5/3/10

Desde Chile, con Amor

A través de Cristina Vega, me llega este email de Leila, que, desde el corazón del terremoto acontecido en Chile, llama nuestra atención sobre las experiencias y prácticas de solidaridad y apoyo mutuo que se están desplegando y que quedan ocultas bajo las noticias del pillaje y la militariación en las zonas más afectadas.

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Querid@s tod@s, las imágenes que se ven en la prensa sobre el terremoto, sin duda muestran la gran tragedia que está viviendo la sociedad chilena, en particular los sectores más vulnerables, también muestran los saqueos que se han hecho a supermercados y las calles ocupadas por militares, con armamento de guerra que estarían llevando la tranquilidad, (me imagino que para los dueños de supermercados, principalmente).

Este correo no tiene otra finalidad que dar a conocer otra faceta, la de la gente que no aparece en la TV y que se apoya en lo cotidiano:

+prestarse abrigo en la noche del terremoto

+evaluación de daños en la madrugada del terremoto y alojamiento de los vecinos en las casas sin averías estructurales

+recolectar la leche para que la consuman las crías (ante el corte de luz y la eventualidad de que se descompusiera)

+atención a las personas ancianas, buscar sus medicamentos, su ropa de abrigo, limpiar sus casas, darles desayuno, sacar los escombros a la calle, alimentar sus mascotas,

+resolver el problema de la higiene, puesto que las cañerías están rotas

+jóvenes y cabros chicos ayudando a los ancianos a enviar mensajes por celular a sus familiares (después de constatar que se puede caminar, lo que se quiere saber es de los seres queridos)

+redes de contacto, reunían nombres y teléfonos de familiares y se trasladan en bicicleta o carro a sectores donde hubiera comunicación para averiguar sobre la familia de la gente del barrio

+recolección de agua y purificación, distribución a familias con crías y ancianos

+cocinar en grupo, ahorro de gas, porque no se sabía si había problema en la distribución

+apoyo al traslado de enfermos de los hospitales que hubo que evacuar, traspaso del combustible de los carros pequeños a los más grandes para que estos pudieran apoyar, ya que las bencineras no funcionaban por la falta de electricidad

+los almacenes de los barrios repartieron los helados a los niños, y toda la mercadería congelada a los grupos de vecinos organizados (juntas de vecinos)

Sin duda la lista es mucho más extensa, pero me ha parecido importante mencionar estas "pequeñas cosas", que son las respuestas de la gente sencilla, que habita los barrios.

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Muchas gracias, Leila, por tu testimonio. El mundo mejor posible se hace realidad incluso en las circunstancias más adversas, aunque los “informativos” pongan el acento en el peor de los mundos posibles, que será el suyo.

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