11/3/10

Mundo consumo

Al sociólogo polaco Zygmunt Bauman (Poznam, 1925) se le dedicó la entrada Sociedad líquida, inserta con fecha 15 de noviembre pasado, que llamó la atención entre muchos seguidores del Blog por la originalidad y profundidad de las reflexiones de Bauman sobre la sociedad actual.

Ahora, la editorial Paidos acaba de publicar su nuevo libro, titulado Mundo consumo. Esta es la reseña del mismo que hace la propia editorial:

Zygmunt Bauman, uno de los sociólogos más respetados de nuestra época, nos ofrece un análisis de la sociedad contemporánea que pasará a formar parte de nuestra forma de interpretar el mundo.

Lejos de complejidades académicas, Bauman expone con su proverbial claridad los problemas a los que todos nos enfrentamos y que no siempre sabemos cómo abordar. En esta ocasión, Bauman nos ofrece lo que él denomina «un informe desde el campo de batalla», un paso más de la lucha por encontrar formas nuevas y adecuadas de pensar el mundo en que vivimos. En vez de buscar soluciones a los problemas, quizá insolubles, del mundo moderno, Bauman nos propone cambiar nuestra manera de afrontarlos, ya que las creencias heredadas con las que contemplamos el mundo se convierten en un obstáculo que nos impide comprenderlo.

Con su prosa ingeniosa y provocativa, Bauman nos propone abandonar un modo de pensar que nos deja indefensos ante la maquinaria de nuestros propios gobiernos nacionales y las amenazas de desconocidas fuerzas externas, invitándonos a repensar este mundo moderno, flexible y desafiante a la vez. Y es que, como él mismo escribe, citando a Václav Havel, «la esperanza no es un pronóstico», sino un arma que, junto con el coraje y la voluntad, deberíamos aprender a utilizar.

El diario Público ha dedicado al libro y al autor un artículo firmado por Carlos Prieto. Las palabras de Bauman que recoje el periódico resumen bien los argumentos y conclusiones de la obra:

+Los estados-nación ya no son los soberanos de muchos aspectos de la vida común de sus ciudadanos. Antiguamente lo que distinguía a las socialdemocracias era que creían en que el principal deber de la comunidad era proteger a todos sus miembros de las fuerzas poderosas a las que uno no puede enfrentarse solo. Los estados modernos eran suficientemente poderosos para conseguir que los intereses económicos se plegaran a los deseos políticos de la comunidad".

+El “golpe de Estado neoliberal de Reagan-Thatcher" puso en entredicho los significados de dos conceptos que entonces parecían tan robustos como "público" y "social". La correlación de fuerzas entre política y mercado se vio bruscamente alterada. El nuevo poder global no está sometido ahora a la supervisión política. El alcance de los estados-nación sigue siendo local, demasiado pequeño como para poder controlar a los mercados.

+La gran cuestión política contemporánea es, por tanto, si alguna fuerza política puede contener la marea de globalización desenfrenada de capital, comercio, financias, criminalidad, drogas y armas teniendo a su disposición únicamente los medios de un Estado solitario.

+La respuesta es no. hay que criticar con dureza las medidas tomadas por los gobiernos progresistas para frenar la recesión. Cada vez es más complicado distinguir entre las políticas económicas de la derecha y las de la izquierda. Ser de izquierdas parece significar ahora hacer de un modo más riguroso el trabajo que la derecha dice que hay que hacer. Y, una vez hecho, paliar las nefastas consecuencias sociales de dicho trabajo.

+Reducida la socialdemocracia a una especie de organismo de beneficencia encargado de cuidar a las víctimas de un huracán llamado globalización económica, sólo queda saber si aún estamos a tiempo de revertir esa situación. Las recetas pasan, para empezar, por dar un giro de volante a la deriva de la sociedad de consumo. Actualmente se espera que sean los propios individuos los que conciban soluciones individuales a los problemas sociales. La solidaridad comunitaria ha dado paso a la competencia entre individuos. La sociedad de consumo practica una exclusión más estricta, violenta e implacable que la antigua sociedad productiva: hace 40 años, la renta del 5% más rico de la población mundial era 30 veces mayor que la del 5% más pobre; hace 15 años, 60 veces superior; y en 2002, 114 veces más.

+La única respuesta posible a la globalización económica es el surgimiento de un espacio político igualmente global. La tarea no es precisamente sencilla. La idea de crear una especie de super Estado democrático global se enfrenta al escepticismo existente en torno a la viabilidad de una democracia posnacional o de cualquier entidad política democrática por encima del nivel de nación.

+Los actuales organismos de acción internacional y las instituciones universales no están preparadas para este cambio. Parece dudoso que los actuales marcos para la política global puedan dar cabida a las prácticas del sistema político global emergente o servir como incubadoras de estas. ¿Qué podemos decir de la ONU, por ejemplo, creada con la misión de salvaguardar y defender la soberanía plena e inexpugnable de todo Estado sobre su territorio? ¿Puede la fuerza vinculante del derecho global depender de la obediencia que tengan a bien dispensar los miembros soberanos?. Hay que empezar prácticamente de cero: se necesitan nuevas fuerzas para crear un foro verdaderamente global. Y estas sólo podrán afianzarse soslayando a los antiguos actores.

+No sólo hay que poner en duda la capacidad de EEUU para gestionar el nuevo organismo global, sino que es un país en decadencia debido, entre otras cosas, a su incapacidad para apagar los fuegos bélicos que ha provocado en otras naciones y a su enorme deuda económica. EEUU es un país adicto al dinero importado del mismo modo que es adicto al petróleo importado. Ese dinero importado que, tarde o temprano habrá que devolver, no se gasta en la financiación de inversiones rentables sino en sostener el boom del consumo.

+Tampoco hay que tener mucha fe en la actual Europa. Hasta hace poco era el centro que convertía el resto del planeta en periferia, pero ya no goza de semejante privilegio y no puede tener ninguna aspiración seria de recuperar lo que perdió. De ahí el desvanecimiento de nuestra confianza. No obstante, Europa podría dar una serie de pasos para hacernos salir del atolladero global: dejar de ver a EEUU cómo el líder natural y abandonar su obsesión por la seguridad, que parece guiar sus políticas; da la impresión de que está sellando sus propias puertas, al tiempo que hace muy poco (o nada) por reparar la situación que le ha inducido a cerrarlas.

+El camino es tan incierto hoy como lo era entonces, al comienzo de la era moderna y de su fase de construcción nacional y estatal. Lo peor es que no hay mapa alguno de dicho camino, por lo que cada nuevo paso se asemeja a un salto hacia lo desconocido.

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