Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2024-2025

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21/9/17

De Espadas y Almas


Forjar una buena espada no es una fácil tarea. Una espada hermosa y fuerte, una espada ligera de alzar, inquebrantable en el momento de entrar en la batalla.

Forjar una espada reluciente que nos lance seductores destellos desde el acristalado santuario de su vitrina..., eso, puede llegar a conseguirse sin mucho esfuerzo. Una espada con pomo de plata y hoja afilada, una espada elegante y enjoyada. Son muchas las promesas que nos susurra una espada como esa... antes de la batalla.

O quizá sea un arma adecuada, pero que no se ajuste a nuestra mano, a la fuerza de nuestro brazo, que no oscile, airosa, al ritmo de nuestro corazón.

Puede, incluso, que todas sus promesas sean como aire, como humo, y al primer golpe se quiebre en mil pedacitos quejumbrosos.

No, no es una tarea fácil para el herrero... ni para la espada ¿Puede imaginarse el dolor del metal mientras está siendo forjada? ¿Puede imaginarse siquiera esa oscura noche de tormento, de increíble soledad, antes de llegar a ser la espada? A fuego y golpes durante toda la larga noche.. Y entonces el brazo sudoroso del herrero parece apiadarse y la sumerge en el agua fría que le proporciona alivio y cree entonces la hoja, aún imperfecta, que el dolor ha pasado, que podrá respirar, pero apenas se ha apagado el rojo acero, vuelve el hacedor despiadado a introducirla en el fuego, a golpear y golpear y golpear.

¿Ha pasado alguna vez tu alma por el fuego de la forja? ¿Has sentido sobre ella el golpe del martillo? ¿Has creído hallar alivio en el agua helada y entonces todo ha vuelto a comenzar? Y te has preguntado, ¿hasta cuándo?, ¿podré resistirlo? Y has alzado la mirada extenuada y has contemplado ese nuevo cuerpo que va surgiendo del dolor y el fuego. Y has cerrado los ojos y has tratado de confiar, de confiar en ese creador que ya no sabes si es otro o tú mismo, si está arriba, abajo o adentro, y que trabaja con determinación en tu frágil hoja, tratando de forjar una espada fuerte y hermosa.

Cierro los ojos y, tumbada sobre el yunque del herrero, trato de respirar y susurro: Confío, confío.

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Autora: Diana Marina (dianamarina.mayo@gmail.com)
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