Si uno busca el término “Acuario” en Google, una de las referencias
que salen en primer lugar es la canción que popularizó el grupo musical Quinta
dimensión (5th dimension) en 1967 y que es tema central del musical “Hair”.
La letra habla de la conjunción de planetas y todas esas cosas,
como lo de que el Sol entrará en la casa de Acuario próximamente y eso provocará
el advenimiento de una nueva Humanidad de paz y amor.
Lo de la inclusión del Sol en la casa de
Acuario es astronómicamente cierto y significa que, sobre la base del peculiar
movimiento de la Tierra denominado de precesión, el Sol en el equinoccio de
primavera recorre todo el Zodiaco cada 25.776 años, en el momento justo en el
que el Sol abandona el hemisferio celeste austral para entrar en el septentrional
(Punto vernal o gamma ♈), el 21 de marzo, momento en el que el día y
la noche son iguales (equi-noccio: igual noche-día). El Sol,
cada 2.148 años (25.766/12), va adelantando las constelaciones del Zodíaco en
dirección Oeste (precesión de los equinoccios), de modo que en la actualidad
estamos saliendo de Piscis y entrando en Acuario. Se nota que los creadores del
horóscopo tuvieron que hacerlo hace más de 2200 años, cuando el Sol estaba el
21 de marzo en la casa de Aries (el horóscopo del periódico, a los nacidos
entre 21 de marzo a 21 de abril son catalogados bajo el signo Aries -aunque en
realidad son Piscis- con lo que ello, a nivel astrológico parece implicar; y
así todos los demás signos).
A partir de este hecho astronómico, los astrólogos, supongo, se han
montado la peli de la Era de Acuario, con el deseo de que los astros nos sean
propicios y nos ayuden a superar crisis tan espantosas como las guerras
mundiales, la pobreza, la tiranía y logremos entrar en una nueva era de paz y
amor, que es lo que proclamaba la generación hippie de los años sesenta, con el
amor libre y todo eso.
Por otra parte, en Acuario está la Nebulosa Hellix (la Hélice, NGC
7293), a unos 700 años luz de la tierra. Es una de las nebulosas planetarias
más espectaculares y cercanas a la Tierra. Tiene casi 6 años luz de diámetro.
Descubierta en 1824, se le ha bautizado con el sobre nombre del Ojo de Dios. Es
como si Dios nos mirara desde el Cielo, en la constelación de Acuario.
Por otra parte, si acudimos a las enseñanzas de Helena Blavatsky,
compiladora de los textos teosóficos en el Siglo XIX, se describe cómo la
Humanidad, a lo largo de los milenios, ha atravesado varios ciclos de
existencia de lo que se denominan razas-raíces, las últimas han sido: la
tercera ubicada en el continente Lemuria, y la siguiente, la cuarta, fueron los
atlantes. La actual, la nuestra es la quinta, que se denomina “aria”, aunque
nada tiene que ver con el sueño de la Alemania de Hitler.
Es decir, la Teosofía sostiene la tesis de que la evolución humana
no ha sido lineal sino cíclica, siendo cada final de ciclo un desastre global
que supuso el renacimiento de una nueva raza raíz más evolucionada. La Biblia
hace alusiones a estos finales de ciclo, con los episodios del libro del
Génesis, de Sodoma y Gomorra, en los que Dios muy enfadado por la perversión
humana envía fuego de azufre, o la confusión de lenguas en Babel, con la
dispersión de la Humanidad o, la más representativa de un final de ciclo, que
además está reflejada en diferentes culturas en todo el Planeta, el Diluvio
universal, que bien pudo significar la destrucción de la Atlántida.
En otras palabras, desde el primer homínido con incipiente
consciencia de sí mismo, hasta el Homo sapiens actual, la evolución, en su gran
contexto lineal, se ha forjado en base a sucesivos ciclos de comienzo,
desarrollo, esplendor, declive y destrucción.
Los ancestrales sabios de la teosofía refieren la época actual como
la de transición entre la quinta raza raíz y la sexta que, por otro lado,
coincide con la transición entre la era de Piscis, que comenzó con el inicio de
la era cristiana (más o menos) y la de Acuario, que está comenzando en estos
siglos XX y XXI.
Así que cuando las diferentes religiones anuncian el final de los
tiempos, esto se puede tomar de dos formas, por la tremenda, es decir, de modo
lineal, con un solo ciclo de principio a fin, que termina con, literalmente,
“el fin del mundo”, que es como las religiones occidentales se lo toman o, como
el final de “esta generación”, como refiere el propio Jesús de Nazareth en
Mateo 24, sin que ello suponga el fin total y absoluto de todo lo creado, sino
sólo el fin de “esta generación”. Y ahí queda la cosa.
Sobre todo este tipo de cuestiones, recomiendo encarecidamente los
libros y conferencias de Emilio Carrillo, que ha profundizado en este tema y yo
no me atrevo a ir más allá de esta breve referencia.
La Era de Acuario
Con lo expuesto, todo parece indicar que la Era de Acuario es algo
más que una fantasía astrológica o un desideratum social sin fundamento. Hay
algo más que nos hace tomar en serio que la Humanidad está a punto de
introducirse en una nueva era de paz y amor, con un paso trascendental desde el
individualismo predominante de la Era de Piscis (de la que estamos saliendo), a
una Era bajo el predominio de lo espiritual. A esto también se apuntan los
milenaristas entusiastas del fin del mundo y de las profecías mayas. Esto aporta
una pizca de chispa de humor a algo de por sí para tener en cuenta.
No quiero entrar demasiado en estos detalles, no sea que además de
hereje, por lo que digo y cuento aquí, encima me tache la Iglesia de neoerista,
o seguidor de la Nueva Era. Pero lo que sí es un hecho constatado es el
surgimiento a escala mundial de una tendencia a la búsqueda de lo espiritual,
acaso como rebote de un cierto cansancio del materialismo desmedido en el que
el Occidente “cristiano, por cierto”, nos ha metido en los últimos dos siglos,
así como de sus frutos más memorables, como la crisis del 1929, las Guerras
Mundiales y las Crisis del 1973 y de 2008 y el cambio climático y el Covid,
etc.
Con independencia de cuándo cruce el Sol el punto Vernal en
primavera hacia la casa de Acuario, parece que dos hechos acaecidos en la
segunda mitad del Siglo XX han precipitado el desplazamiento de la Humanidad
hacia la Era de Acuario. Estos han sido, según Caroline Myss en su libro “La
Medicina de la Energía”, la invasión del Tibet por la China comunista y el
Concilio Vaticano II, como he referido en anteriores capítulos.
En el primer caso, la invasión china del Tibet obligó a finales de
los cincuenta al exilio de muchos lamas y monjes tibetanos que huyeron preferentemente
a Estados Unidos y Europa. Es lo que vi yo en la ciudad de San Francisco en
1973, a mis 17 años, en el que conocí a los Hare Krisna y a Krisnamurti en su
libro “A los pies del maestro”.
En el segundo caso, las conclusiones del Vaticano II propició la
apertura de la Iglesia católica al mundo, Al menos en los primeros años. Fue
suficiente como para que la espiritualidad cristiana saliera de los monasterios
y, a través de sacerdotes y monjas que pasaron a la vida laica, se difundiera
su experiencia a la sociedad, a aquellos que quisieron escucharlos. En
conclusión, la ascética y la mística de Oriente se encontraron con la de
Occidente. Los pesos pesados de la influencia oriental en Occidente están
siendo el Budismo, la filosofía Zen y Tao y sobre todo, el pensamiento místico
derivado del monismo advaita, y en concreto el Yoga como método de crecimiento
espiritual, (aunque también se vende en el mercadillo espiritual establecido al
calor de todo esto, como técnica anti estrés y para rebajar las lorzas y
michelines, que de todo hay, y todo hay que decirlo).
¿Tiene esto algo que ver con una nueva Epifanía? ¿Dios nos está
queriendo decir algo con esto?
Desde el punto de vista dogmático, evidentemente esto no significa
nada, salvo una seria amenaza a la estabilidad del catolicismo y otras
religiones, pues es una puerta de escape que se abre, por donde pueden escapar
no pocos feligreses desencantado con la disciplina diocesana.
A mí me dan mucha pena las posturas rígidas e intransigentes, las
que ven en todo lo que se mueve, una amenaza a la homeostasis interna, al
“steady state” establecido por las religiones.
Que las grandes soluciones surgen de grandes problemas que, no hay
más remedio que resolver, es un hecho desde los orígenes de la vida. Quiero
traer aquí una reflexión de Ilya Prigogine, Premio Nobel de Química en 1977, a
propósito de todo esto:
“La fuerza de las organizaciones surge de su capacidad de
renovarse ante un mundo caótico. Es la gran paradoja de la vida. Por una parte
tienden al estado estable, pero una vez conseguido, parece como si fuera
necesaria una profunda convulsión que cuestione todos los sistemas para que
sólo los más fuertes puedan superar la prueba, y así eliminar por pura
selección natural los organismos, especies y organizaciones acomodadas. En el
origen de los grandes cambios, de las grandes ideas, de los nuevos paradigmas, está
siempre “un grupo pionero” de personas motivadas, ilusionada, comprometida,
inconformista, arriesgada, con clara visión de oportunidad”.
Decir esto ante las monolíticas barreras doctrinales es muy
peligroso. A Jesús de Nazareth, mismamente, le costó la vida.
Lamentablemente, creo que Nietzsche tiene razón cuando afirma que “La
certeza absoluta, la total convicción, es un enemigo más peligroso para la
verdad, que la propia mentira”.
Cuando uno está absolutamente convencido de que está en lo cierto,
y por casualidad no es así, irremediablemente cae en la paradoja de que “hay
que mantenerse en el error, cueste lo que cueste”, principio básico de la
Política, por cierto.
Vivimos en un mundo totalmente cambiante, donde las posturas
recalcitrantes son (y estoy de acuerdo con Prigogine), garantía de la extinción
por simple selección natural.
Sería hora de empezar a desatar
Los temas doctrinales no son sino interpretaciones intelectuales de
lo divino. La mística es en sí misma expresión pura de lo divino. Jesús vino a
este mundo a enseñarnos la Mística de Dios, por eso soy o trato de ser un fiel
seguidor de sus enseñanzas. Pero los hombres han convertido su mensaje en
textos doctrinales.
Pues resulta que con tanto atar doctrinalmente, al final es cierto
el proverbio que le escuché a Consuelo Martín, que dice, “la verdad une, la
mentira separa”. Tantas ataduras no
hacen más que complicar la vida a la gente, desvía la atención de lo
fundamental que es simplemente amar gratuitamente, sin esperar nada a
cambio.
¿Por qué hay tanto cuerpo legislativo en nuestra sociedad, que
regula hasta el tamaño máximo permitido de los rabos para boinas? Porque las
relaciones humanas se basan en la desconfianza, es decir, “como sé que me vas a
engañar y me la vas a meter doblada, la ley al menos, hará que te lo pienses
dos veces, a riesgo de que seas multado o castigado con la cárcel”. Esto
traducido a lo religioso es algo así como “amaos los unos a los otros”, dice el
Maestro, pero como sé que a los feligreses eso se la sopla, pongamos un código
moral “de la de Dios”, con castigos eternos, a ver si nos hacen caso.
Estamos liados con tantísimas ataduras religiosas, que, al menos a
mí, el panorama me impresiona de asfixiante, aunque para el común de las gentes
sencillas es su pasaporte para la Eternidad. En el fondo, entrar en la senda
estrecha resulta ser una invitación que Jesús nos hace a romper todas las
ataduras materiales, intelectuales y religiosas que nos acogotan, para
enfrentarnos a la vida en absoluta pobreza de espíritu.
Fíjate. Jesús de Nazareth llegó a Israel en una época de absoluto
estrangulamiento doctrinal por parte de las autoridades religiosas. Su mensaje
suponía la antítesis de todo eso. Como quiera que su mensaje suponía una seria
amenaza para el “steady state” del judaísmo, fueron estrechándole el cerco,
hasta que consiguieron matarle. Pero consiguió romper todas las ataduras
doctrinales sobre las que se basaba la religión veterotestamentaria…
Un nuevo Eleusis
Es tiempo de desatar, de desenvolver los envoltorios del único
caramelo, de dejar las apariencias y de regresar a la esencia. Durante toda
esta serie de entregas sobre espiritualidad, he pretendido dar un enfoque
heterodoxo a lo que sucede en el interior del ser humano en clave de Camino hacia…,
cuando en realidad es un Camino de regreso desde… nuestra triste realidad
actual, la de cada uno, para intentar volver a ser “tal como éramos” antes de
salirnos del tiesto y pretender ser lo que no somos.
Y ahora, la sociedad plantea, no sin fundamento físico y
espiritual, que vamos hacia un nuevo Eleusis (del griego eleusiV,
advenimiento), un nuevo y gran advenimiento de una nueva Humanidad, una nueva
generación o raza raíz que se antoja más evolucionada, más espiritual, más
llena y consciente de la Divina Realidad que predican la Filosofía perenne y la
Teosofía.
En el marco del Primer Congreso “Consciencia y Sociedad distópica”,
estamos viendo cómo parece como si todas las flechas temporales nos estuvieran
dirigiendo a lo que Jesús de Nazareth anunció en Mateo 24, con ese dramático
periodo previo que en las Escrituras cristianas se denomina “la Gran
Tribulación”, para finalmente emerger una nueva era para la Humanidad en
presencia de Dios. Luego está lo del Juicio final, que la Iglesia ha
aprovechado ampliamente para controlar las conciencias, pero que nos maliciamos,
será “el final de todos los juicios”, que diría Fidel Delgado, porque ya sabe
Dios de qué está hecho el corazón humano y cuál es su real responsabilidad,
como criatura salida de Sus manos, en todo este desaguisado en el que se ha
convertido nuestro mundo. Aunque “hijos de la gran meretriz”, haberlos,
hay-los.
En cualquier caso, la nueva sexta raza raíz, la nueva generación
de Acuario se está gestando en estos momentos en todas aquellas almas que
están comenzando a despertar; en todas aquellas Marías que están abriendo los
ojos y recibiendo el cálido beso del Amado. Está despertando en todas aquellas
Marías que están animando a sus correspondientes hermanas Marta (sus mentes), a
comprender que el camino que lleva la Humanidad bajo la pretensión del
autogobierno del mundo es un “camino hacia ninguna parte”, hacia el desastre
más absoluto.
Como refería en el capítulo anterior, las almas despiertas, al
practicar el exculpar y el perdón, están animando a las almas dormidas a que
despierten, a que aprendan a no juzgar y a perdonar. Y esto es una reacción en
cadena con un efecto expansivo que puede llegar a ser explosivo.
Dicen que una ficha de dominó puede tumbar otra de tamaño hasta 1,5
veces mayor y, esta a otra 1,5 veces mayor. Si una ficha de 1 milímetro tirase
a la siguiente de 1,5 milímetros y esta a otra de 2,25 milímetros, la ficha
número 32 de la secuencia tendría exactamente una altura de 287,62 metros, la
cual tumbaría a otra ficha 50 metros más alta (431,43m) que el edificio Empire
State de Nueva York, que mide 381 metros. Por eso las grandes tendencias
sociales siempre comienzan en el cerebro o en el corazón de una sola persona.
Es el proceso de contagio, largamente estudiado en Medicina y Epidemiología,
pero también en Sociología y Economía. El contagio 1x2, 1x3, …, 1xN hace que la
virulencia exponencial de la transmisión en pocas semanas e incluso días,
alcance el otro lado del mundo, como estamos evidenciando con la Covid19. Con
el fenómeno social del advenimiento a la Era de Acuario, está pasando lo mismo.
En el fondo todo depende de nuestra tasa de contagio, de nuestra capacidad de
despertar (de ayudar a despertar) a las almas dormidas.
Se considera que, en estos fenómenos sociales, la masa crítica que
convierte el proceso en exponencial explosivo está en torno al 10% de la
población.
Hacedores de Santos
Somos hacedores de santos. Hemos de
creer eso, porque si lo hacemos, si creemos serlo, si somos conscientes de ser
la mano de Dios que actúa en el mundo a través de nosotros, tanto más lo
creamos y así actuemos y vivamos, tanto mayor será la tasa de contagio del
mensaje del Nuevo Eleusis para la Humanidad. Y acaso le debamos el encendido de
esta mecha a los hippies norteamericanos que proclamaban el amor libre en los
años sesenta, mientras los obispos y cardenales católicos se daban cuenta en el
Concilio Vaticano II de hasta qué punto la Iglesia estaba fosilizada y los
chinos atacaban el Tíbet. Pues bendito sea, Dios se suele valer de recursos “no
convencionales” para darle un meneo a estructuras sociales arcaicas y
acomodadas en desfasadas tradiciones.
Sólo Uno es inmutable y eterno su mensaje, pero convertir todo tipo
de desarrollos doctrinales en inmutables puede ser el mayor de los errores que
cometen las religiones, que consideran las teologías inmutables, cuando no son
más que modelos mentales de hombres de ciencia, cuyas ideas, si no evolucionan,
se transforman en fósiles intelectuales a los que nadie ya hace caso.
El sociólogo Paul Ehrlich, el de la bomba demográfica, tiene una
frase muy cierta:
“El ser humano es bastante
efectivo ante las emergencias, pero es incapaz de prevenirlas”
Vivimos una emergencia planetaria que está poniendo en serio
peligro nuestra supervivencia como especie, esto ya nadie puede dudarlo, salvo
que sea un necio, pero la Evolución biológica nos demuestra una y otra vez, que
los grandes saltos evolutivos se dan a consecuencia de las grandes crisis
planetarias, de las grandes extinciones en masa.
Estamos ante el mismo desafío. Estamos entrando en un huracán
fuerza cinco, y dentro de la tormenta está surgiendo la intuición social de la
Era de Acuario, o de la vida eterna; da igual, que da lo mismo, es decir, la
intuición de que esto pueda parecer el final, pero de las grandes tragedias
surgen las grandes soluciones basadas en una profunda renovación, de un nuevo
renacimiento.
Esto comienza a ser Era de Acuario, o el fin del “este” mundo el término
revelador o apocalíptico.
Para crear algo nuevo, antes ha de ser derribado lo que está en
ruinas.
Antes de que “venga a nosotros Tu Reino”, ha de quedar hecho
añicos el nuestro, ya que ambos son incompatibles.
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Autor: José
Alfonso Delgado
Nota: La
publicación de las diferentes entregas de La Física de
la Espiritualidad
se
realiza en este blog, todos los lunes desde el 4 de enero de 2021.
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