24/3/10

Aportaciones para la plasmación de la consciencia expandida y la red consciencial (XXVII)

0. Solicitud de aportaciones (entrada de fecha 19 de enero) 1. La hora y el turno de la “ecología mental” (Leonardo Boff) (20 de enero) 2. Más de lo mismo. ¡No! (Federico Mayor Zaragoza) (20 de enero) 3. 2010: Año del Amor Incondicional y del Paraíso en la Tierra (Domingo Díaz) (20 de enero) 4. Es tiempo de los ciudadanos (Xavier Caño Tamallo) (21 de enero) 5. 2010: Latido Mundial (Latido Mundial) (21 de enero) 6. Ser Dios mismo, aplicándonos en conseguir las cualidades que le atribuimos (José Manuel Piñero) (21 de enero) 7. Consciencia ampliada (José Julio Ruiz Benavides) (21 de enero) 8. Elogio de la metamorfosis (Edgar Morin) (22 de enero) 9. Pautas de Sintonización y Activación Energético-Vibratoria (Asthar Sheran) (23 de enero) 10. Consciencia y “participation mystique” (José Tamayo) (25 de enero) 11. Expansión de la consciencia: Redes de consumo local (Pilar S.) (26 de enero) 12. Más allá del horizonte (Julio Andrés Pagano) (26 de enero) 13. Consciencia y unificación de la física en el marco de la nueva ciencia (Rafael López Guerrero) (27 de enero) 14. Organización del trabajo e invasión de la privacidad: correr por correr (Sidi Mohamed Barkat) (29 de enero) 15. Aprovechemos la crisis para transformar el sistema (José Carlos García Fajardo) (29 de enero) 16. La crisis del ego (Jordi Pigen) (01 de febrero) 17. Ciencia de la Totalidad (Fernando Narayana) (02 de febrero) 18. ¿Cuánto dinero es suficiente para una vida buena? (Robert Skidelsky) (05 de febrero) 19. Un nuevo paradigma (Freeman) (10 de febrero) 20. Tertulia: una práctica concreta para la expansión consciencial (Concha Redondo) (10 de febrero) 21. El cambio en lo religioso y en el “modo de conocer” (Enrique Martínez Lozano) (10 de febrero) 22. Hay que dejar de ver tragedias y noticias negativas (Nathan Romano)(16 de febrero) 23. La ciencia en su Totalidad (Fernando Narayana) (17 de febrero) 24. Islam y altermundismo (Yafar Abdellah) (18 de febrero) 25. La Era de la Libre Ascensión (Ángel González) (23 de febrero) 26. Cambio de perspectiva o nueva percepción de la realidad (Ana Valle) (24 de febrero) 27. ¿Utopías? ¡No!: Derechos Fundamentales ineludibles (Freeman) (25 de febrero) 28. Democratizar la educación (Shakira) (2 de marzo) 29. Nos veremos en el Viaje (Emilio Carrillo) (3 de marzo) 30. Crece el voluntariado (Bernardo Kliksberg) (4 de marzo) 31. De súbditos a ciudadanos, la gran transición (Federico Mayor Zaragoza) (9 de marzo) 32. Nueva etapa (Espiritualidad y Política) (10 de marzo) 33. Red consciencial (Emilio Carrillo) (11 de marzo) 34. Red consciencial y protocolo general de actuación (Freeman) (11 de marzo) 35. Espiritualidad, acción y desapego (Vandana Shiva) (23 de marzo)

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36. Criterios para una percepción auténtica de la realidad (Ana Mª Schlüter Rodés) (Espiritualidad progresista: http://wwwespiritualidadprogresista.blogspot.com)

Ni dualismo ni monismo

Si la experiencia fundamental de una religión permanece anclada en experiencia y no se pierde en teorías desarraigadas, la estructura trinitaria de la realidad aparece, a pesar de todas las diferencias de perspectiva y sus lenguajes religiosos y filosóficos correspondientes. Entonces no hay dualismo en el cristianismo de Occidente ni monismo en el budismo zen de Oriente. Si se deja de percibir la igualdad, la unidad de cuanto existe, la dualidad se pervierte en dualismo. Entonces las relaciones personales se vuelven destructivas, aparecen dominio y explotación.

Si se deja de percibir la dualidad, las diferencias, la unidad se pervierte en monismo, en falsa igualdad, y lleva a ignorar a la persona individual, no tomándola en serio, no respetándola. No se toleran las diferencias. También en este supuesto, se deterioran las relaciones personales, pues en el fondo se niegan; y, en cuanto a la naturaleza, se la destruye porque en semejante percepción distorsionada de la realidad no hay nadie que destruye ni destruir ni nada que se pueda destruir. Una percepción auténtica de la realidad en su estructura trinitaria se manifiesta en una interpretación correcta (orto-doxa dentro del marco religioso cultural respectivo) y lleva a una actuación correcta (orto-praxis).

Camino a una percepción auténtica

Me parece una de las tareas más importantes de nuestro tiempo, que tiene tanta sed de experiencia mística de la realidad, aprender a discernir y a examinar, dónde un camino está bien señalizado y dónde no. Ahí no bastan conocimientos intelectuales, aunque pueden servir de gran ayuda. El espíritu conoce el espíritu. Se trata de un conocimiento por semejanza. El espíritu de la verdad es bondadoso, paciente, humilde, no tiene que ver con odio, ira, envidia, maldad. “Los frutos del espíritu son amor, alegría, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, austeridad” (Gal 5,23).

“Basta echar una mirada a la Bhagavad Gita, las Upanishads, los Yoga Sutras de Panjali, los discursos del Buda, a cualquier escritura revelada del mundo, a cualquier escrito de un gran místico, del tiempo o lugar que sea, para ver que son temas principales, en que los iluminados del pasado ponen el mayor énfasis en sus enseñanzas: la disciplina de la mente, la victoria sobre las pasiones desenfrenadas, placeres, ambición, codicia, sed de poder; y por otra parte, el cultivo de las grandes virtudes de compasión, caridad, alegría, veracidad, paciencia, humildad, amor; dominando la ira, el odio, la envidia y la malicia”.

Para llegar a percibir la realidad en su talidad, como tesoro triuno, es decir con profundidad y no sólo superficialmente, el ser humano ha de recorrer todo un proceso que, partiendo de no ver, pasa por ver como en una nebulosa hasta llegar a ver de verdad. El maestro zen chino Ummon, que enseñó principalmente en la primera mitad del siglo X, habla de cuatro enfermedades de la vista. Describe las dos primeras de la siguiente manera: “Hay dos enfermedades que impiden que penetre la luz. Una enfermedad es que todo está oscuro y parece como si algo colgara delante de ti, por lo cual la luz no penetra. Otra enfermedad es estar como en una nebulosa. Por eso la luz no acaba de penetrar bien”.

Como consecuencia de la primera enfermedad se ven las realidades como ob-jetos; como cosas “tiradas delante”, como inndica la etimología de la palabra, lo cual corresponde al “colgado delante” de Ummon. Esos objetos se perciben sólo por fuera, a través de los sentidos y del entendimiento, o como dirían los Victorinos, por medio del ojo corporal y del intelectual. En este caso no se ve la luz original, la igualdad, lo uno, y se cae en el dualismo. Este es un síntoma de la primera enfermedad y se manifiesta en el ámbito de la fe cristiana en el hecho de vivir de creencias, conceptos, teorías. Son muy útiles como letreros en el camino orientativos, pero queda retenido en la fe de niño quien se detiene ahí y no llega a una experiencia del misterio de la realidad. En las relaciones personales y en el contacto con la naturaleza, esto lleva fácilmente a actitudes utilitarias y de dominio, que siempre resultan destructoras.

Experiencia inmadura de la unidad

Se ha dado un paso importante al llegar a la experiencia de lo uno y siempre igual. Pero no es suficiente. Pues en este momento puede presentarse la segunda de las enfermedades que indica Ummon. Consiste en que el ser humano de alguna manera queda atrapado en la experiencia del “vacío”, de lo indiferenciado. La consecuencia es que no ve lo dual, lo múltiple. Vive como en una nebulosa, y la experiencia de lo uno se convierte en monismo, en unidad falsa. La luz no penetra de verdad, no se ven ni valoran las diferencias. Se es incapaz de ver al otro como otro y de respetarle en su unicidad. También esto resulta pernicioso para las relaciones humanas y el trato con la naturaleza, pues en el fondo se ignoran y no se toman en serio.

Sin embargo, tanto la persona occidental como la oriental, tanto el cristiano como el budista zen, ambos perciben la realidad en su estructura trinitaria si permanece anclado en su centro y vive de una percepción madura de la realidad. Pero si pierde el centro, o bien cae en el dualismo, al que tiende sobre todo Occidente y las zonas influenciadas por él, o bien en el monismo, al que tiende Oriente con sus caminos de meditación.

En una colección china de koans se encuentra el siguiente poema del maestro zen Momun Ekai

Con iluminación todas las cosas son de la misma familia;

(experiencia de la igualdad absoluta)

Sin iluminación, cada cosa está separada de la otra y es diferente.

(percepción dualista de la realidad, falsa dualidad)

Sin iluminación, todas las cosas son de la misma familia;

(percepción monista de la realidad, falsa igualdad)

Con iluminación, cada cosa está separada de la otra y es diferente.

(experiencia de la unicidad de cuanto existe)

En el Zen se han transmitido muchas situaciones en que los maestros ayudan a quienes se han estancado en el vacío o falsa igualdad. Por ejemplo, ahí está el caso de Fa-Ta que en el siglo VII o principios del VIII va a ver a Huei-neng, el Sexto Patriarca zen de China, de quien arranca todo el Zen que ha llegado hasta nuestros días. Fa-Ta no había sido capaz de saludarle respetuosamente según la costumbre de entonces y preguntado por su práctica religiosa, dijo que había leído tres mil veces el sutra del Loto. Huei-neng le dijo que al parecer no lo había entendido bien, puesto que le había hecho orgulloso. A petición de Fa-Ta le explicó entonces el sentido del sutra. En un momento dado Fa-Ta le interrumpió diciendo:

“Creo que ya entiendo, el sutra está ahí para orientarte, cuando has comprendido, lo dejas de lado, ¿es así?”- “¿Por qué lo ibas a dejar de lado, si no hay nada malo en el sutra?... Quien está más allá del sí y del no, éste va siempre montado en el Carro del buey blanco (está verdaderamente iluminado).

Si un cristiano, que se ha adentrado en una camino de abismamiento o místico, no llega a una percepción madura de la realidad, como ocurrió por ejemplo en tiempos del evangelista Juan o en la España del siglo XVI en el caso de los llamados “dexados”, “alumbrados” o “iluminados”, que fueron una desviación de los “recogidos”, o como puede ocurrir y ocurre hoy día, cuando la práctica del zen carece de buena orientación, el hombre actual puede llegar a conclusiones muy parecidas a las del monje Fa-Ta. Si se trata de una persona de procedencia cristiana, puede llegar a decir cosas como: “Las Escrituras y los sacramentos son para principiantes.” O: “Estoy por encima de la moral.” O: “Cristo es la puerta y cuando la he atravesado, lo dejo atrás.”

Cabe ver estas actitudes como síntomas de una de las enfermedades enumeradas por Ummon. Para poder adentrarse en un camino de abismamiento hace falta tener acompañamiento y orientación correcta. Ir a parar a percepciones monistas de la realidad significa caer en una especie de ceguera. Si es pasajera, no es más que una enfermedad infantil a superar.

Desde la perspectiva cristiana el misterio de la realidad se percibe y entiende como una relación de amor. Tri-unidad es una experiencia fundamental que aparece claramente en el Nuevo Testamento. La esencia más profunda de la realidad es relación. “Unidad y pluralidad, unidad y multiplicidad, unidad y alteridad son igualmente originarias, de igual rango, igualmente importantes, primero en Dios, pero luego... también en nosotros”.

Era del Espíritu Santo

Desde hace siglos se viene comparando esta Tri-unidad en el ámbito cristiano con un baile (perichoresis), en que unos dan vueltas alrededor de otros. La humanidad entera, toda la creación, participa en Cristo en este baile. Pecado significa excluirse a sí mismo, lo cual por la interdependencia entre todo lo que existe, se propaga y contagia. Pero más fuerte que esto es la fuerza de la fidelidad hasta la muerte que obra en Jesús el Cristo el cual, desde la raíz, hace entrar a la humanidad en el baile. Algo de esto experimenta el ser humano en el hondón del alma. Eso implica a la vez una nueva manera de entender su relación con los demás y su actuación en la sociedad, así como un modo nuevo de relacionarse con la naturaleza.

Se habla de la era del Espíritu Santo. Esto significa en la percepción cristiana del misterio trino, que la luz, en la cual la unidad se manifiesta, aparece con más vigor. “Desde la luz del Padre entendemos al Hijo como luz, a la luz del Espíritu Santo”, ha dicho Gregorio Nacianceno. A la luz del Espíritu Santo es posible comprender que el Padre y el Hijos son uno, que Jesús de Nazaret es el Ungido por el Espíritu. La era del Espíritu Santo lleva a que se conozca más profundamente la unidad, se reconozca al Invisible en el Visible y al Visible en el Invisible. Una experiencia zen madura puede apoyar en gran medida esta percepción desde su perspectiva característica. Sin embargo, si se queda estancada a mitad de camino, resulta destructora. A esta luz se entiende mejor qué está diciendo la Iglesia Oriental cuando habla de la divinización del ser humano.

El Espíritu hace posible el reconocimiento de la unidad de todas las religiones y a la vez la plena valoración de sus diferencias. La presencia y actuación universal del Espíritu en todas las tradiciones religiosas de la humanidad es el fundamento del diálogo interreligioso e intrareligioso, es decir del diálogo entre adeptos de diferentes religiones y del diálogo de dos religiones en el interior de una misma persona, que mantiene una tensión fructífera. Quien se siente atraído por el Espíritu de Cristo, no puede dejar de alegrarse siempre cuando se encuentra con alguna manifestación de este mismo Espíritu en la forma y el lugar que sea.

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Os invito a que me remitáis (mediante email a EMCARRI@terra.es) reflexiones y propuestas (artículos, escritos, comentarios,…) destinadas a plasmar, en lo efectivo y concreto, la expansión de consciencia que están experimentando muchos seres humanos y la Humanidad, conformando un auténtica red consciencial. Pueden ser tanto vuestras como de otros, pero que os han llamado la atención (en cuyo caso, lógicamente, haremos referencia a la fuente: autor y medio en el que se ha publicado).

1 comentario:

  1. Veo el texto un poco farragoso. No sé si lo que he extraído:"somos la Unidad,pero en la diferencia y así nos amamos" o que yo siento esto y lo confundo con lo que dice la autora

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