22/11/21

La Era de Acuario (Proyecto “La Física de la Espiritualidad”: 47)



Si uno busca el término “Acuario” en Google, una de las referencias que salen en primer lugar es la canción que popularizó el grupo musical Quinta dimensión (5th dimension) en 1967 y que es tema central del musical “Hair”.

https://youtu.be/oRPNXfqALOo

La letra habla de la conjunción de planetas y todas esas cosas, como lo de que el Sol entrará en la casa de Acuario próximamente y eso provocará el advenimiento de una nueva Humanidad de paz y amor.

Lo de la inclusión del Sol en la casa de Acuario es astronómicamente cierto y significa que, sobre la base del peculiar movimiento de la Tierra denominado de precesión, el Sol en el equinoccio de primavera recorre todo el Zodiaco cada 25.776 años, en el momento justo en el que el Sol abandona el hemisferio celeste austral para entrar en el septentrional (Punto vernal o gamma ), el 21 de marzo, momento en el que el día y la noche son iguales (equi-noccio: igual noche-día). El Sol, cada 2.148 años (25.766/12), va adelantando las constelaciones del Zodíaco en dirección Oeste (precesión de los equinoccios), de modo que en la actualidad estamos saliendo de Piscis y entrando en Acuario. Se nota que los creadores del horóscopo tuvieron que hacerlo hace más de 2200 años, cuando el Sol estaba el 21 de marzo en la casa de Aries (el horóscopo del periódico, a los nacidos entre 21 de marzo a 21 de abril son catalogados bajo el signo Aries -aunque en realidad son Piscis- con lo que ello, a nivel astrológico parece implicar; y así todos los demás signos).

A partir de este hecho astronómico, los astrólogos, supongo, se han montado la peli de la Era de Acuario, con el deseo de que los astros nos sean propicios y nos ayuden a superar crisis tan espantosas como las guerras mundiales, la pobreza, la tiranía y logremos entrar en una nueva era de paz y amor, que es lo que proclamaba la generación hippie de los años sesenta, con el amor libre y todo eso.

Por otra parte, en Acuario está la Nebulosa Hellix (la Hélice, NGC 7293), a unos 700 años luz de la tierra. Es una de las nebulosas planetarias más espectaculares y cercanas a la Tierra. Tiene casi 6 años luz de diámetro. Descubierta en 1824, se le ha bautizado con el sobre nombre del Ojo de Dios. Es como si Dios nos mirara desde el Cielo, en la constelación de Acuario.


Por otra parte, si acudimos a las enseñanzas de Helena Blavatsky, compiladora de los textos teosóficos en el Siglo XIX, se describe cómo la Humanidad, a lo largo de los milenios, ha atravesado varios ciclos de existencia de lo que se denominan razas-raíces, las últimas han sido: la tercera ubicada en el continente Lemuria, y la siguiente, la cuarta, fueron los atlantes. La actual, la nuestra es la quinta, que se denomina “aria”, aunque nada tiene que ver con el sueño de la Alemania de Hitler. 

Es decir, la Teosofía sostiene la tesis de que la evolución humana no ha sido lineal sino cíclica, siendo cada final de ciclo un desastre global que supuso el renacimiento de una nueva raza raíz más evolucionada. La Biblia hace alusiones a estos finales de ciclo, con los episodios del libro del Génesis, de Sodoma y Gomorra, en los que Dios muy enfadado por la perversión humana envía fuego de azufre, o la confusión de lenguas en Babel, con la dispersión de la Humanidad o, la más representativa de un final de ciclo, que además está reflejada en diferentes culturas en todo el Planeta, el Diluvio universal, que bien pudo significar la destrucción de la Atlántida.

En otras palabras, desde el primer homínido con incipiente consciencia de sí mismo, hasta el Homo sapiens actual, la evolución, en su gran contexto lineal, se ha forjado en base a sucesivos ciclos de comienzo, desarrollo, esplendor, declive y destrucción.

Los ancestrales sabios de la teosofía refieren la época actual como la de transición entre la quinta raza raíz y la sexta que, por otro lado, coincide con la transición entre la era de Piscis, que comenzó con el inicio de la era cristiana (más o menos) y la de Acuario, que está comenzando en estos siglos XX y XXI.

Así que cuando las diferentes religiones anuncian el final de los tiempos, esto se puede tomar de dos formas, por la tremenda, es decir, de modo lineal, con un solo ciclo de principio a fin, que termina con, literalmente, “el fin del mundo”, que es como las religiones occidentales se lo toman o, como el final de “esta generación”, como refiere el propio Jesús de Nazareth en Mateo 24, sin que ello suponga el fin total y absoluto de todo lo creado, sino sólo el fin de “esta generación”. Y ahí queda la cosa.

Sobre todo este tipo de cuestiones, recomiendo encarecidamente los libros y conferencias de Emilio Carrillo, que ha profundizado en este tema y yo no me atrevo a ir más allá de esta breve referencia.

La Era de Acuario 

Con lo expuesto, todo parece indicar que la Era de Acuario es algo más que una fantasía astrológica o un desideratum social sin fundamento. Hay algo más que nos hace tomar en serio que la Humanidad está a punto de introducirse en una nueva era de paz y amor, con un paso trascendental desde el individualismo predominante de la Era de Piscis (de la que estamos saliendo), a una Era bajo el predominio de lo espiritual. A esto también se apuntan los milenaristas entusiastas del fin del mundo y de las profecías mayas. Esto aporta una pizca de chispa de humor a algo de por sí para tener en cuenta. 

No quiero entrar demasiado en estos detalles, no sea que además de hereje, por lo que digo y cuento aquí, encima me tache la Iglesia de neoerista, o seguidor de la Nueva Era. Pero lo que sí es un hecho constatado es el surgimiento a escala mundial de una tendencia a la búsqueda de lo espiritual, acaso como rebote de un cierto cansancio del materialismo desmedido en el que el Occidente “cristiano, por cierto”, nos ha metido en los últimos dos siglos, así como de sus frutos más memorables, como la crisis del 1929, las Guerras Mundiales y las Crisis del 1973 y de 2008 y el cambio climático y el Covid, etc.

Con independencia de cuándo cruce el Sol el punto Vernal en primavera hacia la casa de Acuario, parece que dos hechos acaecidos en la segunda mitad del Siglo XX han precipitado el desplazamiento de la Humanidad hacia la Era de Acuario. Estos han sido, según Caroline Myss en su libro “La Medicina de la Energía”, la invasión del Tibet por la China comunista y el Concilio Vaticano II, como he referido en anteriores capítulos.

En el primer caso, la invasión china del Tibet obligó a finales de los cincuenta al exilio de muchos lamas y monjes tibetanos que huyeron preferentemente a Estados Unidos y Europa. Es lo que vi yo en la ciudad de San Francisco en 1973, a mis 17 años, en el que conocí a los Hare Krisna y a Krisnamurti en su libro “A los pies del maestro”.

En el segundo caso, las conclusiones del Vaticano II propició la apertura de la Iglesia católica al mundo, Al menos en los primeros años. Fue suficiente como para que la espiritualidad cristiana saliera de los monasterios y, a través de sacerdotes y monjas que pasaron a la vida laica, se difundiera su experiencia a la sociedad, a aquellos que quisieron escucharlos. En conclusión, la ascética y la mística de Oriente se encontraron con la de Occidente. Los pesos pesados de la influencia oriental en Occidente están siendo el Budismo, la filosofía Zen y Tao y sobre todo, el pensamiento místico derivado del monismo advaita, y en concreto el Yoga como método de crecimiento espiritual, (aunque también se vende en el mercadillo espiritual establecido al calor de todo esto, como técnica anti estrés y para rebajar las lorzas y michelines, que de todo hay, y todo hay que decirlo). 

¿Tiene esto algo que ver con una nueva Epifanía? ¿Dios nos está queriendo decir algo con esto? 

Desde el punto de vista dogmático, evidentemente esto no significa nada, salvo una seria amenaza a la estabilidad del catolicismo y otras religiones, pues es una puerta de escape que se abre, por donde pueden escapar no pocos feligreses desencantado con la disciplina diocesana. 

A mí me dan mucha pena las posturas rígidas e intransigentes, las que ven en todo lo que se mueve, una amenaza a la homeostasis interna, al “steady state” establecido por las religiones.  

Que las grandes soluciones surgen de grandes problemas que, no hay más remedio que resolver, es un hecho desde los orígenes de la vida. Quiero traer aquí una reflexión de Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química en 1977, a propósito de todo esto: 

“La fuerza de las organizaciones surge de su capacidad de renovarse ante un mundo caótico. Es la gran paradoja de la vida. Por una parte tienden al estado estable, pero una vez conseguido, parece como si fuera necesaria una profunda convulsión que cuestione todos los sistemas para que sólo los más fuertes puedan superar la prueba, y así eliminar por pura selección natural los organismos, especies y organizaciones acomodadas. En el origen de los grandes cambios, de las grandes ideas, de los nuevos paradigmas, está siempre “un grupo pionero” de personas motivadas, ilusionada, comprometida, inconformista, arriesgada, con clara visión de oportunidad”. 

Decir esto ante las monolíticas barreras doctrinales es muy peligroso. A Jesús de Nazareth, mismamente, le costó la vida. 

Lamentablemente, creo que Nietzsche tiene razón cuando afirma que “La certeza absoluta, la total convicción, es un enemigo más peligroso para la verdad, que la propia mentira”.

Cuando uno está absolutamente convencido de que está en lo cierto, y por casualidad no es así, irremediablemente cae en la paradoja de que “hay que mantenerse en el error, cueste lo que cueste”, principio básico de la Política, por cierto. 

Vivimos en un mundo totalmente cambiante, donde las posturas recalcitrantes son (y estoy de acuerdo con Prigogine), garantía de la extinción por simple selección natural. 

Sería hora de empezar a desatar 

Los temas doctrinales no son sino interpretaciones intelectuales de lo divino. La mística es en sí misma expresión pura de lo divino. Jesús vino a este mundo a enseñarnos la Mística de Dios, por eso soy o trato de ser un fiel seguidor de sus enseñanzas. Pero los hombres han convertido su mensaje en textos doctrinales. 

Pues resulta que con tanto atar doctrinalmente, al final es cierto el proverbio que le escuché a Consuelo Martín, que dice, “la verdad une, la mentira separa”.  Tantas ataduras no hacen más que complicar la vida a la gente, desvía la atención de lo fundamental que es simplemente amar gratuitamente, sin esperar nada a cambio. 

¿Por qué hay tanto cuerpo legislativo en nuestra sociedad, que regula hasta el tamaño máximo permitido de los rabos para boinas? Porque las relaciones humanas se basan en la desconfianza, es decir, “como sé que me vas a engañar y me la vas a meter doblada, la ley al menos, hará que te lo pienses dos veces, a riesgo de que seas multado o castigado con la cárcel”. Esto traducido a lo religioso es algo así como “amaos los unos a los otros”, dice el Maestro, pero como sé que a los feligreses eso se la sopla, pongamos un código moral “de la de Dios”, con castigos eternos, a ver si nos hacen caso.  

Estamos liados con tantísimas ataduras religiosas, que, al menos a mí, el panorama me impresiona de asfixiante, aunque para el común de las gentes sencillas es su pasaporte para la Eternidad. En el fondo, entrar en la senda estrecha resulta ser una invitación que Jesús nos hace a romper todas las ataduras materiales, intelectuales y religiosas que nos acogotan, para enfrentarnos a la vida en absoluta pobreza de espíritu. 

Fíjate. Jesús de Nazareth llegó a Israel en una época de absoluto estrangulamiento doctrinal por parte de las autoridades religiosas. Su mensaje suponía la antítesis de todo eso. Como quiera que su mensaje suponía una seria amenaza para el “steady state” del judaísmo, fueron estrechándole el cerco, hasta que consiguieron matarle. Pero consiguió romper todas las ataduras doctrinales sobre las que se basaba la religión veterotestamentaria…

Un nuevo Eleusis

Es tiempo de desatar, de desenvolver los envoltorios del único caramelo, de dejar las apariencias y de regresar a la esencia. Durante toda esta serie de entregas sobre espiritualidad, he pretendido dar un enfoque heterodoxo a lo que sucede en el interior del ser humano en clave de Camino hacia…, cuando en realidad es un Camino de regreso desde… nuestra triste realidad actual, la de cada uno, para intentar volver a ser “tal como éramos” antes de salirnos del tiesto y pretender ser lo que no somos.

Y ahora, la sociedad plantea, no sin fundamento físico y espiritual, que vamos hacia un nuevo Eleusis (del griego eleusiV, advenimiento), un nuevo y gran advenimiento de una nueva Humanidad, una nueva generación o raza raíz que se antoja más evolucionada, más espiritual, más llena y consciente de la Divina Realidad que predican la Filosofía perenne y la Teosofía.

En el marco del Primer Congreso “Consciencia y Sociedad distópica”, estamos viendo cómo parece como si todas las flechas temporales nos estuvieran dirigiendo a lo que Jesús de Nazareth anunció en Mateo 24, con ese dramático periodo previo que en las Escrituras cristianas se denomina “la Gran Tribulación”, para finalmente emerger una nueva era para la Humanidad en presencia de Dios. Luego está lo del Juicio final, que la Iglesia ha aprovechado ampliamente para controlar las conciencias, pero que nos maliciamos, será “el final de todos los juicios”, que diría Fidel Delgado, porque ya sabe Dios de qué está hecho el corazón humano y cuál es su real responsabilidad, como criatura salida de Sus manos, en todo este desaguisado en el que se ha convertido nuestro mundo. Aunque “hijos de la gran meretriz”, haberlos, hay-los.

En cualquier caso, la nueva sexta raza raíz, la nueva generación de Acuario se está gestando en estos momentos en todas aquellas almas que están comenzando a despertar; en todas aquellas Marías que están abriendo los ojos y recibiendo el cálido beso del Amado. Está despertando en todas aquellas Marías que están animando a sus correspondientes hermanas Marta (sus mentes), a comprender que el camino que lleva la Humanidad bajo la pretensión del autogobierno del mundo es un “camino hacia ninguna parte”, hacia el desastre más absoluto.

Como refería en el capítulo anterior, las almas despiertas, al practicar el exculpar y el perdón, están animando a las almas dormidas a que despierten, a que aprendan a no juzgar y a perdonar. Y esto es una reacción en cadena con un efecto expansivo que puede llegar a ser explosivo.

Dicen que una ficha de dominó puede tumbar otra de tamaño hasta 1,5 veces mayor y, esta a otra 1,5 veces mayor. Si una ficha de 1 milímetro tirase a la siguiente de 1,5 milímetros y esta a otra de 2,25 milímetros, la ficha número 32 de la secuencia tendría exactamente una altura de 287,62 metros, la cual tumbaría a otra ficha 50 metros más alta (431,43m) que el edificio Empire State de Nueva York, que mide 381 metros. Por eso las grandes tendencias sociales siempre comienzan en el cerebro o en el corazón de una sola persona. Es el proceso de contagio, largamente estudiado en Medicina y Epidemiología, pero también en Sociología y Economía. El contagio 1x2, 1x3, …, 1xN hace que la virulencia exponencial de la transmisión en pocas semanas e incluso días, alcance el otro lado del mundo, como estamos evidenciando con la Covid19. Con el fenómeno social del advenimiento a la Era de Acuario, está pasando lo mismo. En el fondo todo depende de nuestra tasa de contagio, de nuestra capacidad de despertar (de ayudar a despertar) a las almas dormidas.

Se considera que, en estos fenómenos sociales, la masa crítica que convierte el proceso en exponencial explosivo está en torno al 10% de la población.

Hacedores de Santos

Somos hacedores de santos. Hemos de creer eso, porque si lo hacemos, si creemos serlo, si somos conscientes de ser la mano de Dios que actúa en el mundo a través de nosotros, tanto más lo creamos y así actuemos y vivamos, tanto mayor será la tasa de contagio del mensaje del Nuevo Eleusis para la Humanidad. Y acaso le debamos el encendido de esta mecha a los hippies norteamericanos que proclamaban el amor libre en los años sesenta, mientras los obispos y cardenales católicos se daban cuenta en el Concilio Vaticano II de hasta qué punto la Iglesia estaba fosilizada y los chinos atacaban el Tíbet. Pues bendito sea, Dios se suele valer de recursos “no convencionales” para darle un meneo a estructuras sociales arcaicas y acomodadas en desfasadas tradiciones.

Sólo Uno es inmutable y eterno su mensaje, pero convertir todo tipo de desarrollos doctrinales en inmutables puede ser el mayor de los errores que cometen las religiones, que consideran las teologías inmutables, cuando no son más que modelos mentales de hombres de ciencia, cuyas ideas, si no evolucionan, se transforman en fósiles intelectuales a los que nadie ya hace caso.

El sociólogo Paul Ehrlich, el de la bomba demográfica, tiene una frase muy cierta:

“El ser humano es bastante efectivo ante las emergencias, pero es incapaz de prevenirlas”

Vivimos una emergencia planetaria que está poniendo en serio peligro nuestra supervivencia como especie, esto ya nadie puede dudarlo, salvo que sea un necio, pero la Evolución biológica nos demuestra una y otra vez, que los grandes saltos evolutivos se dan a consecuencia de las grandes crisis planetarias, de las grandes extinciones en masa.

Estamos ante el mismo desafío. Estamos entrando en un huracán fuerza cinco, y dentro de la tormenta está surgiendo la intuición social de la Era de Acuario, o de la vida eterna; da igual, que da lo mismo, es decir, la intuición de que esto pueda parecer el final, pero de las grandes tragedias surgen las grandes soluciones basadas en una profunda renovación, de un nuevo renacimiento.

Esto comienza a ser Era de Acuario, o el fin del “este” mundo el término revelador o apocalíptico.

Para crear algo nuevo, antes ha de ser derribado lo que está en ruinas.

Antes de que “venga a nosotros Tu Reino”, ha de quedar hecho añicos el nuestro, ya que ambos son incompatibles.

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Autor: José Alfonso Delgado

Nota: La publicación de las diferentes entregas de La Física de la Espiritualidad

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.

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