una gracia; esa
es la diferencia… Si te acercas a un místico sentirás que hay cierta gracia en
torno a él, que no realiza esfuerzo alguno. Él no ha hecho nada consigo mismo,
simplemente se ha relajado en lo supremo. Y tú sientes esa ausencia de esfuerzo
en torno a él. Este es el criterio para saber cuando estás ante un Maestro: que
fluya espontáneamente. Si se trata de un perfeccionista, te mutilará y dañará
en muchos sentidos… No te inquietes por nada; tampoco por ser perfecto.
Simplemente, ¡vive! Vive plenamente y no te preocupes por las consecuencias,
por lo que ocurra…. “Vivir en esta fe”...
Esto es fe; esto es confianza.
Un
perfeccionista nunca confía en nada porque siempre está buscando faltas. Aunque
le presentes una flor, hallará imperfecciones inmediatamente. Su ojo es el de
la lógica, no el del amor. Siempre tiene dudas; no puede confiar en nadie porque
no puede confiar en si mismo… Tienen miedo, porque todo se lo ha impuesto, no
es natural. Una persona que no confía en su propia energía de vida no puede
confiar en nadie; es un enemigo del ser humano, un envenenador. Y estos
envenenadores han causado tanto daño a la Humanidad : “Esto está mal, eso es pecado, eres
culpable”. ¡Cuánto enredo crean a su alrededor! A tus santos les gustaría que
fueras de plástico, sin hambre, sin sed, sin amor; entonces serías perfecto. Pero
la vida es tal como es. Tú no tienes cables, tienes nervios. Y el equilibrio
siempre está en movimiento. Todas las cosas se mezclan y disuelven entre sí. Es
por eso que estás vivo.
Una persona de
entendimiento no se inquieta por nada y no piensa en términos de perfección;
sencillamente vive el momento tan totalmente, como le es posible. Y cuanto más
plenamente lo vive, más capaz se vuelve de vivirlo. Vive sin forzar ningún
ideal, sin pensar en ningún concepto, sin poner reglas, sin ninguna regulación
acerca de su vida. Vive y se deleita.
Salirse
de la mente, del lenguaje y del tiempo
“Vivir en esta fe es el camino a la
no-dualidad”... Y esto es fe… “Porque
lo no-dual es uno con la mente que confía”… Si confías, lo no-dual estará
delante de ti. Pero si en el fondo tienes dudas, serán las palabras, teorías,
filosofías y doctrinas las que te envuelvan. Y tú estarás completamente ciego:
no podrás ver lo que esté cerca, sólo podrás pensar en lo lejano. Dentro
confianza, fuera realidad; dentro confianza, fuera ver. La confianza y la
verdad se encuentran y no existe ningún otro encuentro.
“¡Palabras! El Camino está más allá del
lenguaje, porque en él no hay ni ayer, ni mañana, ni hoy”… El lenguaje sólo
es posible si el tiempo existe. El lenguaje es tiempo y se divide en las mismas
categorías que el tiempo: pasado, presente y futuro. Y la vida está más allá…
La vida no es pasado ni futro; ¿dónde está el pasado, dónde el futuro? Son
frutos de la imaginación. Ni siquiera existe el presente: el presente sólo
existe entre el pasado y el futuro; si no hay pasado ni futuro, ¿cómo va a
existir el presente?
Ni pasado, ni
futuro, ni presente… No existe el tiempo. Y todo el lenguaje depende del tiempo.
El lenguaje y el tiempo son creación de la mente. Cuando abandonas el lenguaje,
el tiempo desaparece; cuando dejas de pensar, transciendes el tiempo. Y cuando
el tiempo no existe, has entrado en lo eterno… La verdad es eterna. Pero lo
único que tú tienes son reflejos temporales de la verdad debido a tu
identificación con la mente. Si abandonas la mente, de repente, todo encaja… Todo
lo que estabas buscando, ocurre; todo lo soñabas y deseabas íntimamente,
acontece. Todo se cumple.
¡Todo está
cumplido! Y todo el mensaje se resume en cómo salirse de la mente, del lenguaje
y del tiempo.
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Fuente: Extracto del capítulo décimo y último de “El Libro de la Nada ”, de Osho, realizado por
Emilio Carrillo.
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