Manifiesto de la Plataforma Ciudadana en Defensa del Ficus de San Jacinto escrito por la poeta Carmen Camacho y leído en plaza pública, el 17 de agosto de 2023, por Inés Manzano y Javier Ross, dos de los trianeros que un año antes treparon al ficus para demorar su tala
EL
ÁRBOL TALADO QUE RETOÑA
“Los árboles fueron los primeros
templos de la divinidad” (Plinio “El Viejo”)
1.
Con motosierras, con argucias, con mentiras
Con motosierras, con argucias, con
mentiras, el 16 de agosto de 2022 llegaron los ejecutores de este árbol
centenario, monumento natural y bien común, para arrebatarlo a esta ciudad sin
sombra, para dejarnos sin él.
Aquí nos encontraron para evitarlo.
Aquí, nuestros cuerpos y nuestra voz, para exigir soluciones, para pedir
entendimiento, para detener la sinrazón. Llamamos a las puertas de la Justicia.
Contamos lo que estaba pasando, dimos pruebas de la atrocidad. Mostramos las hojas
verdes y vivas en nuestras manos.
Mientras el juez dictaba el auto que
detenía la locura de talar este árbol histórico y vivo, los ejecutores
apretaron el paso, nos arrancaron del árbol, desoyeron las voces, dispusieron
policías, arreciaron la tala. Hora tras hora, hasta casi la medianoche: no
pararon de amputar al gran árbol. La savia no cesó de brotar a borbotones y derramarse,
cayeron los nidos, los pájaros volaron, acabaron con toda la sombra. Con casi
toda la sombra.
Con motosierras, con argucias, con
mentiras.
Como Jesús despojado de sus vestiduras,
expuesto ante el Templo, acusado falsamente, mientras Pilatos se lava las manos.
Esa era la figura exacta de este árbol, aquella noche.
2.
No pudieron, no del todo
Pero no pudieron, no del todo. Nuestra
protesta se alzó en el aire, un viento extraño estremeció la ciudad.
No pudieron, no del todo. Gentes de
toda España y del mundo contemplaron, atónitos e impotentes, aquella imagen.
No pudieron, no del todo. Muchas
personas despertaron ante tanta mutilación.
No pudieron, no del todo. No podían
consentir que el poder volviera, una y otra vez, a actuar contra lo que está
vivo y es común y beneficioso.
No pudieron, no del todo. La sombra
arrebatada del ficus, un árbol hecho muñón, se alargó hasta dar la vuelta al
mundo.
No pudieron, no del todo. La orden del
juez llegó justo antes del final. Detuvo la tala. Mandó cuidar. Más tarde
llegaría otra jueza, encausando por lo penal la tropelía.
No pudieron, no del todo. Las gentes y
las horas que robamos a los ejecutores hicieron posible que el ficus no
muriera, que el ficus volviera a nacer, dándonos una maravillosa lección de vida,
misericordia y belleza.
No pudieron, no del todo. El árbol
talado que retoña se convirtió en un gran símbolo: de la barbarie, de la
resistencia ante la barbarie, del poderío de la savia contra el poder de los
hombres, de la defensa de los árboles, de la búsqueda de alianzas entre los
humanos y la naturaleza.
3.
Una sola letra puede albergar todo el veneno del mundo
Con motosierras, con argucias, y con
mentiras. Las mentiras hacen más daño que las hachas. Una sola letra puede
albergar todo el veneno del mundo.
Nos dijeron: “¡Templo o ficus!”
Les respondimos: “¡Templo y ficus!
¡Ficus y templo!”
No es verdad que el templo y el árbol
sean incompatibles. De hecho, son complementarios. Así nos lo contaron quienes
saben de piedras y ramas y de la armonía entre las cosas.
Nos dijeron: “¡Personas o ficus!”
Les respondimos: “¡Personas y ficus!”
Este árbol no es, como han dicho
quienes saben que mienten, un asesino. El descuido del ficus, su deficiente
mantenimiento, era una evidencia; a los informes técnicos nos remitimos. El día
de la gran desgracia no tardó en llegar: la caída de una rama de gran porte
dejó malherida y postrada a una de nuestras vecinas. El responsable no es un
árbol, los responsables de este terrible accidente son quienes, siendo su
obligación, no velaron adecuadamente por su cuidado, poniéndonos a todos en un
grave peligro. Si se cayera un remate de la Giralda, causando una terrible
desgracia, ¿culparíamos a la Giralda del accidente?, ¿exigiríamos cortarla por
su base?, ¿quién tendría que asumir la responsabilidad?
Una mentira dicha mil veces se acaba
tomando por verdad. Así fue cómo la falsía, claramente organizada, sembró la
cizaña en los corazones de algunos vecinos.
Con motosierras, con argucias. Y con
mentiras.
4.
Los frutos del ficus
Pero no pudieron, no del todo. Y este
árbol, el gran abuelo de Triana, comenzó a dar un extraño fruto: la
consciencia.
Siguió abriendo los ojos de las vecinas
y vecinos de esta villa a todo lo que crece, a todo lo que da sombra y oxígeno.
En la ciudad de los 45 grados,
descuidar y arrebatarnos árboles centenarios sin razón es un escándalo. Nos
convierte en el hazmerreír de Europa. Saca a la luz toda la hipocresía de
quienes afirman cuidar el arbolado mientras acaban con él. Atenta contra nuestra propia supervivencia y
la de nuestros hijos. Este ficus, con una masa arbórea equivalente a 15
árboles, bien cuidado y no como lo tenían, hubiera sido un pulmón firme y seguro,
y una sombra misericordiosa para cualquiera. Salud y trinos, frescor y sombra,
oxígeno y amparo.
Hoy es un día de alegría. Este árbol
talado que retoña nos ha enseñado el valor del bien común, de la naturaleza y
de que, juntas y despiertas, gentes de diversas maneras de pensar, soñar, votar
y vivir, podemos defender lo que importa y nos concierne de quienes tratan de
arrebatárnoslo para sus propios intereses.
Dendrocracia, se llama, al diálogo y los acuerdos
que antaño se alcanzaban bajo un árbol.
5.
No todo está perdido, no todo está salvado. Velad
No todo está perdido, pero no todo está
salvado.
El Consistorio sevillano por fin ha
asumido las reivindicaciones de esta ciudadanía consciente. Acaba de
comprometerse públicamente a enmendar el disparate perpetrado hace justo un año
-con motosierras, con argucias, con mentiras- por el párroco de la iglesia de
San Jacinto y por el anterior equipo de Gobierno, que dio la venia para
cargarse una pieza única del patrimonio natural de esta ciudad.
El ficus se queda. A partir de ahora,
será cuidado y conservado por jardineros públicos. El ficus se queda y esta
plaza vuelve a ser de Sevilla, de las vecinas y vecinos del barrio de Triana,
un espacio público liberado, ganado para la sombra, el encuentro, la charla, la
contemplación.
La subvención municipal de más de 111.000
euros para estudiar la viabilidad del ficus, que iba a ir a parar (de forma
nominativa y directa, y sin publicidad) a los mismos dominicos que mandaron
talar el árbol, y que fue aprobada in
extremis en el último pleno antes de las elecciones del 28 de mayo, ya no
la recibirán. Esto también ha sido posible gracias a las reclamaciones que
muchos de ustedes han presentado ante el Ayuntamiento. Tal salvajada de dinero público
ya no se perderá en bolsillos con arteros intereses creados.
Escribió Luis Cernuda, “Recuérdalo tú y
recuérdalo a otros”: que este árbol vaya a dar sombra fresca y segura a las
generaciones venideras se lo debemos a la movilización ciudadana, a la labor
colectiva, a la razón común, a la gente corriente como ustedes y como yo.
Sabio pueblo de Sevilla: ¡lo hemos
conseguido!
*
No todo está perdido, pero no todo está
salvado: velad
El ficus sigue en peligro mientras no
amplíen su alcorque, lo hagan respirar, cumplan la palabra que nos han dado.
El árbol sigue en peligro mientras lo
dicho no sea un hecho.
Todos los árboles seguirán en peligro
mientras las autoridades públicas piensen que son, en vez de seres vivos que
aportan multitud de beneficios, mobiliario urbano, intercambiable al capricho y
antojo de pelotazos urbanísticos, veladores, despejadas puertas, escuadras y
cartabones de urbanistas sin urbanidad.
El patrimonio natural de Sevilla
seguirá en peligro mientras no acabemos de despertar.
Mientras no acabemos de despertar, quienes
quieren hacer prevalecer sus intereses particulares sobre el bien común, continuarán
intentando arrebatar lo que es provecho de todos, patrimonio histórico, y
legado para las generaciones venideras.
Unus
mundus. Cada árbol de este
mundo seguirá en peligro mientras los poderes fácticos premien y proclamen Hijo
Adoptivo de este Triana al párroco que mandó ejecutar sin piedad al ejemplar
vivo más antiguo de nuestras calles.
La naturaleza está en peligro mientras
el poder planta con una mano y tala con la otra.
Velad.
*
No todo está perdido, pero no todo está
salvado. Velad.
Por eso, aquí, nuestra experiencia y
acción, que queremos poner a disposición de cualquiera que la requiera. La
ciudadanía de cualquier pueblo o ciudad de España que lo necesite, podrá
disponer de lo aprendido en esta experiencia. El ficus de San Jacinto es
símbolo. El árbol es -dice el poeta Carlos Edmundo de Ory- “el asta de ninguna
bandera. Él representa la insignia de la tierra”.
Dentro de muchos años, las niñas y los
niños, hijos de las hijas de los hijos, que vayan a aquel cole al que quizá
fueron sus madres y también sus abuelos de chicos, dentro de muchos años, esas
niñas y niños pasarán jugando junto al árbol, respirarán su verdor y, de algún
modo, sabrán y sabremos que todo ha sido posible gracias a quienes, en un
lejano 2022, defendieron al árbol talado que retoña, a un ficus que sobrevivió
y nos sobrevivirá, que nos vio defenderlo, que nos vio celebrarlo, que nos dio
tanto.
Larga vida al ficus de San Jacinto.
Larga vida al abuelo genuino de Triana.
En
el barrio de Triana, Sevilla, a 17 de agosto de 2023
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