3/1/22

1.- Proyecto “El Tercer Camino”: Presentación

Feliz año nuevo, queridos amigos.

Concluida la serie sobre Física y Espiritualidad, le propuse a Emilio, continuar este 2022 con una nueva serie sobre asuntos más domésticos, de economía de nuestra casa; algo así como hablar de las tareas de Marta o, de cómo nuestra mente ha de apañárselas para que, lo que vive María, en el espíritu, contribuya a que este mundo pueda tener alguna esperanza, a pesar de que las circunstancias que vivimos no inviten al optimismo.

El tema por desarrollar en 2022 es la Bioeconomía, es decir, la gestión de nuestros recursos con criterios holísticos, entendiendo y aceptando conscientemente, que formamos parte de la Naturaleza y que debemos regir nuestras vidas de la misma forma que lo hace la Naturaleza, siguiendo las leyes de la Vida. Un planteamiento tan utópico como imprescindible para poder vislumbrar algo de esperanza a una Humanidad que agoniza ahogada en su propio vómito generado por su insaciable ambición.

MENSAJE FUNDAMENTAL: No hay esperanza alguna para el Ser Humano si la Ética y el Amor no vuelve a reinar entre nosotros.

Ninguna revolución nos sacará de la miseria moral, si Dios, si la Divina Realidad, no vuelve a gobernar los destinos de la Humanidad, de la sexta raza raíz y de la vida de cada uno de nosotros. Este ha tratado de ser el mensaje de la serie sobre Física y Espiritualidad y de la iniciativa “Consciencia y Sociedad distópica”.

Para ello, cuento con la ayuda de un gran maestro en este tema, el profesor iraní de Biología y genética, el señor D. Mansour Mohammadian, que impartió en el Congreso de Consciencia y Sociedad distópica del pasado noviembre, una conferencia sobre Bioeconomía en el área de Espiritualidad, que yo coordiné.

Espero que os pueda aportar luz sobre cómo afrontar los asuntos materiales de la vida con respeto a las leyes de la Vida.

Vamos allá.

El día del Overshoot

"Vivimos tiempos de hermosas tempestades" -dice el poeta- porque la búsqueda se ha hecho urgente y nos amenaza el exterminio.

Por el camino que el capitalismo y su civilización occidental lleva a la Humanidad, nos acerca a la desaparición. Y no hay resignación, crece la resistencia a ese designio. Y no se detendrá la lucha por la salvación.

Francisco Prada Baravante.
La utopía del tercer camino

 

El 11-S-01 se puede considerar, casi sin posibilidad de equivocarse, el día en el que la Humanidad comenzó su fase final, el proceso de involución, de descomposición moral, el deslizamiento hacia el inevitable final en el que sólo puede terminar la degradación distópica de la Sociedad Internacional en la que estamos inmersos.

En ese día, creo que cada uno de nosotros sintió ese extraño escalofrío que recorre la piel y nos dice que algo muy serio ha sucedido y que a partir de ese momento, de ese día, nada va a ser igual; que el 11-S fue el primer día del resto de nuestras vidas, que se desarrollará inevitablemente bajo otros criterios políticos, económicos, sociales, éticos y morales, totalmente distintos a los que habían regido nuestras vidas hasta entonces.

Problemas y conflictos los hemos tenido siempre, muchos y muy serios. Para muestra, el imperio de los totalitarismos que desembocó en la Segunda Guerra Mundial, o el pánico nuclear de la Guerra Fría o los conflictos de Oriente Medio, o la Guerra de Vietnam o el genocidio de la China de Mao, o la Guerra de los Balcanes o del Golfo. Es decir, con ser todos esos conflictos extremadamente dramáticos y provocar incluso millones de muertos, e incluso, habiéndose encendido ya hacía tiempo todas las alarmas respecto de la crisis ambiental y los problemas de la superpoblación y las espantosas hambrunas sufridas por los países pobres; con todo eso, algo se rompió en el corazón de la Humanidad el 11-S-01, que casi, oficialmente, nos marcó el día del Overshoot, el día del sobrepasamiento, cuando la Humanidad decidió dar el paso definitivo hacia su propia destrucción.

Veinte años después, ¡veinte años después! de haber iniciado la carrera sin retorno, la Humanidad se encuentra y se siente algo más consciente de que “esto tiene mal cariz”, de que “algo hemos hecho mal” y ya va a ser imposible volver atrás, a cuando éramos más o menos felices y de vez en cuando podíamos comer perdices.

Con la pandemia de la Covid19, los poderes mundiales se han apresurado a decir aquello de “la Nueva normalidad”, para hacernos ver que no volveremos a vivir los felices años diez (década de los diez, 2010-2019), a pesar de la crisis del 2008; que hacia donde vamos es hacia una nueva normalidad gobernada por la era 4.0 de la tecnología y de todos los aspectos de la vida humana.

De todas formas, que un sistema llegue a sobrepasar el punto de Overshoot, no significa que antes la cosa fuera bien y después mal, no; se cruza el punto de Overshoot cuando se llevan décadas, por no decir siglos, preparando el escenario para que el sobrepasamiento se produzca y ya no haya vuelta atrás. Es algo así como estar empeñados en despeñarnos o, como el excursionista que se va al campo y trata de subir una montaña tan empinada que se requiere material de escalada y la habilidad de un alpinista. Intentar subirla sin tener ni material ni experiencia y quedarse atrapado en un saliente sin poder moverse es algo que esta dentro del guion de la película.

El Modelo Estándar

De alguna forma, lo que podemos denominar, para entendernos, “Modelo Estándar” o Modelo 1 de la vida humana, ha terminado por crujir todas las estructuras de convivencia entre los seres humanos, obligándonos a tratar de tomar medidas desesperadas para corregir un rumbo que es ya imparable hacia una colisión con la propia realidad que espera pacientemente a que todo colapse y, a saber de qué forma.

El Modelo Estándar de Humanidad es el que todos conocemos de una forma o de otra, es decir, es cómo los seres humanos desarrollamos nuestra vida, las costumbres que hemos heredado de nuestros padres, lo que se nos ha enseñado en el colegio y en las universidades y de cómo nos desenvolvemos en nuestra propia vida, regida por la necesidad de ganar dinero para poder vivir y de competir por él y por los bienes de un modo egocentrista respecto de la Comunidad y de un modo antropocéntrico del Ser Humano respecto del entorno natural, del medio ambiente y en general, de la Biosfera.

El Modelo Estándar ha colocado al Hombre en el centro de la Creación, como rey absoluto e incluso, con el mandato divino de “dominar la Tierra”, de modo que tras el error de la manzana de Eva y la expulsión del Paraíso, el hombre, casi cumpliendo las órdenes de Dios, se ha dedicado a eso, a dominar la Tierra, poniéndola a su servicio.

Pero desde el Paleolítico, los humanos nos hemos tomado eso de dominar la Tierra al pie de la letra, de modo que el foco egocéntrico ha regido nuestras vidas desde entonces hasta la actualidad, de un modo tal que ese dominio antropocéntrico de la Tierra se ha extendido individualmente al dominio egocéntrico de todo lo que me rodea a mí, persona física, de modo que no es sólo la Tierra la que he de dominar, sino a los seres humanos que me rodean, compitiendo con los demás por los recursos, de modo que una constante del Modelo Estándar es el dominio y sometimiento de unas tribus sobre otras, de unos reinos sobre otros, de unos países sobre otros y de unos imperios sobre otros.

Pero aún más, el término “comunidad”, es decir, común unidad, lo es de puertas para fuera, que de puertas para dentro, internamente en la comunidad, de común unidad nada, porque emerge el “yo”, dispuesto a quitarle el pan y los derechos a mi prójimo, si viene al caso.

Así, de modo centrípeto, de fuera adentro, se ha desarrollado siempre la vida del hombre sobre la Tierra.

El Modelo Estándar está perfectamente descrito en los libros de Historia, en los libros de Economía, de Sociología, de Derecho, de Filosofía e incluso en los libros de Religión. Es el Modelo que pone el foco en el ser humano con el derecho de crecer, de incrementar su poder social y económico, su influencia sobre los otros. Es el Modelo que ha tenido que inventar el Derecho para intentar poner límites a esa tendencia a excederse en el empeño individual de acumular, y defender a los que no pueden competir con los fuertes. Porque el hombre siempre ha sido consciente del mal que hace cuando viola los límites naturales entre las personas, invadiendo su intimidad y derecho a también tener lo que necesita.

Y así entre los ricos aprovechados y los pobres sometidos y esclavizados se ha desarrollado el Modelo Estándar de la vida humana.

Superando los límites

Hasta el Siglo XX, ante los problemas internos de los países, siempre había un lugar a donde ir, a donde comenzar una nueva vida, de donde conseguir más recursos cuando los propios estaban ya agotados

El descubrimiento de América como Nuevo Mundo supuso la solución a los problemas surgidos en la vieja Europa. América era una nueva tierra por conquistar y de donde extraer recursos y donde comenzar una nueva vida. Ese fue el espíritu de los colonos españoles y el de los ingleses, representado este último en la travesía del Mayflower en 1620, cargado de 132 emigrantes pobres ingleses, los Padres Peregrinos, rumbo al nuevo futuro que les ofrecía el Nuevo Mundo.

Es decir, cuando el viejo mundo agota las posibilidades de prosperar, existe la tendencia de “ir más allá” en busca de un nuevo mundo, nuevos territorios que permitan superar la pobreza o la persecución. El descubrimiento de América y la colonización de África, permitió a Europa vivir de las rentas de un Nuevo Mundo a donde emigrar y de donde extraer materias primas casi ya agotadas en el viejo continente. América inauguró la época colonizadora de Europa y en el caso británico, la época preferentemente colonial desde el Siglo XVI hasta finales del XIX o comienzos del XX. Esto permitió un nuevo esplendor europeo hasta las revoluciones industriales, la aparición del proletariado sumido en la miseria y posteriormente las tiranías comunistas y nazis que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial.

Ya en el Siglo XX, tras el aviso malthusiano sobre el peligro de la superpoblación, las grandes potencias eran conscientes de que, aún teniendo a su disposición la América latina y África, era conveniente mantener todas esas zonas, todos esos países en una situación moderada de pobreza, porque sobre todo, tras la Segunda Guerra Mundial, la creencia generalizada de que era posible el desarrollo económico ilimitado, esa creencia no debía prender en los países pobres, porque sus riquezas serían necesarias para sus correspondientes metrópolis. Así que con esa actitud hacia los países pobres, los países ricos han podido sostener un crecimiento económico y poblacional constante, tratando de desprestigiar la amenaza malthusiana y posteriormente las amenazas del Club de Roma sobre los límites al crecimiento.

Pero resulta que la Europa más la Rusia soviética y la América de postguerra se han visto sorprendidas con el advenimiento de dos nuevos competidores, China y el islam. Los orientales, casi desde la invasión europea en el Siglo V por los hunos de Atila, los bárbaros mongoles, han sido vistos como una amenaza para Europa desde entonces. En la actualidad, tras la nefasta época de Mao Tse Tung, a finales de los noventa vimos cómo los chinos dejaban las bicicletas para comprarse coches, lo que provocó el disparo del consumo de petróleo de repente por mil millones de seres humanos más. En la actualidad, China, recuperada de su fase medieval y maoísta, se enfrenta al mundo con un ansia insaciable de poder y expansión. Así que un planeta que parecía propiedad exclusiva de Occidente, ahora se presenta China, disciplinada bajo la tiranía comunista del PCCH, dispuesta a desafiar al decadente Imperio Occidental.

Luego está el mundo árabe, que, viendo cómo se está terminando su época de esplendor basada en la abundancia de petróleo y de la dependencia de esta fuente de energía que ha caracterizado a Occidente, creo que, ante el temor de volver a la vida austera del desierto, ven en la colonización de Occidente, la forma de garantizar su futuro como etnia y como cultura. Y de paso, convertir al islam a los infieles cristianos. Esta es otra amenaza al esplendor occidental teñida de guerra santa, de yihad y terrorismo islámico.

Y por último y, no menos importante están los pobres de América latina y de África. No constituyen una potencia política, no son un peligro (de momento) para “Wall Street”, pero sí que son miles de millones de seres humanos que, como se suele decir, “de perdidos al río”. Es decir, hablamos de las oleadas migratorias desde el Magreb y África subsahariana a Europa y de Centroamérica y Suramérica a Estados Unidos y a España. Es la invasión por pateras que diariamente desembarcan a centenares de desposeídos en las costas europeas del Mediterráneo, huyendo de la nada para conseguir al menos un trozo de pan de la basura de los europeos y norteamericanos.

Este es el escenario tras el 11-S-01, el día del overshoot. Y el problema es que hemos llegado a los límites del Planeta. Ya no hay nuevas tierras que conquistar, ya no tenemos un nuevo continente por descubrir ni a donde emigrar para escapar de la presión demográfica, económica y política de nuestro viejo mundo. Ya no hay más cera que la que arde. Aunque se siguen explorando nuevos yacimientos de lo que sea, ya ni las tres “R” que recomiendan los ecologistas de Greenpeace, “Reducir, Reutilizar y Reciclar”, dan para evitar verle el fin a los recursos naturales de nuestro Planeta. Porque esta es una carrera asintótica, una caída exponencial hacia el agotamiento de nuestras reservas naturales y además, hacia el crecimiento, también exponencial de la basura humana que ya inunda todos los océanos, atmósfera y territorios del Planeta.

Con los poderes mundiales compitiendo cada vez más, con uñas y dientes por cada vez menos recursos naturales, el horizonte de futuro próximo y a largo plazo impresiona de desolador.

El Tercer Camino

Existe una atávica tendencia en los seres humanos a dividir el mundo en dos bandos, en general la división es entre nosotros y los demás o entre nosotros y los que no pertenecen a nosotros, los del otro bando. Acaso esto se produzca porque en la Naturaleza hay una Ley Universal por la que se rige la estabilidad de los seres, de los sistemas físicos y biológicos, la Ley de Fuerzas Antagónicas, que Isaac Newton definió como la Tercera Ley o principio de acción y reacción, toda acción genera siempre una reacción igual y contraria. Cuando ambas fuerzas son iguales, el resultado final es movimiento nulo. Pero habitualmente esto no suele suceder, sino que una suele predominar siempre sobre la otra y por eso sucede el movimiento, un movimiento que irá siempre en la misma dirección pero en sentido variable, según prevalezca una u otra.

Sin embargo, si además de esas dos fuerzas, aparece una tercera con un vector diferente, el móvil cambiará de dirección según la recta hacia la que esa tercera fuerza se dirija.

Aristóteles sentenció como uno de los principios de la lógica, el “Principio del Tercero excluido”, según el cual, si existe una proposición que afirma algo y otra que lo contradice, una de las dos debe ser la verdadera, pero no es posible una tercera, el famoso “o A, o B”, no es posible “C”. Es el clásico planteamiento académico de bivalencia de las hipótesis, con dos posibilidades, la primera que sea cierta (hipótesis nula) y la segunda que no lo sea (hipótesis alternativa). El Principio del Tercero excluido junto con el de “no contradicción” (no pueden ser ciertas una afirmación y la contraria) y el principio de identidad (una entidad es idéntica a sí misma), conforman las tres leyes clásicas del pensamiento.

Este planteamiento conduce al reduccionismo de sólo dos caminos opuestos en una misma dirección. Es como vivir en un espacio de dos direcciones “X-Y”, sin la posibilidad de una tercera que nos daría la posibilidad del maravilloso espacio tridimensional “X-Y-Z”.

Pues volviendo a la vida humana, desde la Antigüedad, hemos tenido los humanos la tendencia a sólo reconocer dos alternativas para nuestros ámbitos de actuación, la que va en un sentido y la que va en el sentido contrario. Así que hemos sentenciado a la Humanidad a que en casi todo esté dividida en dos partes, en ricos y pobres, en blancos y negros, en amantes de Dios o del dinero, en políticos de izquierdas o de derechas, en capitalismo o comunismo, en judíos y gentiles, fieles e infieles, payos y gitanos, nosotros y los demás.

A lo sumo, en ocasiones ha habido sectores de población que han tratado de ser equidistantes de los extremos, como la socialdemocracia respecto de los extremos derecha e izquierda, pero siempre ha sido esto dentro de un espectro de una misma dirección con dos sentidos opuestos. Además, en la actualidad, este principio se ha aproximado tanto al de bivalencia, que el principio del tercero excluido se reduce a creer que sólo una afirmación es cierta y las demás falsas, lo que ha convertido el mundo en un auténtico infierno, empezando por las religiones, cuando cada cual afirma que la suya es la verdadera y las demás se agrupan en el conjunto de religiones falsas y, terminando por la política de pensamiento único, que afirma la veracidad de su planteamiento, frente al error de cualquier otra alternativa. Es decir, habiendo múltiples caminos, en realidad un espacio tridimensional de acción, los defensores del Principio del Tercero excluido se han fanatizado hacia el Principio de bivalencia, donde sólo un planteamiento es cierto y los demás son todos falsos.

Pues bien, llegados a este punto, el biólogo iraní Mansour Mohammadiam, en la década de los noventa presentó a la Comunidad Científica un planteamiento que rompe con el Tercer principio de Aristóteles, con el Tercero Excluido, afirmando la posibilidad de la tesis del “Tercero Incluido”, una síntesis ecléctica que armonice posturas irreconciliables, y que sobre todo, abra la puerta a un planteamiento alternativo al que hemos sido sometido desde la antigüedad. Esto no supone un planteamiento de equidistancia entre los extremos que, aparte de ser casi imposible, dado que neutraliza ambas fuerzas antagónicas, no ofrece nuevas alternativas, sino la de pastelear estúpidamente entre ambos extremos.

Pero el planteamiento de un Tercer Camino supone primero, comprender cuál es el planteamiento que soporta y establece la dirección en la que se mueve la vida humana, que define la recta en el espacio, su posición de modo tal que hace que un extremo esté situado en una posición X1Y1 y el otro extremo en la posición X2Y2, y de ahí no sea posible salir y sólo sea posible desplazarse a lo largo de esa recta en sentidos opuestos.

La base de esta unidireccionalidad se basa en el Hombre como centro de la Creación, que ya hemos referido al describir someramente el “Modelo Estándar” del Mundo en el que vivimos, casi el mandato divino de “dominad la Tierra”, del Génesis, el ser humano lo ha tomado literalmente y es eso lo que ha hecho, creyendo que la Tierra está a su servicio y llegando al paroxismo de que “los demás” también están a su servicio. Sea por culpa de la manzana de Eva o por simple naturaleza humana inmadura, densa, de baja frecuencia, el caso es que la vida humana se ha basado en el principio antropocéntrico, el Ser Humano centro de la Creación y todo lo demás a su servicio y, en el extremo, “yo” el centro de todo y todo lo demás a mi servicio. Es decir, hemos ido pasando del genérico antropocentrismo al egocentrismo, al planteamiento egóico de la vida humana.

Este planteamiento ha ignorado el hecho fundamental de que el Ser Humano vive en un entorno natural del que se beneficia, pero que ha de cuidar e interactuar para mantener la tendencia natural al Estado Estable, que no es una línea recta temporal, donde nada cambia, cosa que es contraria al simple hecho de vivir, sino que evoluciona con comportamiento oscilante, donde unas fuerzas predominan alternativamente frente a las otras y así, la vida evoluciona y se perfecciona en un entorno armónico.

La aparición de la inteligencia humana ha alterado desde su misma aparición, las relaciones de fuerzas naturales, introduciendo, con el Modelo Estándar, unos comportamientos que, como se ha explicado en el anterior epígrafe sobre la superación de límites que nos está situando al borde de una situación que puede desembocar en una crisis tan profunda, que simplemente dinamite de raíz lo que hemos denominado “civilización”, la obra del Hombre en la Tierra.

El Modelo Estándar, esa recta de una dirección con dos sentidos ha ignorado el Ecosistema terrestre; ha abusado de él hasta extenuarlo y contaminarlo al punto que, pone en peligro la propia vida humana como el cáncer, al poner en peligro la vida del ser vivo que ha invadido, al final se pone él, igualmente, en peligro vital.

El Tercer Camino de Mohammadiam plantea volver a incorporar la Biosfera y las leyes que la rigen, dentro de un nuevo modelo de mundo, dando luz a un Modelo Alternativo en el que las leyes que rijan la Vida humana sean las mismas que rigen la Naturaleza.

En el fondo, el Tercer Camino de Mohammadiam es aquel que consiga transformar el Modelo Estándar de realidad humana (Modelo 1), en un nuevo Modelo Alternativo (Modelo 2), que vuelva a respetar el principio del Tercero Excluido o aún mejor, de bivalencia, por el que sólo uno es el verdadero y viable y el otro falso e inviable.

La Historia de la Humanidad ha demostrado hasta qué punto el Modelo Estándar ha demostrado ser ya en la actualidad, inviable y el Modelo Alternativo (el que ha regido la vida desde su aparición hace 3500 millones de año) es el único viable, principio de bivalencia.

El Tercer Camino de Mohammadiam abre la puerta a la Bioeconomía, es decir a poder gestionar los recursos disponibles con un criterio holístico, en el que la Humanidad y su medio interno denominado “civilización”, es capaz de convivir en actitud de igualdad y armonía con el conjunto de la Naturaleza y de gestionar la “Economía” con los mismos criterios con los que la Vida se rige a sí misma.

Esto supone un cambio total de paradigma que, desde que Mohammadiam propuso el Modelo Alternativo o Modelo Bioeconómico, el eco de este planteamiento ha sido bastante escaso, dado que la inercia (Segunda Ley de Newton: todo cuerpo tiende a mantener su estado de reposo o movimiento uniforme en línea recta) de los seres humanos es ya tan descomunal, que no es posible en estos momentos provocar el frenado antes de que se produzca el estallido y colapso de la actual civilización. De ahí que hayamos cruzado ya el punto de overshoot, con el que comenzamos esta presentación.

Objetivo de la serie “El Tercer Camino”

Con esta nueva serie, la tercera que vengo publicando en el Blog de Emilio Carrillo, pretendo desgranar los principios del pensamiento Bioeconómico, su íntima relación y fundamento con el pensamiento sistémico, en el que ancla sus raíces, dado que está soportado por la visión holística del Planeta y el crecimiento orgánico del ecosistema humano integrado en la Biosfera, en Gaia, La Tierra.

Dado que las acciones planteadas en el Tercer Camino no van a poder frenar el rumbo de colisión en el que se dirige inexorablemente el Modelo Estándar, pues es ya demasiado tarde, la idea es preparar las mentes y las almas de la gente dispuesta a participar de la Nueva Humanidad, para poder edificar el Nuevo Mundo bajo planteamientos bioeconómicos y, así, levantar el Modelo 2, el Modelo Alternativo y viable de esa Nueva Humanidad.

En palabras de Mohammadian, Economía del Tercer Camino es una actividad socioeconómica basada en factores no económicos entre seres humanos y en la empatía con otros seres vivos, y no sobre una competición agresiva en búsqueda del dinero fácil a cualquier coste. Es el brazo operativo de una Economía que centra su paradigma en “externalizar los beneficios” e “internalizar los daños”. Es decir, beneficios repartidos entre todos, pero los daños pagados por aquellos que tienen la culpa. Justamente lo contrario de lo que estamos viviendo, beneficios para mí, pérdidas repartidas a pagar entre todos.

La “cuenta de pérdidas y ganancias”, cuando el Planeta y la vida humana están por medio, el balance entre el activo y el pasivo, entre la deuda y el haber, se llama “sostenibilidad”, en terminología sistémica “Estado estable (steady state)”. Una Economía como la actual, que en relación con la Naturaleza, sólo cuenta lo que se ingresa (sólo se apunta en activo, sin generar pasivo), sin importar que eso que se ha ingresado en muchas ocasiones ha sido extraído de la Naturaliza, transformado y destruido para siempre, hace que esta cuenta de pérdidas y ganancias, sólo se anoten las ganancias sin importar las pérdidas. El alejamiento progresivo del punto de equilibrio hace que la amenaza de colapso y estallido del sistema sea cada vez más seria y próxima. No se trata por tanto de “respetar el medio ambiente” en el sentido de crecer y crecer pero dentro de un mayor respeto de la Naturaleza. No, nosotros “somos la Naturaleza”, formamos parte inseparable de ella; somos su misma esencia. No hay ninguna barrera que nos separe de ella, salvo una, que se llama “ambición”.

Es por eso, que el Tercer Camino es esa tercera vía, ese “tercero incluido” que armoniza, integra, fusiona, unifica el hombre con la Naturaleza de la que procede y de la que jamás se debió sentir ajeno, y que lo ha hecho para dominarla y explotarla hasta niveles más que críticos. Es por eso, que las claves de la Bioeconomía no se basan en nuevos modelos econométricos, en descubrir nuevos indicadores de gestión de los activos financieros o de nuevas medidas macroeconómicas para asegurar los fondos de garantía de depósito de los bancos o para neutralizar los créditos tóxicos generados por las hipotecas subprimes. Se basa en el imperio de la Ética y poniendo a La Tierra en su totalidad como centro de la actividad humana.

Este es el objetivo de esta serie, ir desgranando poco a poco, tanto las bases de la Bioeconomía, como su aplicación práctica en la vida humana, una aplicación que sólo es posible si el Ser Humano rompe la infame barrera de la dualidad, que nos separa los unos de los otros y abraza el principio de “no-dualidad”, ser conscientes de que todos somos Uno, como proclamaron Jesús de Nazareth y los grandes sabios de la Antigüedad. En suma, todo se basa, como plantea la Filosofía perenne, en volver a incorporar a la Divina Realidad a nuestra propia vida y, siendo conscientes de que somos la misma esencia de Dios, seamos capaces de dejar que Él guie nuestros pasos, ya que la Historia nos ha demostrado hasta la saciedad que “sin Él no podemos hacer nada” que no sea malvivir en el infierno que nos hemos creado nosotros mismos.

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Autores: José Alfonso Delgado y Mansour Mohammadiam

Nota: La publicación de las diferentes entregas de El Tercer Camino

se realiza en este blog, todos los lunes desde el 3 de enero de 2022.

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