5/4/10

En el santuario de la inspiración

Los amigos de Webislam (http://www.webislam.com/) remiten este hermoso e intuitivo texto, extraído del libro Mamu Zin escrito por Muhammad Said Ramadan Al-Buti (en la foto anexa):

¡Oh mesero!... Ven y llena esta copa de vino… Llénala de aquel vino rosado extraído de los frutos del alma y el néctar secreto del corazón. Dame de beber de los labios de tus copas, una tras otra, el éxtasis excitante para mí adormecido corazón y embriagante para mí desconcertado intelecto.

Y tú… ¡Oh cantante!... Ven y siéntate a mi lado para embriagar mi alma con la melodía de tus canciones, escuchando los canturreos de la flauta y el violín, deleitándome con el ritmo del tambor y las melopeas.

Regocijen mis ojos con el panorama de las seductoras rosas y el devaneo de las ramas, evoquen todo esto tomando mis sentimientos y emociones para embeberme de esta existencia que me rodea, entonces quizá, desvanezcan de mi esta densa sustancia y consistente cuerpo, desvelando el corazón y el alma, desnudando las percepciones y emociones. Y tal vez, me sea revelado, en ese instante, el esplendor de la Luz Divina, que apunta hacia mi alma los destellos de su magnificencia, disparando la luz de su resplandor, iluminando mi corazón y descubriendo ante mis ojos los misterios de esta vida. Para salir, cada mañana, a elucidar, ante la gente, los coloquios entre la brisa y las ramas, explicándoles el significado del galanteo de las aves a las flores. Para marchar con los atardeceres, leyéndoles los versos del inmenso sol sobre las hermosas y pérfidas planicies, regresando con el Ruiseñor y los canturreos de amor y seducción. Para emborracharme de la hermosura de esta existencia con el vino de mi pluma, extasiándola de los compases de las melodías con las revelaciones de mi corazón y mi lengua.

Dame… ¡Oh mesero!... Dame las copas rebosantes de este vino, para apartar con él la melancolía de mi corazón, para que amanezca embriagado con el calor de su pungencia y delirante mi mente con su rapsodia.

¡Dámela!... Para que agite mis pensamientos y pregone a los cuatro vientos los secretos de los corazones; para que trascienda mi espíritu y plasme en prosas los apreciados y codiciados sentidos, descubriendo las pasiones de las almas y su éxtasis, y mostrando el sufrimiento de los corazones y su amor.

Le enviaré las arias que extasían los corazones sin acordes, la fragancia perfumada que alboroza las almas sin flores, el histórico día de angustias y sufrimientos en el que cerró sus ojos luego de un largo tiempo y durmió, encenderé nuevamente los suspiros que resplandecieron en los pechos y el fuego que ardió en los corazones, exhalando mi último aliento luego de haberle entregado un manojo de cenizas. Volveré a la vida, con el espíritu de las palabras dedicadas, a Mamu y Zin, victimas del fuego del amor y la pasión, en el momento en el que nadie se conmiserare de ellos negándoles la cura y la felicidad por la que clamaban; arrancaré, de la gente, el velo de sus miserables corazones, en los que la intriga y la maldad calcinaron y pulverizaron al resplandeciente amor; mientras en aquellos inocentemente puros, su candor resplandece como el de los nimbos entre las nubes. Aquellos a los en los que deslío la miseria y aplasto la mano de la injusticia, como se aplasta una delicada rosa en una mano robustamente fuerte; revestiré a los amantes por entero con trajes bordados de retorica, entregando el cenit de la historia para que los perpetúe y perpetúe el eco de sus suspiros, el eco del tiempo y de la vida; para hacer desfilar frente a ellos todos los panoramas y puntos de vista, llorando algunos a causa de su miseria y conflagración y siendo hechizados, los otros, por la afabilidad y belleza de Zin.

Y quizá clame piedad para mí todo aquel que la implore por ellos; Y despierte en mí algo de conmiseración y logre que eleve mis ojos al cielo rogando por ellos, siendo posible que exclame la gente: “Al-Lah tuvo compasión de él por haber ornado sus vidas con hermosos brocados y plantado su historia en el jardín de la inmortalidad”.

Y probablemente se moderen los críticos en su juicio hacia este libro, ya que, aunque este no alcanza el grado de la perfección, es mi niño apreciado… Muy querido para mí, mimado de todo corazón, hermoso ante mis ojos. Un jardín en el que distinguen los frutos maduros e inmaduros, solo que este es el jardín de mi corazón, la flor de mis pensamientos, mi jardín interior; el que toma de mi esfuerzo concediéndome a cambio sus frutos.

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3 comentarios:

  1. Se vislumbra el calor Mediterráneo.Su "niño predilecto:su jardín interior,aunque no sea perfecto".Apasionado y precioso.

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  2. Cuántas palabras hermosas y que ahora comprendo mejor que antes.En el mundo islámico hay muchísima belleza y sólo hay que viajar allí y tratar a sus gentes maravillosas para volver con el corazón roto para siempre.

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  3. Me alegro de que os haya hecho vibrar.
    Un abrazo

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