2/8/09

Niños Índigos: reflexiones para padres, abuelos y educadores (I)

En los años 80, Nancy Ann Tappe aplicaba terapias con el color. En sus trabajos, comenzó a notar que muchos niños mostraban una coloración azul violeta en las capas más exteriores de sus auras (campo energético alrededor del cuerpo humano), cosa que nunca había visto antes. Intrigada, decidió investigar más profundamente y comenzó a reconocer características comunes en todos estos pequeños: mayor inteligencia, mayor energía, mayor espiritualidad; todo parecía ser mayor en ellos. Los bautizó como “niños Índigo” -se denomina índigo al color añil o azul oscuro-. Y publicó el libro Understanding your Life Through Color (Comprendiendo su vida a través del color), primero en abordar seriamente el tema de los Índigo, popularizando este término.
Aunque no todos los niños Índigos son iguales (se les llama así como manera de reconocerlos por sus cualidades y potencialidades psicológicas, mentales y espirituales más desarrolladas, pero no son clónicos, ni están hechos con un mismo molde), sí ostentan una serie de características comunes:
+mayor energía física y mental;
+acentuado afán por liderar y tomar la iniciativa;
+gran sentido de realeza: sentimiento espontáneo de tener derecho a estar aquí, en esta vida y en este planeta;
+especial necesidad de relacionarse con otros seres, sean niños, peces, pájaros, plantas,…;
+natural sentido de la justicia;
+marcada exigencia, a sí mismos y a los demás, de coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.
+inclinación innata a cuestionar patrones preestablecidos: les es difícil aceptar el concepto de autoridad propiamente dicho, sobre todo cuando no está apoyado en la coherencia de quien ostenta o reclama dicho estatus;
+percepción particular del contenido de la felicidad: rechazan espontáneamente los patrones cuantitativistas y materiales (regalos, bienes, dinero, estatus,…) como modo de alcanzar la misma y optan intuitivamente por vías cualititativas (crecimiento interior, contacto con la naturaleza, altruismo,…);
+sus dos hemisferios cerebrales (el hemisferio izquierdo es el mental, lógico, racional, científico; mientras que el derecho es el intuitivo, artístico, espacial, trascendente) están sustancialmente más dotados e interconectados que en las demás personas; y
+no sólo tienen una gran inteligencia, sino que su carga espiritual es mayor: están más predispuestos a las cuestiones del espíritu y no es difícil encontrar pequeños que oran, repiten mantras o participan encantados en ceremonias religiosas de todo tipo. Esta no es una característica casual o circunstancial, pues los Índigos hacen las cosas porque les nace de lo más profundo del corazón, porque su nivel de consciencia está en continua sintonía con las manifestaciones de la espiritualidad más elevada (hablamos de espiritualidad no de religiosidad: estos niños no encuentran diferencia entre una religión u otra, todas están bien mientras su discurso y actuación esté basado en valores coherentes y realmente espirituales).
Por tanto, el perfil de los niños Índigos es maravilloso, casi un milagro evolutivo al servicio de un nuevo mundo. Sin embargo, para padres y abuelos, el cómo tratarlos, educarlos y guiarlos puede convertirse en un auténtico problema. Y en el colegio, los educadores tampoco lo tienen fácil. No en balde, las estructuras educativas tradicionales se basan en el trabajo exclusivo del hemisferio izquierdo, cuando ellos, como antes se señaló, tiene el izquierdo y el derecho más dotados e interconectados. La conclusión suele ser que los Índigos se aburren terriblemente en la escuela, no quieren ir al colegio porque no lo encuentran atractivo ni enriquecedor y se niegan a efectuar “deberes” y tareas mecanicistas.
¿Cómo actuar entonces con ellos?. A contestar este interrogante dedicaremos otra entrada del blog.

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