Agenda completa de actividades presenciales y online de Emilio Carrillo para el Curso 2023-2024

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7/8/09

Es largo, pero aconsejo que lo leáis para entender muchas de las cosas que están pasando


No quiero ser pesado con el asunto de los bancos y la crisis que ellos mismos han provocado (véase, por ejemplo, la entrada del blog de fecha 4 de agosto pasado: “¿Dónde está el dinero perdido por los bancos?”), pero hay una noticia, poco divulgada en los medios de comunicación, que ha de ser conocida y comentada.
Se estaban esperando con expectación los datos del primer semestre del año relativos a los resultados de la banca española. La pregunta que flotaba en el aire giraba a acerca de cómo le está yendo a nuestras grandes entidades financieras en estos tiempos de crisis. Cabía suponer que mal, pero podía haber sorpresas. Y las ha habido: navegando por en el proceloso mar de una depresión que ha arruinado a miles de empresas y llevado al paro a más de cuatro millones de españoles, la gran banca ha logrado en el primer semestre unos beneficios de 9.300 millones de euros (más de 1,5 billones de pesetas) en el caso de los cinco grandes (Santander, BBVA, Caja Madrid, La Caixa y Banco Popular); y de 1.100 millones, la banca mediana (Banesto, Bankinter, Banco de Valencia, Banco Sabadell, Banco Guipuzcoano, Banco Pastor,...).
Con la que está cayendo, estas cifras de beneficios resultan a todas luces escandalosas. Pero aún lo es más el cómo lo están consiguiendo.
Para empezar, han vuelto a usar dos viejos trucos bancarios para acumular ganancias:
+rebajar más rápidamente el interés de los depósitos y cuentas (tomando como base la bajada de tipos) que el interés de las hipotecas y créditos que conceden; lo que se ha visto favorecido por el retraso en la aplicación de las bajadas del euribor en las hipotecas al ser las revisiones semestrales o anuales; y
+subir un 6,2% en lo que va de año las comisiones que cobran a sus clientes por las tarjetas de débito, hasta situar su importe en 16,11 euros anuales; y un 3,7% lo que cobran por las de crédito, hasta los 32,43 euros al año, según datos del Banco de España.
Pero donde está la madre del cordero del beneficio obtenido radica en otro hecho que es francamente tremendo, aunque por sus contenidos muy técnicos es fácil que pase desapercibido para el gran público. Intentaré ser muy didáctico y aconsejo que leáis lo que viene, pues no tiene desperdicio para comprender muchas de las cosas que estás ocurriendo.
La auténtica clave de las ganancias de la banca española ha estado en la mejora en un ¡un 20%! de la base de su negocio. Esto es, el llamado margen de intermediación, denominado ahora margen de intereses.
Como todos sabemos, el fundamento del negocio bancario consiste en comprar y vender dinero. ¿A quién le compra la banca el dinero?: a los ahorradores (particulares, familias, empresas,…), a los que abona como precio de compra el tipo de interés que aplica a sus depósitos (sean cuentas corrientes, de ahorro, imposiciones a plazo fijo, etcétera). Y ¿a quién vende la banca ese mismo dinero?: a aquellos -personas físicas o jurídicas- a quien concede préstamos (hipotecarios, al consumo, con garantía personal,…), a los que cobra como precio de venta el tipo de interés que establece para tales créditos. Finalmente, el diferencial entre el precio de venta y el de compra determina el aludido margen de intermediación, que es el que ha subido ese 20% durante el primer semestre de 2009, originando pingües beneficios para las entidades financieras.
Pero, vamos a ver, dada la situación de crisis, el desempleo galopante y el cierre de empresas, ¿quién puede ahorrar dinero y proporcionar así a la banca la materia prima con la que arranca el circuito de compra/venta que se acaba de describir?; es más, ¿quién está en condiciones de recibir los préstamos, cuando el grifo de los créditos está prácticamente cerrado para familias y empresas?. Estamos llegando al núcleo duro del asunto.
El dinero se lo está proporcionado a los bancos una institución oficial: el Banco Central Europeo, el que fabrica los euros y sustituyó al Banco de España cuando la moneda única ocupó el lugar de la peseta. Y se lo está dando a un precio muy bajo: el 1% de interés anual, con plazo de devolución a 12 meses. Con estas condiciones, el BCE ha facilitado a la banca 400.000 millones de euros (cerca de 70 billones de pesetas; un 40%, aproximadamente, del PIB español).
¿Qué están haciendo las entidades bancarias con esta auténtica fortuna?; ¿están intentado paliar la crisis que ellas han generado canalizando tamaño montante como préstamos a familias y empresas?. De ningún modo. El dinero que la banca recibe del BCE está siendo utilizando para conceder préstamos al gobierno español y a las otras haciendas públicas europeas mediante la compra de bonos de la deuda –deuda pública- que están emitiendo. Concretamente, la banca está percibiendo de esta forma entre el 3 y el 4 por ciento anual del dinero que presta a los gobiernos.
Los números, por tanto son sencillos: el BCE proporciona dinero a la banca al 1%; y la banca se lo vende a los gobiernos a una media del 3,5%. El diferencial, margen de intermediación, es pues de 2,5 puntos porcentuales. Que aplicados a 400.000 millones de euros, representa una ganancia de 10.000 millones de euros (1,7 billones de pesetas).
Me imagino que muchos os estaréis preguntando por qué no es el BCE, institución bancaria oficial, el que le presta el dinero directamente a los gobiernos, con lo que la hacienda pública -que somos todos- pagaría un interés del 1% y no del 3,5%.
Y a tan lógica cuestión, pido que añadáis esta otra que completa el cuadro: ¿para qué necesita el gobierno español y sus homólogos de la UE tanto dinero?. Principalmente, para financiar las ayudas que están concediendo a la banca al objeto, aseguran, de que supere la crisis.
Si has terminado de frotarte los ojos ante lo increíble del tema, te lo resumo de otra forma: el gobierno se endeuda (emisión de deuda pública) para, fundamentalmente, disponer de fondos con los que apoyar a la banca; el Banco Central Europeo tiene el dinero preciso para ello, pero lejos de darle créditos directamente a las haciendas públicas, se lo proporciona a la banca al 1% de interés; la banca se lo presta a los gobiernos al 3-4%, metiéndose en el bolsillo una margen de intermediación del 2,5%, aproximadamente (que, aplicado a 400.000 millones de euros, representa una ganancia de 10.000 millones de euros -1,7 billones de pesetas-); y, por último, los gobiernos usan ese mismo dinero para conceder subvenciones y ayudas a la propia banca.
Creo que esto ayuda a comprender mejor la afirmación que incluí en el blog el 5 de agosto, (en la entrada “Al filo de lo imposible”): el sistema se las basta para ir contra sí mismo y sobrevive, paradójicamente, gracias a ello.

3 comentarios:

  1. El caso es que ellos ganan siempre (pase lo que pase) y en caso de dudas siempre llega raudo y veloz nuestro gobierno, para inyectarles liquidez (con nuestros impuestos).

    Y mientras, ellos sacando dinero con su honradez, honorabilidad, ética, y seriedad tradicional.(ejemplo: http://elsucu.wordpress.com/)

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  2. A ese artículo le faltan algunos datos, a saber:

    A. Que los fondos que el estado ha prestado a la banca, han sido eso, "prestados", y por lo tanto también están sujetos a interés.

    B. Que buena parte de los ingresos de la banca en este período se ha producido también por la venta de activos, y no sólo. De la noche a la mañana, los bancos se han encontrado con que poseen un montón de inmobiliarias morosas y que tienen un montón de pisos que no saben qué hacer con ellos. Evidentemente, mejor deshacerse de ellos antes que tener que pedir otro crédito extraordinario al estado con su interés correspondiente.

    C. Que la deuda del estado no sólo cubre estos créditos extraordinarios, sino también (y mayormente) una serie de gastos de dudosa utilidad que el estado ha decidido hacer por sí mismo, sin que ningún banco le obligase a ello, a saber: Ayudas a fondo perdido a diversos sectores justificadas sólo para eliminar paro de corta duración, sin resultar de ello inversiones para el resto del país (Plan E, ayudas al automóvil), bajadas de impuestos para reactivar el consumo (400€), que conllevan a tener ahora que hacer la política contraria una vez agotados los fondos: restricción de inversiones (en educación o justicia, por ejemplo), subidas de impuestos indirectos, etc...

    Una vez que se metan esos datos en la coctelera, podremos ver en el artículo hasta qué punto esto es un perpetuum mobile imposible (tal y como manifiesta ese señor, cosa que dudo, puesto que al final que el sistema se automantenga a sí mismo suele ser más una trampa contable grande), o más bien hay unas empresas que se están beneficiando de la inconstancia de ciertas decisiones políticas.

    Porque todavía no me queda claro si hay que gastar para incentivar el consumo o hay que apretarse el cinturón y ahorrar.

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  3. Emilio, gracias por tus reflexiones. De acuerdo en casi todo, pero me quedo con una desazón, como me pasó el mes pasado con la columna de Josep Ramoneda (EL PAÍS 18/10: ¿Qué hacer con los partidos?) y con el artículo de Ignacio Sotelo, también en El País del 29/10 "El descrédito de la política". Gastamos toda la pólvora en reflejar y denunciar una situación, pero a la hora de proponer actuaciones ante este desmadre, salimos por la tangente de las utopías: "cambio de paradigma civilizatorio de corte ético y humanista" dices tú, y los otros dos compañeros, tampoco explican cómo el gato se va a poner a sí mismo el cascabel para que los ratones estén advertidos. El asunto se las trae. ¿Es que no hay salida o nos desahogamos con propuestas teóricamente hermosas como aquella de "seamos todos buenos"? Gracias, de nuevo. Enrique Robles

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