19/4/20

Ser consciente


Antes de compartir mis reflexiones, quiero conectar con el corazón para descubrir y comprender lo que aflora dentro de mí, y responder con un espíritu claro.

Desde el inicio de este retiro, me he sentido como una ermitaña que toma consciencia de todo lo que le rodea y que vibra con todo lo que acontece. Soy consciente de que este tiempo me está brindando la oportunidad para vaciar el cuenco de la mente de pensamientos, y que hay  que estar preparada para recibir. También entiendo que es necesario saber el camino que hay que tomar y escuchar con atención y humildad.

He seleccionado las noticias y mensajes que durante estos días me llegaban, lo que me ha permitido vivir cada momento con atención y serenidad, y tener compasión por cada una de las personas, cercanas o lejanas que sufren. Tengo presente la importancia de no dejarme llevar por el miedo y elevar mi conciencia para que la luz me ilumine. No me olvido de las leyes que rigen en el universo y que todo vuelve a su equilibrio cuando las cosas se ven alterada.

Para comprender el mundo en el que vivimos estudiamos teosofía, nos agrupamos para compartir nuestros conocimientos y para pensar juntos. Así hemos evolucionado a través de la historia de la humanidad. Pienso que ésta es la mejor plataforma para crecer, que estamos en el momento adecuado y en el lugar que nos corresponde para ver soluciones, tanto a nivel individual como en grupo. Me siento responsable de la respuesta que doy en cada momento y quiero ser coherente con lo que pienso; en la medida que tengo conocimiento de lo que pasa, tengo posibilidad de cambiarlo.

En una reciente introspección, he vuelto a rememorar la lectura del libro Hiperión o el eremita en Grecia, de Friedrich Hölderlin. Reconozco el significado profundo que su lectura tuvo en mi camino espiritual cuando lo leí por primera vez.  El personaje de Hiperión es ese ermitaño que ha de partir en busca de sus raíces. Leer a Hölderlin es una experiencia que trasciende, y que me  atrajo por su forma de concebir el arte, la religión y la filosofía con una visión equilibrada; anclada en el momento presente, en un movimiento continuo y circular. Hoy encuentro necesario tener pensamientos que nos muevan en esta dirección, para reconectar con lo que fuimos y con la naturaleza; y para participar en la obra del universo del que todos formamos parte.

Entiendo la búsqueda de la belleza a través del arte, la música y la poesía como medio para entender lo sagrado.  El ejercicio en la profesión docente y en la práctica del arte me ha llevado descubrir el significado profundo de la creación artística. La ilustración que encabeza esta reflexión pertenece a un proyecto sobre los distintos significados de las plantas. En esta obra, las semillas y hojas de adelfas representan el nacimiento y la muerte; el dar y recibir como la función primordial para la vida fértil.

La vuelta a la vida cotidiana, después de este retiro, va a significar para mí  vivir con un mayor compromiso, con mayor entrega en la relación con la familia y los amigos que viven cerca o lejos; con todos y cada uno de los que participan en los talleres que imparto en los Centros de Mayores; y con los compañeros que compartimos el espacio de meditación. Es mi deber sembrar como las semillas de la adelfa; dar y recibir como las hojas que transforman la energía y el alimento en vida; y siempre desde la entrega del ser consciente, con amor y compasión.

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Autora: Emilia Gómez Máximo (emiliaalajar@gmail.com)
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