12/8/19

Adddendum (Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica)


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El blog El Cielo en la Tierra publica todos los lunes, desde el 3 de septiembre de 2018, una entrada relacionada con el Proyecto de investigación Consciencia y Sociedad Distópica. Por medio de la web del Proyecto se puede tener información detallada sobre sus objetivos y contenidos y cómo colaborar con él:
http://sociedaddistopica.com/
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En una sociedad global tan sumamente enferma como la actual, cualquier intento de resolver total o parcialmente cualesquiera de los problemas que la Humanidad tiene planteado, precisa primero de un conocimiento profundo del problema en sí, pero además y acaso sea mucho más importante, un conocimiento bastante detallado de las “ligaduras externas” o relaciones que cada problema tiene establecidas con multitud de otros problemas a los que afecta y que le afectan.

Así, el problema de las interrelaciones es una cuestión gravísima que puede hacer inviable la posibilidad de que finalmente éstos problemas puedan tener solución.

Es por ello, que cada vez más la posibilidad de “arreglar nuestros asuntos” se reduce hasta límites que casi rayan en lo imposible.

Que esto es así demuestra la veracidad de dos aforismos sistémicos que afirman:

+“Cuanto más se presiona al sistema más presión ejerce el sistema sobre nosotros”.

+“Si no se puede controlar un sistema, el sistema toma el control”.

Esto quiere decir que, primero, cuanta más presión se ejerce sobre un sistema social, en el sentido de forzar su comportamiento con decisiones que van en contra de un comportamiento estable, el sistema responde con un incremento de la inestabilidad, que lo hace cada vez más difícil de ser controlado. Y segundo, si se pierde el control de un sistema, el propio sistema, de modo inercial, va a dinamizarse a sí mismo, hacia un final que suele ser hacia el estallido.

Estas dos afirmaciones ponen muy difícil, que los innumerables problemas de una sociedad distópica como la nuestra, puedan tener solución, aunque sólo sean problemas técnicos los que hubiera que resolver.

Pero más allá de las dificultades técnicas, del tipo que sea, económicas, laborales, sociológicas, medioambientales, sanitarias, educativas, etc., existen otras que, probablemente, suponen la mayor dificultad, que es el comportamiento humano.

Al referirnos al comportamiento humano, nos referimos a las razones que mueven al sistema decisor de las personas, a qué les motivan a las personas a comportarse de la forma que lo hacen. Entramos con ellos en el complejo mundo de las “segundas intenciones”.

Las segundas intenciones son aquellas que se ocultan tras la mentira, para que, mediante el engaño, dando apariencia de buena voluntad, en el fondo se actúe bajo motivaciones de interés propio sin importar las consecuencias para terceros. El paradigma de este comportamiento se manifiesta en la vida política y de relaciones comerciales, empresariales y en general, en las relaciones humanas.

Este conjunto de problemas, técnicos, sistémicos y de comportamiento humano, han convertido al conjunto de la Humanidad, como un problema que no tiene solución ninguna, desde el punto de vista de unos cánones de razonable justicia y moralidad. Se podrá hablar de todo desde un enfoque académico, utópicamente sociológico, científico o tecnológico, pero, la extrema integración sistémica de los agentes y procesos y la imposibilidad de poder superar los comportamientos humanos que han plantado el inmenso árbol de la injusticia y la ambición humana, hacen que sea imposible siquiera imaginar un mundo mejor. Será, no lo que sea más lícito, justo y democrático, sino lo que quieran los agentes del poder y el resultado de las diferentes inercias sistémicas totalmente fuera de control, en las que la propia mezcla tóxica de ambiciones humanas supondrá un definitivo vector de aproximación al desastre final.

La Bioeconomía como sistema de pensamiento económico que pretende armonizar los factores económicos de la actividad humana (de todos conocidos) con los no económicos que los conforman las leyes de la Naturaleza, en la situación actual, con un comportamiento humano tanto más tóxico cuanto mayor es la cuota de poder, es literalmente una utopía.

Pero lo mismo pasa con otras muchas iniciativas, que las hay y muy importantes, que acabarían en muy pocos años con los grandes males de la humanidad. Son posibles (siempre que no se haya sobrepasado el punto de no retorno), pero altamente improbables, porque están en juego demasiados intereses políticos y económicos, a los que los diferentes agentes implicados, jamás van a renunciar.

Es por ello que las grandes soluciones a los grandes problemas ya no están en poder de los políticos ni de los que ostentan el poder económico o corporativo, y no están en su poder, porque pudiendo ser parte de la solución, en realidad son parte muy importante del problema, por no decir que ellos son el auténtico problema.

Es por ello que el planteamiento estratégico para la “solución de los problemas de la Humanidad” no puede pasar por el apoyo de los principales agentes que realmente han sido y son su causa. No puede pasar por el apoyo de la Banca nacional o internacional; no puede pasar por la colaboración del perverso sistema de partidos políticos; no puede pasar por las grandes corporaciones. Porque todos ellos, a lo largo de decenas de siglos, han provocado la extremadamente grave situación actual.

Pero ¿qué pasa con la inmensa mayoría silenciosa, que cada día se fuerza con su personal trabajo, para que este mundo no perezca a consecuencia de los vómitos tóxicos que continuamente está arrojándose a sí mismo por su boca?

Manuel Martín Ferrand decía una vez que “España es un país de gente formidable, en una sociedad mediocre, gobernada por políticos nefastos”. Esta frase da idea de hasta qué punto todo un conjunto social de gente de buena voluntad (aunque cada cual conserva las semillas de su egoísmo y de su ambición a su pequeña escala), cuando ha de organizarse socialmente en torno a mandos intermedios, se transforma en algo mediocre, porque esos mandos adulteran y a veces prostituyen la propia naturaleza social y, por fin, la casta política, termina de rematar el desastre, con un perverso sistema político basado en el conflicto entre facciones, luchando por dos modelos de sociedad tan antagónicos como imposibles, en el que “el pueblo” es tratado con un hipócrita principio de beneficencia que enmascara las segundas intenciones de mantenerse en el poder e incrementar las individuales riquezas.

Es por ello que la dinámica social a la que estamos abocados, en un horizonte temporal que (salvo sorpresas) puede que no supere los cincuenta años, es decir, mediados del presente Siglo XXI, nos lleva de modo planetario a un colapso general de la Economía y del medio ambiente, con un rosario de conflictos de grandes proporciones, que harán que el castillo imperial de este mundo se desvanezca en cuestión de pocos años, porque la Humanidad se habrá convertido en una especie incompatible con su propia vida.

Pero no será el fin. Tras esta tribulación, los sobrevivientes han de recomenzar. Y es lo que tienen y han tenido siempre los comienzos de ciclo, que de las cenizas, lentamente surgen nuevos horizontes de paz y, si la Humanidad que herede la Tierra, ha sabido evolucionar espiritual lo suficiente como para admitir la separación del trigo de la cizaña, quizás pueda haber un futuro de esperanza.

La mayoría silenciosa que no se puede expresar o, si lo hace, es de una forma aborregada, manipulada por dirigentes que saben astutamente conducir las masas hacia sus propios y perversos fines, tiene que tomar consciencia de que es realmente el germen de la nueva humanidad.

Si se considera como relativamente cierta que en las soluciones en cada uno de los aspectos que se abordan en el Proyecto Consciencia y Sociedad Distópica (C&SD), los actuales poderes fácticos son el problema y por ello, no pueden ser parte de la solución, la estrategia de difusión de las soluciones, tiene que ir dirigida a la mayoría silenciosa que con su entrega y amor, ahora, están manteniendo, mal que bien, la viabilidad de este mundo.

Es algo parecido al final del Imperio Romano. Dicen que un imperio no puede caer si antes no se ha destruido a sí mismo desde dentro. Pues es lo que está pasando. La sociedad civil silenciosa que forma parte de la solución, por vivir ya en un estado suficientemente evolutivo de la consciencia como para responsabilizarse de una vida basada en la virtud, ha de ser consciente de que tiene que vivir en las catacumbas sociales, casi en la clandestinidad, dado que, en la superficie, lo que impera es el caos y el conflicto de los actuales preminentes actores económicos y políticos.

El concepto de masa crítica, como mínimo nivel crítico de población que podría, si estuviera organizada, no en torno al sistema de partidos, sino en lobbies civiles, es el que es necesario generar, para la difusión de los principios que surjan de C&SD, en colaboración y sinergia con otras muchas iniciativas que tratan desde sus humildes posibilidades, poner “granitos de arena” para construir el nuevo edificio que se podrá acometer cuando el actual edificio social y económico se haya destruido a sí mismo.

En conclusión.

Considerando que:

1.- La situación mundial en prácticamente todos los ámbitos de la vida humana es irreversible.

2.- Que los poderes políticos, económicos y sociales de los que depende la gobernanza actual de los sistemas sociales, constituyen en gran parte la causa y forman parte del problema.

3.- Que la mayoría social silenciosa contribuye con su callada actividad a la cohesión y reserva funcional de la sociedad, por lo que forma parte de la solución.

4.- Que la deriva actual del Imperio de Occidente se encamina hacia su propia inviabilidad.

Surge el concepto de masa crítica:

1.- De población capaz de tomar consciencia de la situación y de organizarse en colectivos capaces de trabajar en la correcta dirección de soluciones, actualmente inviables, pero que pueden ser la semilla que germine tras la tormenta.

2.- A la que ha de ser dirigido el mensaje de C&SD, porque son el sector social que organizado en catacumbas, puedan aceptar y desarrollar las ideas que aporten al menos una luz de esperanza.

Por lo que las iniciativas que surjan de C&SD deben configurarse en torno a ese lobbie civil, llámese “los 144.000” o los Santos de Dios o como se desee. Es necesario un mensaje espiritual de esperanza, lo suficientemente genérico como para que ningún sistema religioso se sienta excluido. Mística cristiana, Sufismo, Zen, Tao, Budismo han de hablar con una sola voz, si no quieren mantener sus discursos exclusivos, lo que sería lesivo para el conjunto de la Humanidad.

EPÍLOGO: ¿Cuán verosímil es esta frase?: En la solución a los problemas del mundo, si China acierta, lo demás carece de importancia. Y si China no acierta, lo que hagamos los demás…, carece de importancia.

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Autor: José Alfonso Delgado
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